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El profesor del Departamento de Nutrición y Ciencia de los Alimentos de la Facultad de Farmacia de la UCM, Francisco José Sánchez Muniz

La disciplina durante toda la vida, la mejor herramienta contra la obesidad

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Aída Cordero - 12 ene 2022 11:57 CET

Los últimos meses de 2021 la Real Academia Nacional de Farmacia (RANF) ha acogido el VI Curso Avanzado sobre Obesidad y Síndrome Metabólico. Aspecto cardiometabólicos, dirigido por el profesor del Departamento de Nutrición y Ciencia de los Alimentos de la Facultad de Farmacia de la UCM, Francisco José Sánchez Muniz, y codirigido por Manuel Martínez Sesmero, jefe de servicio de Farmacia del Hospital Clínico San Carlos, y Ascensión Marcos Sánchez, directora del grupo de Inmunonutrición del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición del CSIC. Sánchez Muniz informa de que durante el curso se resaltó que la obesidad es la enfermedad metabólica más prevalente del siglo XXI, pero al mismo tiempo que es una enfermedad que tiene solución. Eso sí, para conseguir vencerla hace falta disciplina a largo plazo, no basta con las llamadas “dietas milagro”.

 

Comienza el año y uno de los propósitos más comunes es rebajar peso, para lo que muchas veces se incurre en dietas con las que no se consigue nada en absoluto o pueden acabar siendo perjudiciales para la salud. También puede ser que se abandonen rápidamente y uno pase a engrosar las filas de la obesidad, una enfermedad “promovida por un desequilibrio entre la ingesta y el gasto energético, junto con modificaciones en las concentraciones de factores metabólicos e inflamatorios y de condicionantes genéticos, epigenéticos y metagenéticos”.

 

De acuerdo con el profesor Francisco José Sánchez Muniz, en la sexta edición del curso que ha dirigido en la Real Academia Nacional de Farmacia, “se indicó que en la actualidad prácticamente 2.000 millones de personas presentan exceso de peso, mientras que el diez por ciento de los individuos del mundo son obesos. Además, la obesidad a nivel infantil y juvenil es tremendamente preocupante, ya que en muy pocos años, se calcula que habrá 70 millones de niños menores de seis años obesos, los cuales engendrarán niños con programación y hábitos obesogénicos”.

 

Además, la “obesidad no es sólo almacén de grasa y aumento de peso con cambios morfológicos y metabólicos relacionado, sino que es una enfermedad muy compleja donde hay cada vez más factores relacionados con la resistencia a la insulina y la disfunción endotelial, que induce múltiples problemas físicos, psíquicos y sociales”. A pesar de eso, Sánchez Muniz reconoce que hoy en día se tiene bastante seguridad de que “con disciplina se puede conseguir vencer a la obesidad”.

 

Opina el profesor de Farmacia que pérdidas de peso “se consiguen con las dietas siempre, o casi siempre, porque es verdad que hay aspectos genéticos que condicionan que algunos individuos, siguiendo los mismos regímenes con los que otros pierden nueve kilos, no pierdan absolutamente nada”. De todos modos, esos son los menos casos y lo que existe son herramientas para conseguir que el peso perdido no se vuelva a recuperar, “y ese es el gran objetivo, porque lo normal es que con las dietas se pierda peso, pero en un par de años se vuelva a ganar, incluso en individuos que están operados con cirugía bariátrica, de reducción de estómago”.

 

La solución y la realidad

Uno de los mensajes que más claro quedó en el curso es que esta enfermedad que se extiende por todo el planeta tiene solución, pero para ello hace falta “disciplina, moderación en el comer y actividad física”. Por desgracia, “la mayor parte de la gente se somete a un régimen de adelgazamiento de quince o veinte días, pero eso no sirve para nada, porque la perspectiva de la obesidad hay que hacerla a muy largo plazo, durante toda la vida”.

 

En el mundo actual, en el que la oferta de alimentos es muy grande, donde muchos de esos alimentos tienen componentes añadidos para incrementar su palatabilidad y su aceptación, donde no nos movemos, donde hay un estrés tremendo y el cortisol es un componente agresivo que mantiene la inflamación, “es muy difícil enfrentarse a la obesidad, y hasta el momento el fracaso es total a pesar de que tenga solución”.

 

Opina Sánchez Muniz que la lucha tiene que hacerse desde antes de la cuna, desde la propia gestación, porque ya hay evidencias científicas de que “la propia alimentación de la madre y su estado nutricional y fisiológico durante el embarazo y la lactancia están poniendo las piedras más básicas e importantes para asegurar que haya o no haya obesidad”.

 

Hay muchos datos científicos, de acuerdo con el profesor, de que la base de la lucha contra la obesidad está en la recuperación de la dieta mediterránea, algo que no ocurre y, por ejemplo, “la población infantil en España ya cuenta con un 18% de niños obesos, 4 de cada diez niños tienen exceso de peso, y en 15 años se ha incrementado del orden de un 15% la prevalencia del sobrepeso, llegando hasta ese 40%”. Frente a ello se están haciendo algunas campañas, como la estrategia NAOS contra la obesidad y la falta de actividad física, y los datos sugieren que se ha frenado algo el crecimiento, aunque “no hay ningún país en el mundo que en las últimas tres décadas no haya observado un incremento de la obesidad”.

 

Los ayunos intermitentes

Una de las dietas más de moda en la actualidad es el ayuno intermitente, sobre lo que habló en el curso Irene Bretón, médico del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, que habló de este concepto que se conoce desde hace mucho tiempo. De acuerdo con Sánchez Muniz antes el ayuno intermitente se utilizaba durante las dietas, y un día o dos a la semana, para forzar al mecanismo de pérdida de peso, se comían manzanas o menos de 400 kilocalorías, lo que “se considera un ayuno, porque se consume menos de lo que se gasta”.

 

Ahora, sin embargo, y basado en mecanismos de autofagia celular, la idea es darle al organismo la oportunidad de limpiar y reutilizar, porque básicamente “siempre estamos en un estado postprandrial, es decir que estamos comiendo todo el día, porque nos acostamos muy tarde, luego a las 7 de la mañana ya estamos desayunando, a media mañana tomamos algo y así todo el día, nuestro organismo siempre está en ese proceso postprandrial, con lo que se elevan los niveles de glucemia en sangre”.

 

Ese “mal ayuno intermitente” plantea algunas opciones, como que se puede comer durante ocho horas al día, con dieciséis horas de descanso. Asegura Sánchez Muniz que “está de moda, pero la evidencia de sus efectos es muy limitada, no hay datos de interacción con genética, no se sabe tampoco si puede ser una cronodisrupción, si puede afectar a la microbiota…”.

 

Asegura el profesor que la evidencia va a crecer de manera indiscutible, con muchos proyectos como el que van a realizar desde la Facultad con el Hospital de La Princesa, pero lo que sí recomienda es que cualquiera que quiera seguir este ayuno debería hacerlo durante una dieta.

 

Síndrome metabólico

Explica Sánchez Muniz que, normalmente, las personas que tiene obesidad tienen resistencia a la insulina, que es un factor clave relacionado además con afectación de los triglicéridos, del colesterol HDL (el conocido como bueno), de la hipertensión y produce una inflamación de bajo grado, aparte de mecanismos pro oxidantes, que hacen que haya oxidación en todo el cuerpo. El síndrome metabólico es ese conjunto de patologías que acontecen relacionados en la mayor parte relacionadas con la obesidad, pero de manera particular con la resistencia a la insulina.

 

De acuerdo con el profesor, los individuos que padecen este síndrome terminan sufriendo diabetes tipo 2, porque también hay alteraciones en el metabolismo de la glucosa. En cierto modo, “es inseparable de la obesidad, sobre todo la central, la que implica tener demasiado grasa alrededor de la cintura y es la que implica un incremento del perímetro abdominal, mientras que otro tipo de obesidades son mucho menos lesivas y están mucho menos relacionadas con mortalidad cardiovascular”.

 

Ahora mismo en España, el síndrome metabólico se da en uno de cada cinco obesos, que tienen esa obesidad central, así que “cuando se ataca la obesidad no se puede hacer sólo sobre el peso, sino que hay que intentar mejorar todos los aspectos que forman parte de ese clúster de patologías que conforman el síndrome metabólico.

 

Coronavirus

También está demostrada la relación entre obesidad y gravedad en pacientes con COVID-19, sobre todo en la primera ola, con los individuos que tuvieran síndrome metabólico u obesidad periférica. En ellos ya existía un incremento de mecanismos inflamatorios, lo que se unió al producido por SARS-CoV2, y “hay datos muy claros de paralelismo de similitudes entre la obesidad central con los efectos de la COVID-19, más en los hombres que en las mujeres, lo que está relacionado con la capacidad inmune de los individuos, porque las mujeres están más protegidas prácticamente durante toda la vida”.

 

En aquella primera ola se vio que había algo más de 30% de posibilidad de aumentar el grado de complejidad de la patología, de la necesidad de ventilación artificial, de prácticas especiales y de nivel de mortalidad para los que tenían obesidad periférica o síndrome metabólico, con respecto a los que no lo tenían. Además, “la obesidad implica cambios en la composición microbiota, que está relacionada con mecanismos inmunes, y eso hace que la susceptibilidad a infecciones se incrementa, así como las citoquinas y la pérdida de integridad en el colón”.

 

Parece incluso que la obesidad puede tener relación con enfermedades como el Alzheimer y otras neurodegenerativas, porque al haber una inflamación de bajo grado, no sólo ocurre en el intestino o en el hígado, sino que también ocurre en el cerebro y se promueven una serie de mecanismos relacionados con la resistencia a la insulina a nivel cerebral que conllevan que sea más factible la producción que agregan componentes que se relacionan con la disfunción neuronal.

 

En el curso, el director de la Clínica Centro, Pedro Guillén, habló también de la problemática que plantea la obesidad a nivel de articulaciones, fundamentalmente de las extremidades inferiores, que hacen que incluso el instrumental médico no se pueda utilizar a veces porque los individuos tienen un tamaño superior para el que esos instrumentos han sido creados.

 

Prevenir

Explica el profesor Sánchez Muniz que con esta edición del curso se ha dado un salto cualitativo, no tanto por la alta calidad de los ponentes, que es similar a la de ediciones anteriores, sino porque ha sido la actividad inicial de la Cátedra sobre Obesidad Novo Nordisk Pharma – RANF que se ha creado recientemente.

 

En el curso han participado 36 ponentes y se han inscrito 180 asistentes en un modelo semipresencial, tanto en la sede de la RANF como en formato on line, y se ha compuesto tanto de largas ponencias como de otras más cortas, impartidas por jóvenes investigadores de unos treinta años. Además. ha contado con créditos concedidos tanto por la Universidad Complutense como por la Comunidad de Madrid.

 

La conclusión fundamental del curso es que vamos hacia una dieta de precisión, personalizada, donde se trabaja con algoritmos, analizando polimorfismos básicos, ya que “hay dietas correctas que anulan los efectos negativos que pueda haber en su genética”. Lo más importante, de todos modos, es “vigilar y prevenir desde la cuna, a ser posible alargando la lactancia materna, siendo respetuosos con lo que la naturaleza nos ha dado y con la dieta sobre la que hay una evidencia científica enorme de que es saludable, que es la dieta mediterránea”.

 

El mensaje final de Sánchez Muniz implica “comer lo justo; cuidar el horario para terminar de comer tres o cuatro horas antes de meternos en la cama; mantener una dieta con una base plural, y movernos”. Una manera muy clara de saber si ha llegado el momento de empezar a preocuparnos es “si tenemos que soltar otro agujero del cinturón, porque lo más importante es controlar esa grasa a nivel abdominal, y se puede usar una cinta métrica sabiendo que en la población caucásica la medida para mujeres está en 80 centímetros y en hombres en 94”.