ÁGORA

El alto representante y el ministro de Inclusión

Josep Borrell presenta su último libro en el ICEI, en un acto centrado en la actuación europea ante la invasión de Ucrania

Texto: Alberto Martín, Fotografía: J. de Miguel - 26 may 2022 15:04 CET

El alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, ha presentado en la mañana de este 26 de mayo, en el Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI), su libro “Staying on course in troubled Waters” (“Mantener el rumbo en aguas turbulentas”), en el que recopila sus artículos en medios de comunicación y entradas en blogs durante el año 2021. La intención de Borrell al acudir al instituto, al que durante varios años perteneció como catedrático Jean Monnet, era no tanto hablar de su libro, sino, según destacó, generar “links” entre la política y la comunidad académica, imprescindibles en momentos tan turbulentos como los actuales.

A la presentación asistieron el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, y la secretaria de Estado de Asuntos Exteriores y Globales, Ángeles Moreno Bau, junto a la vicerrectora de Estudiantes de la UCM, Rosa de la Fuente; la directora del ICEI, Isabel Álvarez, y un buen número de profesores e investigadores del ICEI y de su Patronato.

 

Aunque el alto representante adelantó que su libro no trata de la guerra de Ucrania –“lo que es su principal debilidad”, bromeó-, ya que aborda lo sucedido en 2021, pero durante su intervención, y sobre todo durante el diálogo que la siguió, fueron muchas las menciones que se hicieron a este conflicto bélico que ha sacado a Europa de su creencia “kantiana” de crecimiento en paz, y le ha vuelto a situar ante la “dimensión trágica de la guerra”. La lectura positiva que se puede, a juicio de Borrell, hacer de la respuesta europea al conflicto es que “nos ha hecho reforzar nuestra unidad”, ha demostrado que los 27 pueden adoptar decisiones rápidas –“para lo que es nuestro estándar”- e incluso ha roto algunos “tabús”, como el de no poder utilizar el presupuesto comunitario para armar a otro país, si bien, como matizó acto seguido, esto se ha hecho a través de un fondo intergubernamental, “que no deja de proceder de la Unión Europea”, del que ya han salido 2.000 millones de euros, “y probablemente serán más”.

 

Borrell no rehuyó ninguna de las cuestiones que los profesores e investigadores del ICEI, e incluso el propio ministro Escrivá y la secretaria de Estado Ángeles Moreno, le plantearon sobre Rusia. Así, a pregunta del ministro, señaló como “artificial” el hecho de que el rublo cotice en estos momentos en niveles de 2015, por encima de cuando comenzó la invasión, ya que esto se apoya tanto en las medidas internas adoptadas por Putin para dar esa imagen como en la obligación de pagar todas las operaciones exteriores con Rusia en rublos. Por el contrario, el rublo ya no es una moneda convertible. Es más, de acuerdo con Borrell, la situación de la economía rusa ya es “muy mala” y a medio plazo esto se hará patente, cuando “por desgracia” las consecuencias lleguen a su población. Esto debilitará mucho su financiación de la guerra y la obligación de Europa es debilitarla aún más cortando nuestra dependencia energética de Rusia, “en lo que ya estamos trabajando y, de hecho, ya hemos logrado reducir”.

 

Otra de las consideraciones lanzadas por el alto representante de la Unión fue su postura, finalmente no compartida, de haber impuesto sanciones económicas más contundentes a Rusia desde el primer momento. De haber apostado, como gráficamente describió una de las profesoras asistentes al acto, por el “sistema del taladro en lugar del sistema del martillo”. Borrell confesó que el apostó por haber impuesto todas las sanciones juntas desde el primer día, pero que finalmente triunfó, no la prudencia, sino también la necesidad de ir reservando “artillería” con la que responder a la escalada bélica de Putin. Borrell también reconoció que la UE nunca llegó a creerse que Putin tomaría la decisión de atacar a Ucrania, al contrario que Estados Unidos, desde donde se advirtió bastante tiempo antes de la inminencia del ataque. “Era como quien cuando algo no le gusta, niega que va a ocurrir”, señaló, lamentando que quizá “si lo hubiéramos tenido claro podíamos haber adelantado las decisiones”. Para concluir su análisis sobre el conflicto, Borrell reconoció que la guerra nuclear “sigue siendo una amenaza”.

 

Además de reflexionar sobre la guerra y la complicada situación geopolítica que plantea -sobre todo en cuanto a la influencia y apoyos que tiene Rusia, no solo de China, sino en países y zonas estratégicas tanto de Asia como de África- Borrell, por supuesto, también habló de su libro. Lo hizo para recordar que muchos de los temas que en él se abordan en 2021 eran noticias de portada que solo unos meses después han caído en el olvido: “Parece que solo somos capaces de ocuparnos de una crisis a la vez”. Así, el político socialista enumeró distintos conflictos y problemáticas, que se abordan en el libro, que hoy parece que ya no existen, pero que siguen aún sin resolver y, en ocasiones, incluso teniendo mayor gravedad que entonces: Afganistán -“del que ya solo nos llegan ecos lejanos”-, Sahel –“de donde se nos ha invitado a irnos y nuestro lugar lo va a ocupar Rusia-, Etiopía -“donde se sigue cometiendo un cruel genocidio”- o Libia –“donde sigue un conflicto abierto por el poder y que ahora cuenta con dos gobiernos opuestos”-.

 

En sus artículos y posts, el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, abordó a lo largo de 2021 su posición ante prácticamente todos los actores geopolíticos. Habló del de Turquía, con la que la situación está “más tranquila”; del conflicto palestino-israelí, “sin avances positivos”; de la necesidad de que Europa esté más presente en Asia, lo que se busca con la nueva Estrategia Indo-Pacífica, “aunque más que una Estrategia son consideraciones”; de Asia Central, y sus “cuatro países con extraordinario potencial”, con los que Rusia tiene gran relación, pero en los que “Europa debe aparecer”, y, por supuesto, de América Latina, con la que las relaciones tampoco han avanzado.

 

El libro, además de sobre situaciones y relaciones concretas, también aborda, como destacó Borrell, problemas “transversales”. Las posiciones geoestratégicas han cambiado. Las potencias emergentes reclaman su parte y Europa debe analizar cómo proteger su estatus y si el actual mecanismo de “ejercer nuestro poder blando”, a través de sanciones que nunca son extraterritoriales es una herramienta eficaz. La obra habla también de la geopolítica del cambio climático -ya se abordaba en 2021 la necesidad de reducir la dependencia energética de Rusia- y por supuesto de las medidas adoptadas durante ese segundo año de pandemia, con especial referencia a los intentos por evitar el “vaccination gap” que finalmente se produjo. Y, sobre todo, y de acuerdo con Borrell, el libro alude a la “batalla más importante” que Europa tiene que ganar: la confrontación entre el sistema democrático liberal y el de los monopartidos, que apoyados en la desinformación cada vez está más presente en muchas partes del mundo: Rusia, China, países de América Latina, cada vez en más zonas de África y Asia… “Qué modelo va a triunfar es el gran tema de nuestro tiempo”, concluyó Borrell.