IGUALES

Isabel Tajahuerce Ángel y Paula Ruiz Torres, durante la Jornada “Conciliación y corresponsabilidad para el fomento del liderazgo de las mujeres”

La Complutense celebra el 8M

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Alfredo Matilla - 8 mar 2021 13:41 CET

Isabel Tajahuerce Ángel, delegada del rector para Igualdad de la Universidad Complutense, ha presentado, desde el pabellón de gobierno, la Jornada “Conciliación y corresponsabilidad para el fomento del liderazgo de las mujeres”, organizada por la Unidad de Igualdad. Desde allí, la delegada del Rector, confesó que no es lo mismo mirar a una cámara vacía en lugar de ver a personas, “resulta un tanto complejo, pero a pesar de eso vamos a intentar imaginar a todas las personas que desde el otro lado de la pantalla se nos unen en un 8 de marzo en el que no llenaremos las calles, en el que no gritaremos unidas, todas, contra el patriarcado, pero en el que sí lo haremos desde nuestro grito y nuestra emoción personal”.

 

Recuerda Magdalena Suárez Ojeda, directora de la Unidad de Igualdad de la UCM, que el lema de este 8 de marzo es el fomento del liderazgo de las mujeres, “en un año de especial dureza para la vida de todas las mujeres, ligándolo a algo también relevante como los grandes problemas de conciliación y corresponsabilidad. Nadie podría imaginar que íbamos a vivir un momento tan intenso y tan duro en las sociedades actuales, porque habíamos pensado que estábamos libres de todo hecho dramático a nivel mundial”.

 

Fernando Lousada, magistrado especialista en la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Galicia, ha hablado también de la incidencia que ha tenido en la igualdad de género la pandemia, que “ha sido un desastre en su sentido literal del término. Y como tal desastre, supone un retroceso en los niveles de los derechos humanos y, en particular, siempre conllevan un riesgo de retroceso en los niveles de la igualdad de género”. De acuerdo con Lousada, “el confinamiento ha tenido un impacto importantísimo sobre la conciliación y la corresponsabilidad”, y también ha llevado a una expansión del trabajo a distancia que se puede convertir en “una herramienta para ahondar en los sesgos de género, que puede suponer un retroceso en los avances”.

 

Según Tajahuerce Ángel la pandemia ha incidido en otros muchos problemas, como el uso de la tecnología, porque los datos afirman que “cuando ya toda la familia había utilizado el ordenador para su trabajo, para clases, entonces las mujeres hacían su trabajo. Siempre las últimas”. Este imaginario que es “la realidad de las mujeres comiéndose las sobras, lo último que queda” se une a que "las mujeres trabajan 365 días al año, 24 horas, cuidando de menores, mayores y del entorno del hogar. Eso hay que ponerlo sobre la mesa y debatirlo constantemente. ¿Quién se levanta a las tantas de la madrugada cuando una niña o niño llora? ¿Quién en las vacaciones veraniegas se dedica de hacer las camas, de barrer, de fregar?… Pero hay mucho más, porque esas mujeres también están realizando tareas profesionales en las que se les exige el máximo, infinitamente más que a los varones. Hay que demostrar siempre que se es mejor, que no se cometen errores, que el cuidado no va a afectar a tu rendimiento, que vas a renunciar a tu vida personal… Todo a cambio de un rendimiento profesional máximo y también en el ámbito de los cuidados, y hay que ser ejemplar en todo, también en la estética”.

 

Para Tajahuerce Ángel, ese exceso lleva a las mujeres a la extenuación, “y ahí surge la principal violencia, la violencia estructural, que es la que permite después que las mujeres sean asesinadas, violadas y acosadas. Esa violencia estructural existe porque interesa mantener la desigualdad”. Además, dentro de esa violencia estructural hay una violencia especialmente significativa, que es la económica, porque “a las mujeres, desde bien pronto, se las socializa en el hecho de que esto del dinero no es importante, otras cosas lo son más. A los varones no, se les dice que es importante ganar dinero, el éxito profesional. Ello conlleva que luego las más pobres de los pobres sean siempre las mujeres, en todas sus edades, y que las mujeres vayan renunciando, a la ambición, porque no es buena para las mujeres, porque una mujer ambiciosa no es más que una trepa”.

 

Coincide con esta idea Rosa Cobo Bedía, profesora titular de Sociología del Género en la Universidad de A Coruña y escritora feminista, quien explicó la división sexual del trabajo, que es “la columna vertebral sobre la que se asientan todas las sociedades patriarcales. Así que es una división estructural, con un espacio público político masculino y un espacio privado domestico femenino, que es gratuito, sin remunerar y además lleva la marca de la propia naturaleza de las mujeres, que hacen ese trabajo porque tienen una naturaleza que desemboca en el amor, la solidaridad, la empatía. El del espacio público político es remunerado, visible, se ve, está valorado, y lleva la marca de la ética”.

 

Santiago García, profesor contratado doctor de Derecho del Trabajo en la Universidad Jaume I, reconoce que jerarquizar las labores propias conecta con la separación de vida pública y privada. Opina que “hasta hace poco tiempo existía la idea del varón sustentador, algo que ya está superado parcialmente y se habla de un sustentador universal, pero todavía no se ha superado la idea de quién se encarga de cuidado, ahí no existe un escenario de cuidador universal que pueda ser ejercitado tanto por varones como por mujeres. Hay que afirmar, por tanto, que se mantiene de una manera pétrea la lógica de la jerarquía, viendo que el ámbito público genera mayor prestigio, ingresos y estatus, mientras que el ámbito privado sigue sin hacerlo. Hay que subvertir la jerarquía para que el ámbito de los cuidados no sólo incluya a los hombres, sino que tenga una mayor valoración”.

 

Coincide Suárez Ojeda en que “se ha organizado un sistema productivo en el que se parte de la base de una división de trabajo radical. Sigue prevaleciendo el modelo que de las mujeres siguen llevando el conjunto o el peso de la carga familiar, y ese es un esquema que no representa a la sociedad actual”.

 

La socialización

Según Cobo Bedía, estos son “dos espacios asimétricos, jerarquizados, con una estratificación, sin recursos para las mujeres y con recursos para los hombres. Eso sólo se puede aceptar porque las mujeres han sido socializadas para habitar ese espacio. Las dos normatividades, cómo tienen que ser las mujeres y los varones, se expresan a través de estereotipos y roles, gracias a que las sociedades patriarcales han construido ontologías diferentes para cada uno, con dos naturalezas que deben desembocar en dos espacios que son distintos”.

 

Añade la delegada del rector que no debería sorprendernos las escas cifras de mujeres en las STEM, sino que “habría que contextualizarlo en todo este proceso de socialización que sigue haciendo que las mujeres sean cuidadoras, fundamentalmente, y que renuncien a determinados puestos, o que elijan carreras en las que van a ganar menos dinero. Luego se encuentran con divorcios a los que no pueden enfrentarse, porque quien más dinero tiene mejor va a resolver la cuestión, para contratar a los mejores abogados. Eso es algo dramático y doloroso en los casos de violencia de género, sobre todo para aquellas que tienen hijas e hijos, y nos lo cuentan muchas, así que al final es muy importante el tema económico”.

 

Paula Ruiz Torres, coordinadora confederal de la Unión de Técnicos y Cuadros de la Unión General de Trabajadores (UTC-UGT) y vicepresidenta de Eurocadres, considera también que esa socialización patriarcal empieza en la escuela, en la más tierna infancia, y “existen informes de la ONU, la OCDE y la UE, que demuestran que un mayor nivel de formación no tiene luego su correspondencia en el mercado laboral. En las áreas especializadas las mujeres se suelen quedar en trabajos de nivel medio, porque los superiores piden dedicación exclusiva”.

 

Tanto en los países pobres como ricos compiten por puestos de trabajo diferentes las mujeres y los hombres. En el llamado “tercer mundo muchas mujeres no reciben ni educación básica, ni pueden votar, ni eligen su proyecto de vida, les viene impuesto sólo por la simple razón de haber sido mujer, casadas de niñas para que cumplan lo que se espera que tienen que hacer en la vida”.

 

La deseada igualdad

La representante de UGT es contundente y considera que “la igualdad de género no existe. En España no se promociona a través del trabajo, sino a través de redes de contacto y sabiendo que tienes una total disponibilidad. Vivimos en una farsa, porque las mujeres cualificadas se quedan fuera del mercado laboral y de puestos de liderazgo de manera involuntaria, e incluso muchas tienen el síndrome del impostor, porque piensan que no se lo merecen”. Para Ruiz Torres, “el techo no es de cristal, es de hormigón, porque no se ve lo que hay allí arriba, y además las mujeres saben que no van a llegar a ningún sitio dentro de la empresa, es una carrera de obstáculos, pero con tacones”.

 

Según sus datos, la brecha salarial en la zona euro está en 14,1. En 2020 las consejeras delegadas de las empresas del IBEX llegaron al 30% como acuerdo de gobierno de la CNMV y para 2022 se espera que sean un 40%, pero “sólo tres mujeres lideran empresas del IBEX como presidentas ejecutivas, en el Santander, Red Eléctrica y Bankinter, y por lo tanto hay que cambiar la política empresarial con medidas de conciliación que establezcan la corresponsabilidad, de compartir las tareas del hogar y el cuidado de los hijos”.

 

Se pregunta Tajahuerce Ángel si las mujeres son realmente libres. A lo que ella misma se responde que no, que hay que hacer reflexiones profundas sobre cuándo y por qué tomamos decisiones. “Nos influyen muchas cosas en los procesos de socialización, como el hecho de que las mujeres no están en la Historia del mundo, sólo hay hombres que se quitan el poder unos a otros, pero ¿dónde estaba el resto de la población? Por ejemplo, al sufragismo, en los libres de texto, se les dedica un recuadrito, cuando realmente se han construido con ellas las democracias”. Cree, por tanto, la delegada del rector, que “hacen falta reflexiones en las aulas si realmente queremos que los jóvenes y las jóvenes construyan igualdad”.

 

Opina la delegada del rector que “no es posible que haya ni una sola mujer que no haya sufrido una violencia por el hecho de ser mujer. Todas han tenido problemas en su vida pública y privada por ser mujeres. Es la realidad, el mundo no es igual para los hombres y para las mujeres, y cualquier hombre con dignidad tiene que reconocer que ellos han sido socializados desde el privilegio, al que tienen que renunciar. Hay que deconstruir la masculinidad para construir la igualdad”.

 

Suárez Ojeda informa de los seis indicadores de igualdad de género que realiza el Instituto Europeo de Igualdad de Género, que establece un índice para el conjunto de los países de la Unión Europea y los desagrega por Estados para ver en aquello que habría que evolucionar para llegar a unos criterios de igualdad, entendida como paridad. Esas seis dimensiones son: poder, tiempo, conocimiento, salud, dinero y empleo. Dentro de la Unión Europea de 26 países, hay enormes diferencias entre Suecia, a la cabeza, y Grecia o Hungría, en los últimos puestos. “España se coloca en un punto intermedio, con un 70% de indicadores positivos de igualdad, teniendo en cuenta que la UE está en un 66,2%”. Lo que ocurre es que hay algunos puntos negros en el ámbito español, en concreto, el peor de todos es el uso del tiempo, “que está absolutamente ligado a los conceptos de conciliación y corresponsabilidad”.

 

La universidad

La delegada del rector asevera que “en la universidad se va a hacer un estudio para ver cuál es la brecha de género, para ver cuáles son los condicionantes que hacen que haya un nivel tan bajo de catedráticos”. Si la producción científica de las mujeres ha caído durante el confinamiento es porque “se ha visibilizado la cantidad de tiempo que han dedicado al ámbito del hogar y que les impide seguir una carrera científica en las mismas condiciones, porque escribir necesita concentración, un espacio y una continuidad. No se puede hacer un paper meciendo la cuna del niño, haciendo las albóndigas al mismo tiempo y pasando el trapo de la cocina. Se necesita estar en silencio y tampoco se puede hacer cuando la última persona en casa, para usar la tecnología, es la mujer.”

 

Suárez Ojeda recuerda que en las administraciones públicas todo el mundo gana igual en los mismos puestos, pero “la cuestión son todas las percepciones y retribuciones añadidas, que están compuestas por si se es IP de los proyectos o por si se tienen más o menos sexenios de investigación, que son cuestiones que están en directa relación con la disponibilidad de tiempo y con la corresponsabilidad”.

 

Paula Ruiz Torres cree que para mejorar la sociedad es fundamental “tener servicios como una Unidad de Igualdad implicada, con formación, que permita desarticular estructuras y comportamientos aprendidos desde la infancia, y es algo que se puede hacer, porque esa formación es la base a partir de la cual hombres y mujeres podrán vivir en la sociedad más igualitaria posible”.

 

Concluye Isabel Tahuerce Ángel que la formación, en cualquier nivel educativo, es androcéntrica, y que "en las universidades no hay asignaturas de género, no se invierte dinero en formación, los libros que estudian son los mismos de hace años, y en los movimientos sociales no hay mujeres a no ser que se hable de feminismo. Las universidades deberían formar en perspectiva de género en todas las disciplinas, pero haciéndolo de verdad, con políticas públicas que inviertan para formar a todo el profesorado universitario de manera seria y rigurosa".

 

Vaticina la delegada del rector que si no se trabaja de manera transversal, incluyendo a la universidad, las instituciones y los medios no se conseguirá jamás la igualdad, y se imagina que dentro de cien años "seguirán viniendo aquí mujeres, tapando el cuadro patriarcal que tenemos detrás para seguir hablando sobre los mismos temas. Ahora es el momento de trabajar en un cambio, haciendo que el 8 de marzo sean los 365 días del año y que se organicen debates hasta la extenuación".

 

Autoras españolas

En la sesión vespertina de la jornada Marta Reig González, Rachel Mastin e Isabel Tajahuerce Ángel, son las responsables de una lectura dramatizada de autoras y dramaturgas españolas, con "textos que demuestran que no hemos avanzado tanto". Las obras y escritoras elegidas son Valor agravio y mujer, de Ana Caro; La traición en la amistad, de María de Zayas; Baltasar, de Gertrudis Gómez de Avellaneda; Poemas, de María Teresa Roca de Torogues; Poemas de la isla, de Josefina de la Torre; Caperucita, de Elena Fortún; La plaza del diamante, de Mercé Rodera, y Proyecto espreso, de Carmen Losa.

 

016 Poemas y Teatro

Aparte de la Jornada organizada por la Unidad de Igualdad de la UCM, el Paraninfo de Filología y Filosofía acoge el recital “016 Poemas por el 8M”. Organizado por el canal cultural #Nosolopoetry, con el apoyo de la Facultad de Filología y la Residencia de Estudiantes, busca “reivindicar la poesía como una herramienta fundamental para interpelar y amplificar la voz de las víctimas, evidenciando que el arte es siempre una llamada a la reflexión, una expresión crítica y no complaciente de la realidad”.

 

En el acto participan las poetas Sara Martín, Marifé Santiago Bolaños, Inma Chacón, Carmen Sigüenza, Lara Moreno, Amalia Iglesias, Marta López Vilar, Nuria Barrios, Rosana Acquaroni, Nuria Ruiz de Viñaspre, Vanesa Pérez Sauquillo, Esther Ramón, Menchu Gutiérrez, Raquel Lanseros, Fanny Rubio y Beatriz Rodríguez, directora de Nosolopoetry, que leerá un poema de Guadalupe Grande “in memoriam”.

La participación de dieciséis autoras recuerda el número de teléfono (016) que” atiende, no solo a las víctimas de violencia machista, sino a todas las personas que estén siendo testigos de actos de violencia contra las mujeres”.

 

El día 10 de marzo, también en el Paraninfo de Filología y Filosofía, a partir de las 19 horas, se celebra la VI Muestra de Teatro por la Igualdad que este año contará con la presencia de cuatro compañías: Teatro por Necesidad, Teatro Chamaeleo, Teatro de los Invisibles y Voltage.

 

Las obras que representarán incluirán sketches sobre mujeres, célebres y anónimas, que hablan de sus derechos; de los roles y estereotipos de género; de la huida de una niña afgana en busca de un lugar donde existan derechos para la mujer, y de la igualdad tal y como está concebida en nuestra sociedad.