CULTURA

Irene Baeza, en la exposición de las obras ganadoras del concurso Transversalidades 2022. Fotografía Sin Fronteras

La complutense Irene Baeza, mención de honor en el concurso de fotografía internacional Transversalidades

Texto: Jaime Fernández - 22 dic 2022 15:41 CET

El concurso Transversalidades 2022. Fotografía Sin Fronteras ha concedido una mención de honor a la fotógrafa Irene Baeza (nombre artístico de Irene Sánchez Alonso), en la sección de Espacios rurales, agricultura y poblamiento. El trabajo de Baeza muestra el pasado y el presente de varios espacios de la localidad minera de Fabero, y está realizado a partir de fotografías antiguas y otras que tomó ella misma durante su residencia artística en ese pueblo, dentro del proyecto CIAN-Fabero, que promueve la Universidad Complutense. El concurso lo ha convocado el Centro de Estudios Ibéricos, una organización transfronteriza entre Portugal y España, con sede en el municipio portugués de Guarda, en cuyo Teatro Municipal se exponen las obras premiadas en este concurso hasta el 30 de enero de 2023. En el mes de febrero la muestra viajará a Salamanca.

 

La fotógrafa Irene Baeza terminó la carrera de Bellas Artes en la Universidad Complutense en 2019. Tras aquello hizo un módulo de fotografía, en Arte 10, y ahora está cursando un máster de marketing de digital. Toda esa polivalencia no la hace olvidarse de sus orígenes complutenses, sobre todo porque ahora la han premiado por uno de los trabajos que comenzó a realizar en la residencia artística que disfrutó en el pueblo leonés de Fabero.

 

Comenta Baeza que en dicha localidad hay muchos locales abandonados de cuando era un centro minero relevante, “o a veces no abandonados, pero sí que han cambiado de utilidad, aunque es cierto que hay algunos otros sitios que están un poco deshumanizados o poco cuidados”. Cuando llegó al pueblo por primera vez no tenía intención de enfocar su trabajo sobre esos lugares, porque “al fin y al cabo en este tipo de iniciativas, el proceso tiene que ser creativo y va surgiendo poco a poco”.

 

De todos modos, lo primero que hizo fue hablar con la gente del pueblo, y a través de la escucha activa de los antiguos mineros se dio cuenta de que todos esos espacios que habían significado tanto para esas personas ahora ya no tenían ningún valor, porque “las vivencias que habían tenido habían ocurrido en lugares que ahora ya no tenían nada ver”.

 

Aquel fue el “clic” que llevó a Baeza a buscar negativos que mostraran lo que había con anterioridad, y que dieran sentido a las historias que le habían contado. La búsqueda de esos negativos comenzó en el bar del pueblo, de allí le recomendaron que fuera ver a diferentes personas, “y era increíble”, porque se metía en las casas de la gente, e incluso la invitaban a comer, “porque la gente en los pueblos suele ser muy abierta”.

 

De esa manera encontró fotos, negativos de gran formato e incluso de cristal, “lo que fue bastante emocionante”. Rápidamente lo escaneó todo, para evitar el deterioro o la desaparición porque “el material no estaba muy bien cuidado” y fue después de todo este proceso cuando le surgió la idea de contrastar todas esas imágenes originales con los lugares actuales.

 

Reconoce Baeza que no fue fácil encontrar los espacios originales que aparecían en las fotos, en algunos casos porque había que conseguir permisos e incluso la llave de edificios que estaba en manos del ayuntamiento, y otros porque eran casi irreconocibles. Incluso dentro de las instalaciones, al estar todo tan diferente, fue necesario contar con gente que supiera lo que había en cada lugar. En esa tarea de localización contó con la ayuda de dos profesores de la UCM, a los que da “las gracias infinitamente”, que son Tomás Bañuelos y Soraya Triana, porque “sin ellos no existiría la unión necesaria con el pueblo para hacer este tipo de proyectos”.

 

La fotógrafa confiesa que está “un poco viciada a esta forma de ver el mundo”, y en otros proyectos en los que trabaja actualmente contrasta también el antes y el después, de alguna forma, incluso en su propia casa “según van cambiando los espacios”. Y mientras sigue dando forma a su estilo personal, Baeza se encuentra en búsqueda activa de empleo, a ser posible que tenga alguna relación con la fotografía, sin descartar, por ejemplo, hacerse profesora.