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José Varela Ortega, Beátrice Fonck, Juan Antonio Valor, Juan Pablo Fusi, Jaime de Salas y Jorge Úbeda, organizador del congreso internacional

La Complutense conmemora los 100 años de ‘España invertebrada’ de Ortega y Gasset

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Jesús de Miguel - 4 may 2022 16:20 CET

Del 3 al 6 de mayo, la Universidad Complutense y la Fundación José Ortega y Gasset - Gregorio Marañón (FOM), celebran el congreso internacional “A los cien años de España invertebrada de Ortega y Gasset: La responsabilidad de la filosofía hoy”. Celebrado de manera presencial en la UCM y on line desde la FOM, los conferenciantes que han participado en el primer coloquio han reconocido que la metodología utilizada por Ortega hoy no sería aceptada y quizás ni siquiera le publicasen el libro, pero a pesar de eso reconocen su valor como inspiración para una sociedad que necesita seguir avanzando a base de proyectos comunes.

 

La primera de las jornadas del congreso ha incluido el coloquio “La recepción actual de España invertebrada”, en el que han intervenido Juan Antonio Valor, decano de la Facultad de Filosofía, y Juan Pablo Fusi, historiador y vicepresidente de la Fundación José Ortega y Gasset - Gregorio Marañón (FOM), moderados por Jaime de Salas, catedrático de Filosofía de la UCM y director del Centro de Estudios Orteguianos.

 

Este último ha explicado que España invertebrada es un libro que pretende la interpretación global de la sociedad española desde un punto de vista historicista, lo que hoy “se da con relativamente poca frecuencia en el mundo académico”. Aclara Fusi que “sus reflexiones historiográficas, sus grandes visiones generales de la Historia, ya no son compartidas por la historiografía, pero sí es cierto que hay frases muy buenas en el libro como ‘Castilla hizo a España y Castilla la ha deshecho’, y no hay historiador que no se haya tenido que asomar de alguna manera al libro de Ortega”.

 

Victoria Camps, consejera permanente del Consejo de Estado, quien inauguró el congreso, opina que el mayor acierto de Ortega fue “atribuir la desvertebración, no sólo de España sino de Europa, a la falta de unidad en un proyecto común y a la desmoralización colectiva”. De hecho, ya en el prólogo del libro se refiere a la “ausencia de una ilusión hacia el mañana”.

 

Reconoce Fusi que el título es muy afortunado, porque cuando escribió el libro, en 1921, nuestro país estaba en crisis, pero a pesar de eso Ortega decidió ir más allá de aquella coyuntura para escribir un libro sobre España como una nación fallida, porque no había acabado de constituirse como tal, y si en algún momento lo hizo entró en decadencia desde principios del siglo XVII.

 

El decano de Filosofía, Juan Antonio Valor, apunta que el análisis que hace Ortega, “desde un punto de vista metodológico hoy es inasumible, ya que no cumple con requisitos académicos mínimos para que se pueda sostener”. Hoy no lo habría publicado ninguna revista seria, no sería ni un paper que se pudiera publicar, pero “en el fondo todos sabemos que la cuestión tiene que ver con la descripción que hace de la España con la que se encuentra y de las sugerencias que nos hace”.

 

De acuerdo con Valor, el trasfondo filosófico del libro responde a muchas influencias, como Platón y Descartes, con “una clara tradición fenomenológica o hermenéutica que es muy importante subrayar en el caso de Ortega, por la relevancia que ha tenido en el mundo académico español, europeo y latinoamericano”. Más allá de las tesis históricas, “los supuestos ontológicos que usa Ortega para hacer el análisis son importantes para entender la relevancia que han tenido esos pensamientos durante el siglo XX en España”.

 

Una sociedad más vertebrada

El libro, según el decano, sigue aportando todavía materia desde el punto de vista de las tesis sociales y políticas y al mismo tiempo está muy lejos de la sociedad de hoy. Está muy cerca cuando habla de una sociedad que necesita proyectos, que respeta las diferencias, y esa es una parte que es muy útil para España y Europa, pero “es sorprendente lo lejos que está de la sociedad actual, cuando se mira el desarrollo científico-tecnológico en el que estamos sumergidos” y las identidades que se crean dentro de ese despliegue científico y las articulaciones sociales y políticas que se generan dentro de esas pulsiones científicas, “eso ha cambiado nuestra sociedad por completo y eso ni Ortega ni otros muchos pudieron barruntarlo”.

 

Opina Jaime de Salas que a cualquiera que le interese la Historia de España no puede dejar de lado este libro, pero coincide en que si uno quiere entrar en alguno de los temas tiene que buscarse una base empírica que implique colaboración de otras personas. Fusi está totalmente de acuerdo con esta afirmación, y aclara que la palabra invertebrada puede dar lugar a error, porque “no tiene nada que ver con la organización autonómica actual, ya que, de hecho, desde un punto de vista tecnológico y de comunicaciones, España está hoy infinitamente más vertebrada de lo que lo estaba en 1921, cuando no había ni radio ni apenas carreteras ni luz eléctrica en muchos pueblos”. Hoy en día, de acuerdo con Fusi, hay una comunidad española fuerte, lo que no había en aquel momento, donde la vida se hacía en tu región y la mayor parte de la población no salía ni siquiera de ella.

 

Para Victoria Camps, “nuestra sociedad tiende a hacer homogéneos e indiferenciados a los individuos. Mientras que a lo largo del siglo XX, en Europa, el hombre-masa se refugió en el fanatismo ideológico y en los fascismos, hoy lo hace en las distintas versiones de populismo, que le proporcionan una seguridad que no es capaz de buscar por sí mismo”. Fusi apostilla que “hoy hablamos de la revancha de los populismos y la persistencia de las naciones, que al fin y al cabo no es un mal ámbito de soberanía”.

 

Fusi recuerda, de todos modos, que “el Estado nacional es una creación, con los antecedentes que se quiera, pero de los siglos XIX y XX”. En la Edad Media, los europeos ni siquiera se llaman ellos mismos europeos, se sienten cristianos, miembros de la cristiandad, y por ejemplo el concepto de españoles surge en el siglo XII en el sur de Francia para identificar a todos los que están al otro lado de los Pirineos, pero “no había ningún sentimiento nacional”.

 

A pesar de que desde la actualidad la obra de Ortega pueda ser criticada, Fusi reconoce que las generalizaciones del libro son muy atractivas, porque aunque nadie sostiene ya esas interpretaciones, han sido un estímulo mucho más fuerte de lo que puede ser un estudio localista, que no estimula mucho a una reflexión general. De Salas apunta que el concepto de nación ha tomado un segundo plano y hay otras prioridades en la labor del historiador.

 

La relevancia de la Filosofía

Haciendo referencia al subtítulo de la Conferencia: “La responsabilidad de la filosofía hoy”, considera Valor que “nuestra vida, cuando no es pensada, transcurre en lo políticamente correcto, transcurre en lo que se espera de nosotros, en la vida que nos dicen que tenemos que vivir. Parece que cuando no hay Filosofía, la vida que vivimos no es la nuestra, sino que vivimos la vida que otros nos hacen vivir, a través de la educación en la familia, en los colegios, la Historia, la tradición…”.

 

Por lo tanto, “hacer Filosofía es tener conciencia del suelo que pisamos, donde se despliega nuestra vida”. Otra opción vital sería vivir sin conciencia, haciendo simplemente lo que nos toca hacer “con arreglo a los criterios a los que hemos sido arrojados”. Por suerte, la Filosofía nos permite es dar ese paso atrás para entender las condiciones en las que vivimos, y con ello imaginar nuevas posibilidades, nuevos mundos que nos permitan encontrar soluciones en el presente, porque “las soluciones no están en lo que ocurre, sino que muchas veces están en la definición de nuevos modelos sociales, nuevos modelos políticos… y ese es el trabajo de la Filosofía, atrevernos a proponer mundos distintos en los que poder sacar adelante nuestros proyectos de vida”.

 

Cree el decano de la Facultad de Filosofía que todo eso “tiene que ver con la democracia, con una sociedad abierta, en la que se explotan distintas posibilidades, donde se favorece la imaginación y la ebullición de las sociedades, donde hay pensamientos divergentes”. De entre todos los mundos que se ofertan, a priori no sabemos dónde está lo mejor, así que se trata de probar con las nuevas posibilidades, y “si nos equivocamos, nos levantamos y con una mirada optimista aprehendemos nuevas posibilidades para hacer un mundo mejor. De ahí la necesidad de que se mantenga la Filosofía en los estudios y de que se conserve como oro en paño”.

 

Fusi también apoya la vigencia de la Filosofía a todos los niveles, porque “es la única manera de tener verdaderamente un pensamiento crítico ante lo que nos pasa”.