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La Complutense acoge la reunión anual del Movimiento por la Salud de los Pueblos
Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Movimiento por la Salud de los Pueblos - 29 abr 2022 19:30 CET
Del 25 al 29 de abril, la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid ha sido la sede de la reunión anual del consejo directivo del Movimiento por la Salud de los Pueblos (PHM, por sus siglas en inglés), “una red mundial que reúne a activistas por el derecho a la salud, organizaciones de la sociedad civil e instituciones académicas de todo el mundo, especialmente de países de renta baja y media”. El profesor Manuel Espinel, del Departamento de Sociología Aplicada, ha posibilitado esta reunión, en la que se ha aprovechado para hacer la presentación internacional del sexto informe Global Health Watch, que lleva por subtíbulo “In the shadow of the pandemic (A la sombra de la pandemia)”.
Añade Manuel Espinel que el Movimiento por la Salud de los Pueblos es global, internacional y su función es luchar por la mejora de las condiciones de la salud de la población, sobre todo en los países de lo que se denomina el Sur Global. En las reuniones anuales discuten sus políticas, las agendas que van a desarrollar para mejorar el acceso a los sistemas de salud y, especialmente lo hacen ahora, en época de pandemia.
Este Movimiento forma parte de la Organización Mundial de la Salud y hace una vigilancia crítica de las políticas de la OMS buscando que dichas políticas contribuyan a las mejoras de las condiciones de la población con menos recursos. Informa Espinel de que a la reunión han venido personas de muchos países diferentes del mundo, unos treinta representantes de lugares como Libia, India, Argentina, Colombia, Nicaragua, Bélgica, Malasia, Italia… en representación de las 70 nacionalidades que ya se han sumado al Movimiento.
Espinel, que forma parte de grupos internacionales de estudios sobre estos asuntos, recalca que la organización de un evento de este tipo “es buena para la Complutense, porque se mantiene una agenda de actividades internacionales y de peso importantes, lo que es muy relevante, porque no todo el mundo tiene la posibilidad de tener estos intercambios y que en las aulas se discutan este tipo de temas con gente directamente implicadas”.
El impacto de la pandemia
De acuerdo con el professor complutense, la COVID-19 ha sido muy problemática en dos aspectos. El primero de ellos fueron las medidas y restricciones que se tomaron en muchos países, donde la mayoría de la población está en situación de precariedad laboral, hasta un 50% de la población. En esa situación, las restricciones afectan de manera muy negativa porque esas personas viven de la economía informal y tienen que salir a la calle para busca el sustento que les permita sobrevivir.
El segundo gran impacto se debe a las limitaciones de la vacunación, porque al no haber un programa claro de vacunación con las mismas condiciones a nivel global, “en muchas partes el acceso ha sido menor de un 10% de lo que ha significado en los países europeos del Norte Global, donde el 90% de la población hemos tenido acceso hasta a tres vacunas”. Esa gran diferencia se ha convertido en un lastre bastante dañino, sobre todo porque ya había un problema de base de los sistemas de salud y de acceso a los mismos.
Recuerda Espinel que tras la última gran crisis económica se pensaba que se iba a reformar el capitalismo, pero “quedamos igual o peor, y lo mismo ha ocurrido con la crisis de la pandemia, que se planteaba como una crisis civilizatoria de la que se pensaba que íbamos a salir mejor, pero tampoco ha sido así, al final se ve que no han cambiado las cosas sustancialmente, a no ser que estén incluso peor, como en la sanidad en la Comunidad de Madrid, por ejemplo”.
Lo único que ha mejorado, de acuerdo con Espinel, es “la intensificación de la digitalización y la virtualización de las experencias, que es algo que sí se ha acelerado de una manera impresionante, tanto con el comercio como en el teletrabajo y las formas en las que las gestiones se han digitalizado”. Eso sí, ese gran cambio no ha llegado a los países donde la brecha digital es muy grande y donde la precariedad laboral es muy alta.
A la COVID-19 se suma ahora la guerra de Ucrania, “que no apunta nada bien”, porque lo primero que ha pasado ha sido un rearme mundial, un aumento del gasto military y, e incluso una tensión permanente con la posibilidad de uso de armas de destrucción masiva o de armas nucleares. Junto a eso, ha creado una gran crisis de carburantes y lo que ha significado para la vida cotidiana, con lo cual “los anuncios de que cada crisis presagia un cambio de actitudes positivas, no parece que se desarrolle realmente, sino que los datos apuntan a lo contrario, a una agudización de las condiciones de vida”.
La publicación
Dentro de las actividades del Movimiento por la Salud de los Pueblos, la Escuela de Relaciones Laborales ha acogido, el 27 de abril, la presentación de Global Health Watch 6, donde se evalúa la situación de salud a nivel global. Roman Vega, coordinador global de PHM, ha informado de que “este es el inicio del lanzamiento público del informe del Observatorio Global de Salud, que surge de un proceso de construcción colectiva, científica, intelectual y política”. Asevera además que este es “un trabajo histórico sobre la realidad de la salud global, de las condiciones de vida de los pueblos, los trabajadores, las comunidades indígenas, las mujeres y los grupos con distintas identidades sexuales en todo el mundo”.
De acuerdo con Vega, los activistas de este movimiento han sido capaces de “investigar la realidad, enfrentándose al poder hegemónico mundial para trazar soluciones ante esas dificultades que nos abruman a escala global”. Este informe, por tanto, refleja el espíritu vivo de la lucha y las demandas, deja ver ese “deseo de combate, de movilización frente a los retos y es una llamada a iniciar un camino de discusión pública”.
El profesor complutense Manuel Espinel, recordó en la presentación que conoció a Vega en las luchas de Colombia de mediados de los años ochenta, y aquella amistad ha sido, en parte, la que ha hecho possible que tanto la reunión como esta presentación del informe se hayan llevado a cabo en la UCM.
En una presentación on line, Ronald Labonte, de la Escuela de Epidemiología y Salud Pública de la Universidad de Ottawa y coeditor del informe, ha explicado que han elaborado el trabajo 110 autores de 28 países, un texto que ocupa 468 páginas, repartidas en 20 capítulos. En el grupo editorial han participado personas de Kenia, Grecia, India, Sudamérica/ Senegal, Colombia y Reino Unido.
Ha señalado Labonte que en el informe se habla de la “necesidad del decrecimiento, que no hay que confundir con el no crecimiento, es una manera ética de que toda la población pueda consumir, sin fast fashion, sin dañar el medioamenbiente. Hay muchas alternativas que ya se aplican en algunas pequeñas economías, respetando a todos los seres vivos”.
En la presentación se proyectó un breve vídeo con declaraciones de algunos participantes en el informe, tanto de los participantes de manera presencial como de otros que no lo hicieron. Entre estas últimas, Rene Loewenson, de TARSC/Equinet, señala que con la COVID-19 y con la degradación ecológica aumentando las desigualdades, promovidas por la globalización neoliberal, las personas pobres y de comunidades indígenas serán las más afectadas. Cree Loewenson que este informe es un recurso para “leer, discutir y compartir, por sus estrategias para un mundo más justo y saludable. Además, permitirá crear un futuro más justo, saludable y sostenible”.
La copresidenta de PHM, Sulakshana Nandi, participó en el vídeo, pero también estuvo presente en la Escuela de Relaciones Laborales, y habló de la necesidad de garantizar el acceso a servicios de salud equitativos y de calidad para todas las personas, porque ese ha sido siempre el objetivo del Movimiento. Explicó la conferenciante que la privatización rampante del sector sanitario, que llega a niveles cercanos al 75% en países como India, “ofrece nuevas maneras de acumulación de riqueza a los inversores y libera a los países ricos de la responsabilidad que les corresponde por sus políticas y economías explotadoras”. Susana Barria, del PHM, ha hablado también sobre los procesos de privatización de la salud, especialmente en esta época de la COVID-19.
Amulya Nidhi, de PHM India, ha enfatizado que la salud humana forma parte de la salud de la naturaleza y por ello el Movimiento dedica a desarrollar una campaña global contra el impacto de las industrias extractivistas. Además, apoya y fomenta las luchas por los derechos de los indígenas, las tierras y los bosques y ha invitado a todos los activistas a sumarse a la plataforma PHM.
Presentó Nidhi varios ejemplos de luchas, contra compañías mineras suecas que violan los derechos de los indígenas, de trabajadores y luchadores por el medio ambiente en India y de defensores del medio ambiente en Filipinas. De acuerdo con él, “son historias de esperanza, en Ecuador y Argentina, pero también de resistencia, como en Filipinas, Suecia y Texas”.
Anne-Emanuelle Birn, profesora de Estudios de Desarrollo Global de la Universidad de Toronto (Canadá), incidió en el daño de esa política extractivista, con el ejemplo de la minería canadiense, a través de empresas transnacionales que están localizadas en ese país, y los perjuicios que produce, a nivel global, tanto para la salud como para la sociedad.
Por su parte, Erika Artiaga, del círculo temático de Salud y Ecosistema de PHM, ha señalado que “un modelo de desarrollo basado en la extracción, crecimiento y el consumo seguirá empeorando la situación”. En contraposición a eso, en el informe se presentan ocho ejemplos de resistencia popular en distintos territorios de todo el mundo, de tal manera que “se propone una visión alternativa sobre cómo las comunidades deben y pueden relacionarse entre sí mismas y con el planeta”.
Para Espinel, es fundamental que las personas tengan mucho más protagonismo en las relaciones entre el Norte Global y el Sur Global, y que se reduzcan esas actividades extractivistas, “entendidas en un sentido amplio, no sólo de recursos naturales, sino también de conocimiento, y que se puedan manejar unas relaciones más igualitarias, más equitativas y más transversales”.