DOCENCIA

Sesión inaugural del congreso

La educación crítica e inclusiva, más necesaria que nunca

Texto: Alberto Martín, Fotografía: Francisco Rivas - 27 sep 2024 16:07 CET

Este 27 de septiembre ha dado comienzo en el Auditorio Marcelino Camacho, situado en la calle Lope de Vega, frente al Museo del Prado, la tercera edición del Congreso Internacional de Educación Crítica e Inclusiva, Educrítica 2024, que organiza el grupo ECOLE (Estudios sobre Comunicación y Lenguajes para la Inclusión y la Equidad Educativa) de la Facultad de Educación-Centro de Formación del Profesorado de la Universidad Complutense. Como destacó la directora del congreso, la profesora Belén Sáenz-Rico, durante dos días -continúa este sábado en la Facultad de Derecho- maestros, profesores e investigadores de España, América Latina y Europa expondrán doscientas cincuenta y siete investigaciones y experiencias educativas con un nexo común: transformar la educación hacia un modelo emancipador, una escuela de todos, para todos y con todos, en el que el pensamiento y análisis crítico sirva para dar respuestas a los desafíos presentes y futuros, que son muchos y muy graves.

 

La inauguración de las jornadas contó con la presencia de la ministra de Infancia y Juventud, Sira Rego; del rector de la Universidad Complutense, Joaquín Goyache; del secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), Mariano Jabonero; del decano de la Facultad de Educación, Gonzalo Jover; las representantes de los sectores de enseñanza de CCOO y UGT, Isabel Galvín y Maribel Loranca, y la mencionada directora del Congreso, Belén Sáenz Rico.

 

Tanto la ministra como el rector coincidieron en sus discursos en la necesidad de promover la verdadera inclusión en la educación, un objetivo que, pese a los avances, aún lejos de alcanzarse. La ministra Sira Rego puso el acento en la segregación educativa que está vinculada a la situación económica de las familias de los estudiantes. “En España -afirmó la ministra de Infancia y Juventud- el acceso a la educación de calidad está condicionada por el código postal”. Hasta que esto no cambie, considera Sira Rego, no se podrá hablar de una inclusión real ni de igualdad de oportunidades, ya que “la educación pública es el espacio fundamental que ofrece a la infancia y a la juventud la oportunidad real de hacer frente a los desafíos del presente”. El objetivo de la escuela debe ser, de acuerdo con la ministra, formar personas “con pensamiento crítico y que sean útiles a la sociedad”.

 

El rector Goyache considera que las universidades deben abordar un proceso de “reflexión y compromiso”. “Debemos, como vais a hacer estos días -señaló el rector a los asistentes al Congreso-, reflexionar críticamente sobre las políticas, culturas y prácticas educativas hegemónicas, que en muchos casos perpetúan la exclusión y evitan el verdadero potencial de la inclusión en nuestras universidades”. Goyache reconoció que “a pesar de los innegables avances realizados, la universidad pública española sigue siendo en gran medida un espacio diseñado para servir a un grupo limitado, sin llegar a atender en su totalidad las profundas desigualdades de origen”. Lamentó que las políticas adoptadas en los últimos años en realidad han tratado “de incorporar a los excluidos sin cuestionar ni modificar los verdaderos cimientos de la institución, que a nuestro pesar perpetúan la desigualdad. En vez de modificar la estructura universitaria para hacerla más inclusiva desde su base, desde sus cimientos, lo que hacemos es crear pequeños espacios en el sistema en el que ciertas personas puedan encajar. Esto no es inclusión real, es tolerancia bajo ciertas condiciones”, agregó.

 

Para el rector complutense, la educación inclusiva “no debe limitarse a abrir la puerta de la universidad, debe transformar la experiencia educativa desde dentro. Para ello es necesario repensar el modo en el que enseñamos, cómo evaluamos y, sobre todo, como acompañamos en el aprendizaje, asegurándonos de que todas las personas, con todas sus diversidades y todas sus necesidades, puedan sentirse no solamente aceptadas, sino también valoradas y apoyadas en su proceso educativo”.

 

Pese a todas estas dificultades e, incluso, “contradicciones”, Goyache reivindica la universidad pública actual como un espacio de inclusión, en el que “jóvenes brillantes de todos los rincones del país y de muchos lugares del mundo, de diversas realidades y con diferentes sueños” se juntan, dialogan e intercambian ideas. No obstante, las universidades no deben olvidar que acceder a ella no puede ser un privilegio reservado a unos pocos, “sino un derecho que defendemos y promovemos. Sabemos que la educación es el más poderoso de los igualadores sociales y trabajamos cada día para derribar las barreras que aún impiden que este derecho sea pleno para todas las personas que desean ejercerlo. Este compromiso con la inclusión no es solo una cuestión de justicia social, sino sobre todo un imperativo ético que fortalece nuestra sociedad y enriquece nuestras instituciones educativas. Hoy más que nunca -concluyó el rector- la universidad pública debe ser un bastión de la equidad, un espacio donde cada estudiante sin importar su origen y condición tenga la oportunidad de desarrollar al máximo su potencial. Esto es lo que nos hace fuertes. Esto es lo que nos hace imprescindibles”.

 

 

Que el objetivo de la educación es “formar ciudadanos libres, críticos, comprometidos y solidarios”, como recordó Maribel Loranca, secretaria del sector de Enseñanza de UGT-Servicios Públicos, es un objetivo ya marcado en los años 20 del pasado siglo, y aún vigente. De acuerdo con Isabel Galvín, secretaria general de Enseñanza de CCOO Madrid, de hecho, en muchos momentos no ha sido así, sino prácticamente todo lo contrario. Como coincidieron ambas representantes sindicales, es la pedagogía crítica la que debe aplicarse no solo para transformar la escuela, sino también en la vida. Se trata, como resumió Galvín, de escuchar a quien está enfrente, de respetar al diferente, de actuar con humildad, de reconocer la valía del interlocutor. Así, con esa actitud, “se promoverán procesos para transformar la realidad injusta que vivimos”, concluyó la representante de CCOO.

 

Y es que, como subrayó el decano Gonzalo Jover, estamos en una época de “desánimo”, en el que los conflictos bélicos, la crisis climática o la polarización política, hacen caer a la sociedad en la “desesperanza y el miedo”, que también se transmite a la educación. La pedagogía crítica es la mejor herramienta para luchar contra ello, ya que de acuerdo con el decano, en realidad es la “pedagogía de la esperanza”, como la definió a finales del siglo pasado su principal referente, el brasileño Pablo Freire.  El decano destacó el hecho de que el congreso haya conseguido reunir al desaparecido Freire -a quien el congreso va a dedicar uno de sus plenarios-, y a quienes tras él han sido los principales referentes de este movimiento, Henry Giroux y Peter Mclaren.

 

El secretario general de la OEI, Mariano Jabonero, dedicó sus palabras a criticar los principales frenos que tiene, se podría decir que desde siempre, y hoy con especial fuerza, la educación: la falta de atención de los políticos y la insuficiente financiación. Jabonero criticó que en las grandes cumbres mundiales nunca, o al menos rara vez, se hable de educación, y que donde se hace, en foros como el de Davos, según señaló, lo hagan “filantrocapitalistas”, que se permiten dar lecciones. Otro enemigo que le ha surgido en los últimos tiempos a la educación, a juicio del secretario general de esta organización precisamente dedicada a la promoción de la educación, la ciencia y la cultura en Iberoamérica, es la tecnología. Internet y redes sociales han pasado de ser “parte de la solución a ser parte del problema” y la utilización de la IA en este ámbito corre el peligro de generar el “perfecto psicópata pedagógico sin sentimientos ni emociones”.