EN VERDE

Vicente Galván López, exdirector general de Economía Circular de la Comunidad de Madrid

La economía circular, clave para salvar el planeta

Texto: T. C. - 22 nov 2021 16:55 CET

El pasado 17 de noviembre tuvo lugar en la Facultad de Químicas la séptima jornada del ciclo de conferencias “Los ODS: desafíos medioambientales para un planeta con futuro”, dedicada en esta ocasión a la gestión de residuos y economía circular. Durante esta jornada se han tratado los ODS 11 “Ciudades y comunidades sostenibles” (particularmente la meta 11.6, relacionada directamente con la gestión de residuos urbanos) y el ODS 12 “Producción y consumo responsable” (metas 12.2, 12.3, 12.4 y 12.5, todas ellas vinculadas con la gestión sostenible, uso eficiente de los recursos naturales y la economía circular).

 

Inauguró la sesión Cristina Gómez López, técnico medioambiental del Consorcio Urbanístico de la Ciudad Universitaria de Madrid y secretaria de la Asociación de Vertidos Cero con una ponencia titulada “La gestión de los residuos urbanos: retos y desafíos”. Gómez realizó un breve cuestionario virtual sobre conceptos y hábitos básicos tales como: qué se sabe acerca de la gestión de residuos, sobre su recogida y sobre su tratamiento, una vez nos deshacemos de ellos. Tras ello, la ponente hizo referencia a la definición de residuo, entendiéndolo como “cualquier sustancia u objeto que su poseedor deseche o tenga la intención o la obligación de desechar”. La importancia de comprender esta definición hace que se caiga en la cuenta de que, vivir en una sociedad de consumo, se traduce en una sociedad de residuos. Y es que, la actividad antropogénica ha originado desde un inicio materiales de desecho, que, desde la revolución industrial, los ciclos naturales no han sido capaces de absorber.

 

Esto ha hecho que se hayan redactado leyes para tratar de revertir la tendencia de la sociedad de consumo, como la Ley 22/2011, del 28 de julio, de residuos y suelo contaminados, que establece la jerarquía de tratamiento de residuos en la que se compara la situación actual frente a la tendencia que se debería conseguir en el objetivo 2030.

 

Uno de los conceptos incorporado para la consecución de estos objetivos es la incorporación del concepto de “subproducto”, por el que los considerados como residuos pasarían a ser materia prima en otro proceso, pero a 2021 “queda mucho por hacer, las medidas que se están tomando por las autoridades competentes son insuficientes para lograr los objetivos 2030”. Existe legislación tanto a nivel europeo como estatal, autonómico y municipal, pero debe existir una coordinación entre todos los agentes involucrados en la gestión de residuos, de forma particular para los consistorios municipales, y tal y como apuntaba Cristina Gómez, “deben ofrecer como servicio obligatorio la recogida, el transporte y el tratamiento de los residuos domésticos generados en los hogares, comercios y servicios”, lo cual supone un elevado porcentaje de los gastos municipales (que puede llegar hasta un 50% de los presupuestos de algunos ayuntamientos).

 

Por otro lado, resulta imprescindible que para lograr los objetivos marcados para el año 2030, haya una transición desde la economía lineal predominante en la sociedad de consumo, en la que la cadena productiva no tiene en cuenta los residuos que se generan, hacia una economía circular. Como estado de transición entre estos dos modelos, se encuentra la economía del reciclaje, en la que, aun sin pensar a priori en los residuos que se generan, se diseñan estrategias para la gestión de los mismos, y que es la situación actual en los países desarrollados. Sin embargo, este modelo tampoco es sostenible, siendo necesario llegar hasta una economía circular en la que los considerados como residuos en unas etapas, sean materia primera en otras.

 

Cristina Gómez incidió sobre uno de los mecanismos básicos de la gestión de residuos urbanos, los Sistemas Integrados de Gestión (SIG), que son entidades sin ánimo de lucro (Ecoembes, Ecovidrio, Ecolec, Ambilamp…) que se coordinan con los ayuntamientos y otras entidades locales para colaborar de forma especializada en la recogida y tratamiento de residuos específicos, dándoles, si es preciso, un valor. La ponente aclaró a los participantes cómo se ha de reciclar de forma correcta, indicó las dificultades que puede suponer en ocasiones este proceso, ya que muchos productos son multimateriales, y dejó claro que “no todos los residuos se pueden reciclar”.

 

Para terminar la intervención, comentó los objetivos del pacto para una economía circular establecidos en DM 2018/851, entre los que se encuentran fundamentalmente aumentar el reciclado en peso a incorporar nuevas fracciones a separar en contenedores, al tiempo que se trabaja en la elaboración de una nueva ley de residuos en la que haya una mayor responsabilidad para los fabricantes a nivel de producción sostenible.

 

El segundo ponente fue Alberto Orío Hernández, jefe del servicio de control del Parque Tecnológico de Valdemingómez, perteneciente al Área de Gobierno de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid. Bajo el título “El tratamiento de los residuos urbanos de la ciudad de Madrid: el Parque Tecnológico de Valdemingómez” su ponencia se centró en cómo reducir al máximo los residuos, o en su defecto, aumentar el rendimiento de aprovechamiento de los mismos para fines de recuperación de materias o aprovechamiento energético.

 

Orío mostró cómo desde los años 60 ha crecido de forma continua los residuos generados en la ciudad de Madrid, con la única excepción de la crisis económica del 2008-2009. Según datos oficiales, en el año 2020 cada madrileño generó 340 kg de residuos anuales, lo que supuso un total de 1.133.798 toneladas anuales de residuos recogidos por los servicios municipales. El modelo actual de gestión de residuos en la ciudad de Madrid se basa en la recogida de los residuos de los ciudadanos por parte de los servicios de limpieza, su transporte y tratamiento en las instalaciones del Parque Tecnológico de Valdemingómez.

 

A partir de este punto, Alberto Orío dividió la gestión de residuos desde tres puntos del proceso: personas, servicios de recogida e instalaciones de Valdemingómez. En primer lugar, el papel de los ciudadanos y la concienciación de los mismos en el reciclaje es fundamental, ya que supone la primera etapa del proceso. Orío remarcó que es esencial separar cada residuo en su contenedor, y en el caso de duda, se ha de depositar en el cubo de tapa naranja, destinado a restos, para no contaminar el resto de fracciones. El conferenciante explicó con lujo de detalles la implantación del quinto contenedor de recogida selectiva (biorresiduos) y su importancia para conseguir los objetivos, de reciclaje y de depósito en vertedero de los residuos municipales, marcados por la Unión Europea.

 

A continuación, las diferentes fracciones de residuos son llevadas por camiones movidos con gas natural, a las instalaciones de Valdemingómez, situadas únicamente a 14 km de Madrid, lo que reduce la huella de carbono de dicho transporte. Aquí se llevan a cabo diferentes etapas, en las cuales se obtienen provecho de los residuos: clasificación, compostaje de la fracción orgánica (de la que se obtiene material bioestabilizado), biometanización (da lugar a biogás y a un digestato que se transforma posteriormente en compost), incineración (en donde entra en juego aquello que no es recuperable, produciendo energía) y, por último, el depósito en vertedero. Gracias a los tratamientos que se llevan a cabo en el Valdemingómez, se recuperaron más de 73.000 toneladas de materiales para su posterior reciclado (papel y cartón, plásticos, metales…) y se produjeron 14.000 toneladas de compost y bioestabilizado. Además, se produjeron 312.073 MWh de energía eléctrica y se inyectaron en la red gasista un total de 9.616.144 Nm3 de biometano, lo que cubrió un 45% de los costes de gestión de los residuos, que asciende anualmente a unos 75 millones de euros.

 

De acuerdo con los objetivos establecidos por la Unión Europea, en 2035 se tiene que lograr un 65% de reciclado de residuos municipales, al mismo tiempo que se debe reducir a menos del 10% los residuos municipales que se depositan en vertedero. En 2019, en Madrid, se enviaron a vertedero un 51% de los residuos tratados en Valdemingómez (686.900 toneladas), muy alejados todavía de los objetivos a medio plazo, lo que implica que prestar atención a los datos: la fracción resto supone un 58,56% en peso del total de los residuos que llegan a las plantas de gestión, los envases un 7,14% en peso, y los biorresiduos un 9,35%, cuando esta última debería suponer la mayoritaria. La recogida selectiva de biorresiduos es una de las principales bazas para aumentar la tasa de reciclado de los residuos municipales y disminuir la tasa de depósito en vertedero, pero todavía queda mucho camino por recorrer para lograr los datos objetivo de la UE.

 

Concluyo por tanto Orío, que la ciudad de Madrid tiene retos de futuro muy importantes, entre ellos que es necesario reducir la fracción resto llevando a cabo una mejor separación en origen; no contaminar otras fracciones, principalmente la orgánica, que perjudicaría mucho su uso como fertilizante; que el residuo no aprovechable para su reciclado material hay que intentar valorizarlo energéticamente, y por último, que hay que reducir al máximo la cantidad de residuos que lleguen a vertedero para minimizar los impactos por olores, por emisión de GEI y por contaminación a las aguas subterráneas.

 

Vicente Galván López, exdirector general de Economía Circular de la Comunidad de Madrid y exdirector del Centro de Competencia de Medio Ambiente de Ferrovial Servicios, cerró la jornada con su ponencia “La transformación de una economía lineal a una circular: retos, desafíos y oportunidades”. Galván inició su charla recordando que el modelo occidental de desarrollo basado en un consumo insostenible de recursos implica que “el 20% de la población consuma el 80% de los recursos, mientras que el 80% restante de la población tiene que vivir con el 20% de los recursos”. Y es que “la globalización del modelo industrial y energético no es sostenible, ya se que necesitarían varios planetas para sostenerlo”.

 

Galván hizo referencia a la química, más específicamente al símil termodinámico entre los residuos y la entropía (desorden) de un sistema, ya que, “como ocurre con cualquier sistema natural, el submundo de los residuos se comporta de la misma manera”. El “inicio” de un residuo tiene lugar en un cubo, en el que los componentes están “confinados”, y tras poner en juego grandes cantidades de energía, los residuos acaban “repartidos” en diversos grandes contenedores, en muchos casos en forma de multimateriales; aumentando por tanto la entropía, el desorden.

 

Relacionando de nuevo el tema con la termodinámica, Galván remarcó que en el ciclo que sufren los residuos existe un gran intercambio de energía, pero no de materia, y es que “no hay que olvidar que la Tierra es un sistema termodinámico cerrado, en el que se intercambia energía, pero no materia; mientras que la economía circular va de materia, que no deja de ser un estado de alta energía”.

 

Es lo que hacía mi abuela”, así definió el conferenciante la economía circular, porque, en definitiva, es darle un nuevo uso a objetos que se consideran residuo. De alguna manera se podría asimilar a lo que hace la naturaleza, que sabe perfectamente qué hacer con los residuos que genera, cómo gestionarlos y reincorporarlos en los ciclos naturales.

 

Por otro lado, también es importante tener en cuenta otros principios, en los que se valora el servicio prestado, sin la necesidad de adquirir en propiedad el objeto. El hecho de tener muchos residuos de la misma naturaleza y sin contaminar obviamente facilita mucho su valorización o reciclado.

 

Concluyó Galván su charla insistiendo en que es imprescindible cambiar el modelo, hay que repartir recursos en lugar de poseerlos, y además no se puede seguir “diluyendo los recursos en la basura”, ya que esto se traduce directamente en un desperdicio de recursos económicos.