ÁGORA

El rector Joaquín Goyache impone el birrete de doctora honoris causa a Cristina Iglesias

La escultora Cristina Iglesias, nueva doctora honoris causa por la Complutense

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Francisco Rivas - 28 ene 2022 13:49 CET

Este viernes 28 de enero, en el Paraninfo de San Bernardo y dentro del acto académico de Santo Tomás de Aquino, la escultora Cristina Iglesias ha sido investida doctora honoris causa por la Universidad Complutense. Como es habitual en esta celebración, también se ha procedido a la investidura de una representación de doctoras y doctores de nuestra Universidad que han obtenido este grado en el curso académico 2020/2021. En esta ocasión, y por motivos de aforo debido a las restricciones de la pandemia, sólo acudió un representante por titulación, elegido por sorteo.

 

El rector Joaquín Goyache ha asegurado que en esta ceremonia “evidenciamos que hemos respondido con acierto a la responsabilidad que la sociedad nos adjudica, por varios motivos”. En primer lugar, por conmemorar al patrón de las universidades, del estudiantado y del profesorado, “símbolo de la enseñanza universitaria y de la difusión del saber”. La segunda razón es que “este es también es un homenaje al estudiantado, y aunque no vivimos tiempos fáciles”, en el pasado curso se han defendido 891 tesis doctorales, 226 de ellas con mención internacional, 6 con mención industrial y 7 con convenio de cotutela con otras universidades europeas y americanas. Añadió Goyache que “la labor investigadora es siempre un trabajo ilusionante y de largo recorrido, lleno muchas veces de contratiempos y dificultades, y finalmente pleno de alegrías y éxito”.

 

La tercera razón es la incorporación de una nueva doctora honoris causa a nuestro claustro universitario, en este caso la escultora Cristina Iglesias. De acuerdo con Goyache, estas incorporaciones, “con ayuda de su trabajo ejemplar nos ayudan a la expansión del conocimiento y permiten que las enseñanzas de esta universidad lleguen todavía más lejos”.

 

Elena Blanch, decana de la Facultad de Bellas Artes y madrina de la investidura, ha definido en su laudatio a Cristina Iglesias como a “una de las artistas españolas más internacionales de las últimas décadas” y se ha congratulado de que “las artes sean una parte necesaria e imprescindible de una universidad con futuro de excelencia e implicación social”. También el rector considera que Iglesias es “una figura esencial para entender el arte contemporáneo de nuestro país”, “interesada en el arte, la ciencia y la arquitectura, ha sabido aunar sus pasiones para realizar un trabajo hermoso, que tiene un lenguaje propio y que despierta la conciencia de aquellos que lo admiran”.

 

Añade Blanch que siempre ha existido en la carrera de Cristina Iglesias una fascinación por la ciencia, y “al abordar la creación de su obra lo hace con el rigor de un investigador, y cada una de sus esculturas o dibujos son, en sí mismas, un proyecto de investigación”. Por ello, expande su trabajo hasta convertirlo en una experiencia física, construye espacios que dialogan con el entorno que nos rodea, utilizando el movimiento del agua o la luz y la sombra, y transforma el concepto de escultura, integrándolo con la instalación, creando lugares en los que introduce al público, invitándonos a contemplar los edificios y los espacios que hay entre ellos.

 

La propia Cristina Iglesias explica que en el desarrollo de su obra diferentes ideas han sido fundamentales, y las ha llegado a entender como parte y razón de la misma. Reconoce, al mismo tiempo, que desde el comienzo le interesó la posibilidad de construir un lugar, porque construir espacios en los que estar y pensar podría tener sentido más allá de la funcionalidad literal, conociendo que los significados pueden surgir en la conciencia de cada espectador.

 

Para Iglesias, “la poesía no es sólo un objeto, sino un territorio, un lugar para ser habitado”, y eso le hizo experimentar con elementos que emanan de la arquitectura, lo que le llevó a hacer esculturas que eran una esquina, una pared, un techo, creando piezas de hierro y alabastro que significan cobijo, que “puede servir para encontrarnos, pero también para estar solos, en esa soledad donde uno mismo se convierte en sujeto y objeto de percepción y conocimiento”.

 

Cree la nueva doctora honoris causa que “la naturaleza estática e inerte de los objetos escultóricos desaparece con la mirada y el movimiento del espectador”. Por ello, entre sus muchas obras ha creado algunos espacios que te invitan a entrar, pero sin permitir el acceso, de tal manera que la obra se proyecta en la imaginación del espectador, y el uso de materiales como el acero pulido y el agua permiten incluso que el espectador se incorpore dentro de la obra.

 

Arquitectura y escultura

Elena Blanch explicó que la obra gráfica de Iglesias rompe los límites del grabado convencional, llevándonos a disfrutar de una nueva experiencia emocional e intelectual, pero “siempre con el espectador en el centro de la creación artística. Siempre son un lugar donde olvidarse de todo y entregarse a sentir”. Señala Iglesias que la fotografía y el dibujo construyen otra arquitectura inventada, son estudios, pero a la vez obras en sí mismas, que “hacen irreversible la relación entre imagen y espacio, y permiten profundizar entre lo interior y lo exterior, entre la arquitectura y la escultura”.

 

Insiste Iglesias en la idea de que, “la mirada no es una acción estática, sino que en ella está involucrada la distancia y el movimiento”. La distancia hace abstractos los elementos que construyen la propia obra, pero cuando te acercas el detalle provoca tu atención, y en esos detalles ha construido ficciones con elementos de la naturaleza, reuniendo algo que se reconoce, pero no se llega a identificar completamente.

 

Tras glosar sus muchos premios y méritos, Blanch aseguró que la artista sigue arriesgando cada día e incrementa su compromiso social, con su tierra y con los maestros como se ve en la obra Hondalea, situada entre el Peine de los Vientos de Chillida y la construcción vacía de Oteiza. Añade Iglesias que “las obras no viven en el vacío, viven en el mundo, en el tiempo, moldeadas por el espacio que ocupan, así que toda obra pública es sensible al tiempo que tiñe las posibilidades de su percepción y su lectura, convirtiendo al tiempo casi en un material más”.

 

En referencia a Hondalea, asegura que la bahía de la Concha, de su San Sebastián natal, se le apareció como una de las más bellas plazas públicas y allí construyó esa obra que es “una metáfora amenazante y furiosa de la naturaleza, que nos permite pensar en nuestra fragilidad y en la necesidad de considerar a los seres no humanos y al planeta como nuestros aliados”.

 

También Blanch resaltó que la defensa del mundo natural es un elemento recurrente en la trayectoria de Iglesias, quien entiende que “el arte debe ser un grito de defensa de lo que más merece la pena: cuidar el planeta, sus seres y sus gentes”. En su presentación, la propia Iglesias mostró una de sus obras, una escultura submarina que es “un laboratorio para el crecimiento de la vida bajo el mar”.

 

Por todo ello, concluyó la decana de Bellas Artes: “Gracias por enseñarnos a mirar, por provocar nuestra emoción, por descubrirnos lo que de verdad importa, por abrirnos las puertas hacia otras tierras y mundos, por empujarnos hacia un planeta con futuro y, sobre todo, gracias por la belleza de tu obra”.