IGUALES

La plaza Ramón y Cajal ha acogido el acto de homenaje "Ellas también son escuela Cajal"

La Complutense se suma al Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia

Texto: Jaime Fernández y Alberto Martín - 14 feb 2022 11:12 CET

La Universidad Complutense se ha unido, un año más, a la celebración del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, con una serie de actividades como una mesa redonda en la Facultad de Veterinaria, un concurso de relatos de la Facultad de Ciencias Físicas, un concurso sobre mujeres matemáticas de la Facultad de Ciencias Matemáticas, un homenaje a las investigadoras veteranas de la Facultad de Ciencias Biológicas, una exposición en la Facultad de Educación, un encuentro on line en la Facultad de Ciencias Geológicas, la lectura dramatizada de un coloquio de Erasmo en la Facultad de Filología o el acto en homenaje a tres investigadoras de la escuela de Ramón y Cajal, organizado por la Unidad de Cultura Científica y de la Innovación Complutense (UCC+i).

 

Margarita San Andrés, vicerrectora de Investigación y Transferencia, asegura que todos estos actos sirven para impulsar y poner de relieve la participación de la mujer en el ámbito científico en todas las áreas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Recordó que la situación actual no tiene nada que ver con la que vivieron aquellas pioneras que investigaron junto a Santiago Ramón y Cajal, ya que “la incorporación de la mujer cada vez es mayor”, aunque es cierto que todavía falta por visibilizar a muchas de las científicas que la Historia ha intentado relegar al olvido.

 

De hecho, esa ausencia de mujeres es lo que motivó el trabajo de investigación que ha desvelado a las tres neurocientíficas que trabajaron en el contexto de la escuela neurohistológica de Ramón y Cajal. Elena Giné, de la sección departamental de Biología Celular de la Facultad de Medicina, cuenta que cuando desarrollaron las Jornadas Cajal vieron que siempre aparecían fotos de varones ilustres, pero nunca salían mujeres. Ante esa desaparición de las mujeres Fernando de Castro, del Instituto Cajal retó a Giné y a sus compañeras, Carmen Martínez y Carmen Sanz, a investigar si hubo investigadoras en el entorno de Ramón y Cajal.

 

Las profesoras complutenses se pasaron un año y medio buscando documentación y dieron con una lista que había elaborado el propio Cajal con las personas que estaban en su escuela en el año 1922, de ellas 27 eran hombres y dos mujeres: Laura Forster y Manuela Serra. La primera de ellas, de origen australiano, colaboró con Cajal durante ocho meses, de hecho fue el Premio Nobel quien le sugirió que enfocase su investigación al estudio de la degeneración de las fibras nerviosas tras una lesión traumática de la médula espinal en aves. Ese trabajo está publicado en castellano y Cajal lo citó en varias de sus publicaciones.

 

La segunda de las mujeres destacadas, de acuerdo con Giné, es Manuela Serra, quien comenzó a trabajar con 17 años en el laboratorio de Ramón y Cajal, donde se encargó de elaborar preparaciones histológicas, pero también algunos dibujos y otras tareas. El propio Premio Nobel ayudó a que Serra publicase un artículo científico, que ella firmó en solitario, sobre las fibrillas intracelulares de células ependimarias y astrocitos en la médula espinal de la rana. Ante el talento de Serra, Cajal le ofreció a su madre costear sus estudios de Medicina, pero se declinó la oferta, y tras unos años en el laboratorio, en 1927 dejó el trabajo tras casarse.

 

Las investigadoras complutenses han rastreado también a otra mujer, María Soledad Ruiz-Capillas, quien no llegó a trabajar directamente con Cajal, pero sí con sus colaboradores más cercanos del Laboratorio de Fisiología Experimental. El currículo de Ruiz-Capillas presenta un increíble expediente académico como el número uno entre los aspirantes al puesto de alumno interno del Hospital de Beneficencia Provincial de Madrid. Se convirtió en la primera mujer médica que dirigió un balneario y entre sus principales estudios estuvieron los relacionados con los problemas del sueño, provocados por alteraciones en los centros diencefálicos. Tras la guerra civil se trasladó a Palma de Mallorca y ejerció como dentista.

 

Carmen Sanz informa de que información más detallada se puede encontrar en una exposición virtual que ha montado la UCC+i y que busca animar a todas las niñas y mujeres a embarcarse en el mundo de la ciencia. Añadió el rector Joaquín Goyache que “la ciencia y la igualdad de género son esenciales para conseguir los Objetos de Desarrollo Sostenible (ODS)”, y que nuestra Universidad debería ser “un paraíso de la igualdad, aunque sigue existiendo el techo de cristal y hay que seguir haciendo políticas activas para luchar por esa igualdad”.

 

Goyache reconoce que conseguir esa igualdad en oportunidades y derechos es uno de los compromisos de la UCM, aunque es una lucha que hay que empezar mucho antes, en la sociedad y en el entorno educativo preuniversitario donde ya se deberían fomentar las vocaciones científicas.

 

Concluyó el rector animando a visitar la web No More Matildas, creada en honor a Matilda Joslyn Gage, la primera activista en denunciar que” se han ignorado, de manera sistemática, los hallazgos de brillantes científicas a lo largo de la historia”.

 

Mesa redonda en Veterinaria con datos y experiencias

Los datos no dejan lugar a dudas. Las mujeres son minoría en las carreras científicas. Según datos de la ONU, la media en países desarrollados sitúa el porcentaje de mujeres que estudian Física en un 39%; Matemáticas, 37%; Informática, 19 % e Ingenierías, 19 %. ¿Por qué sucede esto? ¿Cómo se puede cambiar la tendencia? La Facultad de Veterinaria organizó este de febrero una mesa redonda on line para buscar algunas respuestas. Moderadas por la vicedecana de Investigación, María Arias, y la estudiante de Doctorado Paloma Martínez, la mesa reunió a Sonia Olmeda, profesora de Sanidad Animal en la UCM; Victoria Toro, directora de Comunicación de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT); María Teresa Paramio, catedrática del Departamento de Ciencia Animal y de los Alimentos de la Universidad Autónoma de Barcelona, y María Jesús Molina Cimadevila, veterinaria científica, como a ella le gusta denominarse, y fundadora y CEO de aprendecondanio.com

 

María Jesús Molina decidió hace unos años aparcar su trabajo como investigadora para volcarse en la divulgación y la promoción de la ciencia entre los escolares. Su proyecto, Aprende con Danio, lleva a los colegios los “increíbles” huevos transparentes de los peces cebra -Danio es el nombre de un pez cebra- para que hagan prácticas de laboratorio con ellos y después trabajen sobre ellos en las aulas. La experiencia está mostrando que son las niñas las que más y mejor se enganchan al proyecto. La pregunta es clara: ¿Por qué esas vocaciones no llegan a la universidad?

 

De acuerdo con María Jesús Molina, “la ciencia en la escuela no se presenta de forma motivadora. En primaria los profesores tienen miedo a las ciencias. Un proyecto de ciencias es intimidante para ellos y se termina presentando de manera muy teórica”. Aprende con Danio está demostrando -acaba de realizar un estudio sobre la percepción de la ciencia por género tras realizar la actividad, del que pronto saldrán los resultados exactos- que “a las niñas les gusta, que la ciencia es chula, mola. Conocer cosas nuevas es muy emocionante”.  La profesora Sonia Olmeda también es optimista y considera que con proyectos como el que lidera María Jesús Molina y también con otras muchas acciones que se están llevando a cabo en los últimos años, la situación va a cambiar y pronto se traducirá en la disminución de esa clara brecha de género que acompaña a los estudios científicos.

 

Victoria Toro, en cambio, no es tan optimista y cree ya ha pasado suficiente tiempo desde que se están denunciando estas situaciones como para que la tendencia ya hubiera cambiado. Toro tiene claro que el tiempo no va a arreglar esto, sino que serán las acciones, el trabajo de muchas, el que hará que las cosas se modifiquen. “Si no se actúa, no se arregla por sí mismo”, sentencia. Mayte Paramio se manifiesta en esa misma línea. “Se pueden hacer muchísimas cosas. Hay que hacerlas y las tenemos que hacer nosotras. No podemos esperar a que nos la hagan. Hay que denunciar, insistir en los cambios legislativos y en el cambio social”. Paramio también reclama “otro modelo de hombres” que ayuden en el camino, y, a su vez, la necesidad de “insistir en nuestros círculos, en llevar a cabo nuestra revolución personal”.