CARA A CARA

Juan Luis Arsuaga y Juan José Millás ©jeosm

Arsuaga y Millás: “La Prehistoria está en todas partes, empezando por los seres humanos, porque nuestra biología y nuestras pulsiones vienen del pasado”

Texto: Jaime Fernández, Texto: Jaime Fernández, Fotografía: @JEOSM - 16 oct 2020 00:00 CET

Juan José Millás y Juan Luis Arsuaga son los autores, pero también los protagonistas del libro La vida contada por un sapiens a un neandertal, que acaba de publicar Alfaguara. El volumen es una mezcla de reportaje, libro de divulgación, ficción literaria y cuadro costumbrista. ¿O no?

 

Si hubiera que ubicar este libro en la sección de una librería, ¿dónde lo colocarían?

Juan José Millas. Si eres muy amigo de las etiquetas, si no soportas los híbridos, vas a tener problemas. Las etiquetas sirven a efectos didácticos, pero son reductoras porque nos confinan a territorios superclaros. O escribes novelas, o escribes ensayo, o escribes poesía, o escribes biología… Pero dices, oiga, ¿yo no puedo hacer un híbrido de todo esto? Y te dicen que no, que está prohibido porque las librerías no sabrían dónde colocarlo, pero al fin y al cabo sería su problema (risas). En Amazon lo han resuelto poniéndolo en tres apartados, me parece: Biología, Sociología e Historia Antigua.

Juan Luis Arsuaga. Yo lo tengo claro, no lo pondría en divulgación científica, porque esto es más bien humanismo científico, es humanismo en el mejor sentido de la palabra. Tampoco lo pondría en Literatura, porque no es novela, así que en Ensayo o en Pensamiento, si quieres. En todo caso, no en divulgación científica, porque el propósito no es tanto ilustrar o educar, sino suscitar, evocar, despertar… Es decir, otros infinitivos que no son los de la divulgación. En resumen, que en una librería estaría en cualquier parte, menos con mis libros de ciencia (risas).

JJM. El problema de este libro es estar en la frontera. Es cierto que por un lado, la única literatura interesante es la de la frontera, pero por otro lado, estar en la frontera puede desconcertar mucho a los lectores…. y a los libreros.

 

En el libro comparten conversaciones, viajes y lugares peculiares. También hay descubrimientos personales, como el hecho de que Millás encuentra un lado zen en Arsuaga, ¿a qué se refiere exactamente?

JJM. Arsuaga es un sabio, y en los sabios se producen ausencias porque están ensimismados en sus cosas, y yo eso lo comparo con la filosofía budista. Por ejemplo, tiene mucha facilidad para entrar casi en un estado místico cuando está en plena naturaleza. A veces se abstrae y noto que tiene con la naturaleza una relación que a mí me cuesta mucho alcanzar, porque tengo barreras, y en ese sentido digo lo del lado zen, como metáfora de esa capacidad que tiene para formar parte de la naturaleza cuando está en medio de ella.

JLA. Es verdad que en esos casos tengo algo parecido a ese lado zen, porque para mí la naturaleza es sagrada, literalmente. Pero sólo en esos casos, el resto del tiempo soy muy normal, me puedes encontrar perfectamente en una terraza, muerto de frío, y comiéndome unas croquetas, como cualquiera.

 

¿Y cómo es Millás?

JLA. Él lleva construyendo desde hace muchos años un personaje literario que es Millás y que tiene bastante parecido a como es realmente. Los seres humanos somos, en general, normales, y luego tenemos algún rasgo que nos hace especiales, y Millás lo que hace es exagerar lo que no es común. Por ejemplo, en el personaje Arsuaga yo soy un 97% como cualquiera y un 3% que es diferente, y lo que él hace es exagerar ese 3% y olvidarse del resto, que es donde todos somos normales y corrientes, aunque ese es un artificio normal en la literatura. Te cuento como anécdota que Darwin, al hombre que más admiraba en su vida era a Humboldt, hasta el punto de que su obra y su viaje están inspirados en él. Finalmente le conoció en Londres, comió con él y le decepcionó cruelmente, porque hablaba de la comida y esas cosas mundanas, no hablaba de teorías geográficas mientras comía un pollo. Darwin admiraba ese 3% diferencial, que tan bien utiliza Millás, y que hace que todos seamos en sus libros, incluido él mismo, ese 3% exagerado, convertido en 30%.

 

Millás se declara un neandertal ya desde el título del libro. ¿Después de la experiencia sigue pensando lo mismo?

JJM. Sí, sí, sigo considerándome neandertal, y cuanto más conozco al sapiens más neandertal quiero ser.

JLA. Esta declaración tiene trampa, porque en las presentaciones que hemos hecho del libro, él empieza diciendo que es neandertal y que yo soy el sapiens, el listo, pero poco a poco va desarrollando el argumento y al final resulta que el sapiens es un malnacido y que el neandertal es el sentimental, el ingenuo, el noble, el romántico, el creativo, mientras que el sapiens es un tipo seco, práctico y muy mala persona.

 

¿Han aprendido algo de la evolución que no supieran?

JLA. Muchísimas cosas. Los que somos profesores sabemos que al contar algo te escuchas y pones orden en tus ideas y encuentras explicaciones, relaciones y asociaciones. En la conversación lo elaboras y aprendes de ti mismo, te obligas a sistematizar y organizar la información.

JJM. Yo también doy clases, en mi caso de escritura creativa y sé que toda clase tiene algo de representación, porque tienes que seducir al alumnado. Arsuaga lo dice de manera más directa porque dice que si no encuentra esos modos de hablar a los alumnos, se duermen, pero no sé si eso viene de su faceta como profesor, o porque tiene ese carácter o porque es un hombre que tiene un gran sentido del espectáculo, proporcionado probablemente por las clases, en la medida en que todas tienen algo de representación teatral. Dicho esto, y en respuesta a tu pregunta, he aprendido casi todo, porque si haces una encuesta y preguntas a la gente si sabe lo que es la evolución o el darwinismo, es probable que te digan que sí, porque suena. Otra cosa es que te lo expliquen, sobre todo con la claridad con la que Arsuaga me lo explicó a mí en una exposición canina.

JLA. Ahí le expliqué la selección natural y sobre esa feria canina podríamos haber escrito un libro entero, porque es un lugar donde pasan muchísimas cosas e interaccionas mucho con la gente. Me pareció un lugar genial para explicar la selección natural.

JJM. De hecho, muchos lectores me han dicho que gracias a ese capítulo por fin han entendido el darwinismo.

JLA. Es cierto, fue todo un hallazgo, aunque de nuestra conversación se quedaron muchas cosas fuera. Conté a Millás que Darwin cita a una raza de perro español, el perdiguero, en El origen de las especies, que es muy importante en su argumentación. Le eché un rollo que luego no lo ha recogido, se ve que le aburrió (risas).

 

Al principio del libro afirma Millás que los hechos de la Prehistoria explican mejor el presente. ¿Creen que es así?

JJM. Esto me cuesta explicarlo, pero tuve esa sensación cuando visité Atapuerca y comencé a leer sobre la Prehistoria y vi en qué momento aparece el pensamiento simbólico. Tuve la impresión de que ahí yo me entendía mejor, me explicaba yo mejor a mí mismo que leyendo la Historia. Es evidente que esto es una exageración, pero de repente sentí que entre la Prehistoria y la Historia hay un continuum que los libros de texto convencionales ocultan, porque normalmente colocamos ahí un muro enorme, haciendo que la Prehistoria sólo le interese a los especialistas y a gente curiosa. Me di cuenta de que ese muro es inexistente y de que realmente el hombre prehistórico, tanto el cazador-recolector como el agricultor y ganadero son gente muy cercana, y además no es raro que lo sienta así si pensamos que lo que llamamos Historia es un porcentaje pequeñísimo del tiempo que el hombre lleva sobre la Tierra. Tras la visita a Atapuerca sentí que ellos estaban en mí, y también, tras ver pinturas rupestres, que el pintor de Altamira de hace 15.000 años estaba en mí, que yo estaba en él y que todas esas divisiones convencionales sólo sirven a efectos didácticos, pero nos hacen perdernos lo mejor de la vida.

JLA. Siguiendo a su maestro, que soy yo (risas), lo que dice Juanjo es que la Prehistoria está en todas partes, empezando por los seres humanos, porque nuestra biología y nuestras pulsiones vienen del pasado, incluyendo esa necesidad de ir al campo. Hay mucho natural en nosotros, nosotros también somos naturaleza y es una obviedad que hay que repetir.

 

De todas las experiencias vividas a la hora de elaborar el libro, ¿hay alguna que les haya marcado más?

JJM. Todo en conjunto, porque vas mirando rincones del libro, sus detalles, y te planteas por ejemplo que jamás te habrías parado a pensar por qué los chimpancés tienen los testículos del tamaño de un huevo de gallina y los seres humanos lo tenemos del tamaño de una nuez. Y resulta que eso se explica por la competencia espermática, que Arsuaga me enseñó en un sex shop, y en la que yo jamás había pensado. En realidad, todo el libro está lleno de ese tipo de detalles y algún lector me ha dicho que es el libro más subrayado de su vida porque todo le parece interesante. Para cualquier persona curiosa todo lo es, porque Arsuaga, aparte de ser un gran especialista en lo suyo, tiene una cultura transversal, de manera que su capacidad asociativa es enorme. Por ejemplo, hablando del valle de los neandertales es capaz de citarte a un clásico. Es un hombre con una cultura que no separa, que es uno de los graves errores actuales, la hiperespecialización. Ahora uno sabe de aceros en frío, pero solamente sabe de eso, mientras que el saber científico de Arsuaga está soportado por una cultura humanística enorme y es capaz de establecer asociaciones fantásticas entre cosas que en apariencia estaban muy lejanas entre sí, y curiosamente eso es lo que caracteriza a un buen escritor.

JLA. Yo me quedé muy, muy contento con la feria canina que te comentaba antes. Nunca había ido a una feria de este tipo y aprendí mucho, me interesó muchísimo y nos encontramos gente muy variada, porque la sociología de los dueños de perros es muy interesante. Si lo pienso bien, la idea de visitar un lugar así se me ocurrió tiempo atrás en el Museo de San Petersburgo a donde fui para ver mamuts congelados, porque teníamos la intención de traer uno al Museo de la Evolución Humana de Burgos. ¡Ya ves qué vida la mía! (risas) Me pasé allí por la exposición de la época soviética, porque todavía no la habían cambiado, y toda la primera parte, para explicar la evolución, eran razas de perros y me pareció un hallazgo brillante, porque los primeros capítulos de El origen de las especies son sobre la investigación de las razas y ese orden lo habían replicado en el museo. Como dice Juanjo, fíjate cómo uno puede ir relacionando y ligando conceptos a lo largo del tiempo.

 

En el libro aparece de manera recurrente una libreta en la que Millás va tomando notas y que en principio se la compró para escribir poesía. ¿Ha quedado algún hueco en esa libreta para ese poema futuro?

JJM. Pues ahora la tiene Arsuaga, se la he regalado. Soy muy aficionado a las libretas y los cuadernos, soy coleccionista, pero además pienso que son una promesa sobre algo que se podrá escribir. Esa me la había comprado en Buenos Aires y la tenía reservada con la fantasía de que un día me vendría la inspiración y escribiría un poema genial. Era una libreta pequeñita, pero muy bonita, con una goma de cierre, así que al final la decidí estrenar en la primera salida con Arsuaga, para que me diera buena suerte, porque en aquel momento no sabía si el proyecto iba a seguir adelante o no. Ahora está en manos de Arsuaga como muestra de ese comienzo, es un fetiche que no tiene mayor importancia, pero aun así sigue siendo un fetiche.

 

Arsuaga también se adentró en el mundo de la literatura, con su novela Al otro lado de la niebla. ¿Ha pensado seguir con esa vena literaria?

JLA. Mucha gente me lo dice, sobre todo porque ese libro está super agotado. En la librería del Museo de la Evolución Humana mucha gente pregunta por la novela, y el librero me ha dicho que ante esas peticiones la puede publicar él, aunque realmente no se puede hacer por un tema de derechos. Ahora va a salir en audiolibro y me gusta mucho la idea, porque una novela prehistórica debería ser un relato oral. En cuanto a lo de hacer más, no lo sé, lo mismo un día me pongo y hago otra, si sobrevivimos a este virus, claro.

 

Les tengo que decir que el libro tiene un lado malo, y es que se hace muy corto. ¿Han pensado una continuación?

JJM. En realidad, este es uno de los piropos que estamos recibiendo continuamente, porque quienes tenemos experiencia de escribir y dar conferencias sabemos que es mejor quedarse corto que pasarse. Estamos abiertos a seguir con otra aventura, con otra fórmula, porque esta ha salido bien, y aunque es una fórmula inédita, porque no existe nada parecido, uno tiene que procurar no repetirse para no resultar pesado. Pero sí, estamos dispuestos a seguir con esa unión entre ciencia y literatura, que es una de las cosas que hace tan bien este libro, unir esos dos registros que se separaron hace mucho tiempo provocando una desgracia, ya que las humanidades y las ciencias deberían estar absolutamente entrelazadas. Este libro es un primer y humilde intento de que se trencen.

JLA. Yo ya he expresado en muchas ocasiones que para mí las ciencias son humanidades, aunque te contesto que ahora mismo no podemos hacer una continuación, porque todo lo que hacemos es con gente y en caso contrario no sería más que un chat y no sería lo mismo. En el libro las cosas suceden en un mercado, en un sex shop, en una cueva, en un cementerio... Hasta que no acabe esta pandemia no podemos ir a ningún sitio, sólo podríamos juntarnos él y yo, y eso sería muy soso, así que hay que esperar. Además, ahora tengo desarrollada una patología, que voy a tener que ir al psicólogo, y es que voy por todas partes viendo a Millás. Si me siento en una terraza y veo a un hombre pasar en patinete, pienso que eso se lo tendría que contar a Millás, porque quién iba a decir que la locomoción bípeda iba a terminar en patinete (risas). Tengo ya una lista larguísima de sitios-Millás, así que cuando vuelva a haber gente por el mundo seguro que podremos hacer cosas, si tenemos tiempo y nos apetece, claro.

 

Al final de su aventura están en el cementerio de La Almudena mirando epitafios. Hay una frase en el libro que quizás podría servir para una tumba: “Andar es estar cayéndose todo el tiempo, igual que vivir es morirse sin pausa”. ¿Qué les parece?

JJM. No estaría mal como epitafio, aunque no se me había ocurrido, y además parte de esa definición de andar de Arsuaga que es genial, porque realmente es eso, y vivir es estar muriéndose. Aunque para mí yo tengo un epitafio más sintético: “Eso fue todo”.

JLA. No lo sé, yo por si acaso, por si me tratan igual que a Ramón y Cajal, voy a pedir que me incineren.

Santiago Ramón y Cajal, una reivindicación

Juan José Millás reconoce que no conocía el desapego que tenemos en España por Ramón y Cajal, sobre todo cuando Arsuaga le contó cómo tratan a otros grandes científicos, como Darwin, en Inglaterra. Asegura que le impresionó, y le dio una idea de lo descuidados que somos, el estado de la tumba de Ramón y Cajal que “es un reflejo del poco presupuesto que dedicamos a la investigación y a la educación en nuestro país, y del poco respeto que tenemos por la sabiduría”. “Así nos va, claro”, apostilla Millás.

“¡Lo de Cajal es tremendo!”, continúa Arsuaga. La tumba, en la que ya no se ve ni el nombre, cuesta repararla solamente 1.800 euros. Confía el paleoantropólogo que este libro sirva de acicate para que alguien, “un Amancio Ortega”, o alguna institución, “como la Complutense”, se hagan cargo de ese coste. Recuerda Arsuaga que “Ramón y Cajal fue profesor de la UCM toda su vida, es un catedrático complutense, Don Santiago fue miembro del claustro de nuestra universidad, pero no un año, sino muchos años, hasta su jubilación. Tenemos incluso un enorme auditorio que lleva su nombre, así que 1.800 euros a lo mejor se encuentran para honrar a un profesor, que además no es cualquiera, es el profesor más ilustre de nuestra Historia”.