LIBROS

José Manuel Lucía Megías con su nuevo libro “Cervantes íntimo. Amor y sexo en los Siglos de Oro”

José Manuel Lucía Megías presenta "Cervantes íntimo", con prólogo de Alejandro Amenábar, a quien ha asesorado en su nuevo filme “El cautivo”

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Jesús de Miguel - 5 sep 2025 09:16 CET

Septiembre es un mes de emociones fuertes para todos los profesores universitarios, que tienen que volver a su docencia y continuar con su investigación. José Manuel Lucía Megías, catedrático del Departamento de Estudios Románicos, Franceses, Italianos y Traducción de la Facultad de Filología, añade a esa vuelta a las aulas la presentación del libro “Cervantes íntimo” el 4 de septiembre, y el 12 del mismo mes se estrena la nueva película de Alejandro Amenábar en la que ha participado como asesor.

 

Antes de este libro ya había publicado una biografía de Cervantes en tres tomos. ¿Qué aporta el nuevo volumen que no haya contado antes?

En realidad, este sería como el cuarto volumen de la biografía de Cervantes, siguiendo con mi idea de rescatar el Cervantes hombre, en esa línea de trabajo que llevo desarrollando desde hace diez años. Yo mismo me di cuenta, ya que iba a salir la película de Amenábar, de que inconscientemente, pero quizás también por ser hijo de mi tiempo, había dejado la sexualidad de Cervantes sin tratar en los tres tomos anteriores. Había escrito mil páginas sobre Cervantes, había tratado sobre su mujer, había tratado sobre su hija natural, había tratado sobre aspectos que tienen que ver más con una relación social del matrimonio o del amor, pero en realidad había obviado completamente el tema de la sexualidad. Así que me dije: “Ahora es el momento de ese tema que antes había obviado”.

 

¿Cómo ha estructurado el libro?

Lo primero que hago es ver los mitos que se han ido creando alrededor de Cervantes. El primero, el mito heroico y ejemplar que se creó a partir del siglo XVIII, en la primera biografía, siguiendo la imagen que Cervantes quería dar de sí mismo, seguramente para conseguir un puesto de trabajo en la burocracia, en la Monarquía Hispánica. Ese mito se fue consolidando hasta llegar a los años 80, en el siglo XX, en donde, de pronto, hubo todo un movimiento para luchar contra este mito, y se creó uno nuevo que fue el de la homosexualidad de Cervantes.

 

Esa idea, por tanto, se creó en los 80 y se difundió en los años 90, con esa idea de hacerlo humano. Aunque lo que realmente se hizo fue transformar una estatua de marfil, o de bronce, o de hierro, que es lo que era el ejemplar heroico, en una estatua de escayola con su homosexualidad.

 

¿Hay algo de realidad en esas dos percepciones, la del héroe y la del homosexual?

Las dos son mitos, así que lo que yo me planteo en mi libro es conocer al hombre, y para eso hay que conocer la época en la que vivió, cómo era la sexualidad en la época, y así, darnos cuenta de que no todo es blanco y negro, de que no solamente hay una única visión, y de que todo es mucho más rico, y con más posibilidades de las que podemos creer hoy en día.

 

¿Y qué documentos ha utilizado para esta nueva obra?

Lo que hago es analizar todos los documentos, esas pruebas que se dicen siempre que existen, esos documentos que supuestamente demuestran algo. Así que he ido a los documentos originales y lo que he visto es que es todo una construcción. Porque el documento es verdad que muchas veces nos da un dato, pero ese dato ha permitido luego hacer un relato. Ahora decimos muchas veces que el dato mata al relato, pero en realidad el relato nace de esos datos que se han ido construyendo en el tiempo.

 

Desde esa perspectiva, lo que planteo es que los datos nos apartan tanto de ese mito que lo convierten en una estatua que está en las plazas y que es ejemplar y heroico y parece que desde que se levanta es perfecto y es casi un superhéroe, como de ese otro que en un momento dado dicen que era homosexual. Quizás pudo tener muchas experiencias sexuales, y esas experiencias sexuales podrían haber sido de diferentes tipos, pero eso forma parte de una cotidianidad que solamente vamos a poder conocer si lo insertamos en su época, y lógicamente no va a haber ningún documento que diga: “Hoy por la mañana he realizado un acto sexual de unas características concretas”.

 

Pero conociendo esa época, especialmente cuando estuvo cautivo en Argel, vemos que la sodomía o, digamos, las relaciones sodomíticas eran sociales, eran algo que se podía hacer socialmente y estaban aceptadas en la sociedad. Y él estaba en ese ambiente, así que Cervantes estuvo en los lugares donde pudo tener tanto esas relaciones homosexuales como relaciones heterosexuales, o pudo tener tríos, o dedicarse al onanismo o al movimiento casto y puro (risas).

 

El título completo es “Cervantes íntimo. Amor y sexo en los Siglos de Oro”. ¿Ha realizado un estudio de la época más allá de la figura del autor de Don Quijote?

No es que haga un estudio, pero sí que planteo líneas de trabajo en donde desde la literatura aparecen personajes homoeróticos o realmente homosexuales, o cómo en un momento dado nos podemos encontrar con que hay una mayor amplitud de posibilidades sexuales que no tenemos en cuenta si solo vemos los manuales de conducta, o el manual de los confesores, que lógicamente lo que quisieran es tener una única visión del mundo. El poder siempre quiere que haya una única visión del mundo, pero la realidad termina siempre por desbordarlo y ofrece unas posibilidades que el hombre pudo disfrutar.

 

Días después del lanzamiento de su libro se estrena “El cautivo”. ¿Cree que el filme creará una especie de fiebre cervantina?

La película no deja de ser una obra de Alejandro Amenábar, y eso ya tiene una proyección no solamente española sino mundial. Y creo que sí, que va a hacer que muchas personas se planteen qué saben de Cervantes, porque hay personas que ni siquiera sabían que había estado cautivo durante cinco años. Tengo que decir que Amenábar ha hecho la película que Cervantes necesitaba, y es tremendo que más de 400 años después de su muerte nadie había hecho una película sobre Cervantes. Hay muchas sobre Don Quijote, y grandes directores se han acercado a él y han dialogado con él de una manera artística realmente sorprendente, pero Cervantes había quedado como esa estatua intocable y Alejandro ha conseguido hacer una película de esos cinco años en Argel donde trata a un Cervantes que es muy humano.

 

Usted ha trabajado de asesor en esa película. ¿Cómo fue el contacto inicial para ese trabajo?

La productora se puso en contacto conmigo para entrar a hacer la película, pero en un principio el productor me mandó solamente un mensaje escueto diciendo que iban a rodar un filme sobre Cervantes y que les gustaría tener una entrevista para ver si me interesaba o me encajaba el proyecto. Dije inmediatamente que sí, porque, como bien sabéis, soy de los que creo que la universidad tiene que estar presente en la sociedad y tenemos que estar en los lugares donde se hable de los temas que nos interesan para luego no quedarnos en la queja de qué mal lo han hecho, no se han informado.... En la entrevista on line se incorporó Alejandro Amenábar y así me enteré de que él iba a dirigir el filme, y de que había estado dos años leyendo textos y materiales sobre Cervantes y entre ellos leyó mi libro “La juventud de Cervantes”, el primer tomo de la biografía que escribí, y vio que ahí estaba el Argel que quería retratar.

 

¿En qué ha consistido el asesoramiento?

Me envió el guion terminado de la película y realmente me encantó la visión que tenía, la complejidad del filme, las capas de lectura que tiene y realmente ese trabajo tremendo que viene también un poco de ese diálogo con mi juventud de Cervantes, de no tratar un Cervantes heroico o un Cervantes miserable, sino un Cervantes humano, un Cervantes que se emborracha, un Cervantes que duda, un Cervantes que se equivoca, un Cervantes que tiene momentos de lucidez, en definitiva, un Cervantes como cualquier otro hombre.

 

He asesorado en el guion para que los diálogos fueran fluidos, que los oyeras en la película y te resultaran cercanos, pero que, lógicamente, no tuvieran ninguna palabra o expresión que no se hubiera podido oír en el Siglo de Oro. Ha sido un trabajo de refinar y seguramente se nos habrán escapado palabras, pero tengo que decir que Alejandro es muy receptivo a todas las propuestas de cambios de diálogos, o incluso de palabras. Y también asesoré para que en el guion, que no deja de ser una ficción, no se colaran teorías que ya tenemos superadas y que no ofrecen ninguna información y que podían llegar a confundir al espectador.

 

Además, tuve también un trabajo muy interesante y muy fluido con toda la dirección de arte, entando pendientes de que el resultado se acerque lo más posible a aquel Argel del siglo XVI, porque aunque no sabemos realmente cómo fue en los pequeños detalles, sí que la imagen que se pudiera dar en conjunto fuera lo más cercana a lo que podemos imaginar.

 

¿Ha estado en el rodaje?

Estuve un día de rodaje en Santa Pola, porque me parecía una oportunidad de oro el poder vivir una superproducción y fue maravilloso, sobre todo porque en un momento dado, el operador me dejó sentarme en la cámara, porque Amenábar rueda con una única cámara, y fue maravilloso el poder ver realmente el encuadre y poder ver la película ya con los ojos y con la imagen que Alejandro quería dar de una parte concreta de un grandísimo decorado.

 

Por último, decir que creo que los universos de Cervantes y de Alejandro tenían que confluir en algún momento, porque siempre están jugando entre la ficción y la realidad. Y en ese territorio de ambigüedades entre ficción y realidad es donde se junta la propia obra de Cervantes y la propia obra de Alejandro Amenábar, así que podríamos decir que los dos juntos han hecho una película soberbia.