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"La infiltrada" o cómo una película puede evitar que se arranque una página del libro
Texto: Alberto Martín, Fotografía: Jesús de Miguel - 14 jul 2025 16:36 CET
De todas las películas que ha producido María Luisa Gutiérrez –y no son pocas, entre ellas todas las sagas de Torrente, Padre no hay más que uno o A todo tren, por citar algunas de las más taquilleras- ninguna le ha hecho estar más orgullosa que La infiltrada. “Me dijo Irene Villa que no es una cuestión de perdonar o no, que eso es algo personal, que lo que las víctimas no quieren es que se arranque la página del libro, que la gente la leo o no, pero que la página esté. Eso es lo que ha logrado la película, revitalizar la historia, que los jóvenes sepan qué es lo que hacía ETA”, comparte la productora en su participación en el curso de verano complutense “Retos actuales en la lucha contra el terrorismo y en la solidaridad de las víctimas”, coorganizado por la Asociación de Víctimas del Terrorismo.
La infiltrada –Goya 2024 a la mejor película- nace en 2017 cuando un amigo policía –que se jubiló la semana pasada, pero que me prohibió que le identificase- “me contó la historia con admiración total a los cuerpos de seguridad del Estado, tanto a la Guardia Civil, como la Ertzaina y la Policía Nacional, por lo que hicieron durante todos aquellos años”. La historia, la de una policía nacional que se infiltró durante 8 años en la banda terrorista hasta conseguir desarticular el Comando Doností no era un secreto –se llegó a publicar en Gara, aportando incluso el nombre de la policía- pero sí conocida por muy pocos. “Esta película hay que hacerla, esta historia hay que contarla”, contestó María Luisa Gutiérrez a su amigo.
Y se puso manos a la obra. Su primera intención fue hablar con la propia policía infiltrada, pero la respuesta fue negativa. Sí, podían darla acceso a personas que participaron en el operativo. Aceptó porque la cinta guardaría su esencia: quería que por primera vez una película sobre ETA fuera contada desde la óptica de la policía. Otra preocupación eran las víctimas. Querían que fuesen las primeras en ver la película, incluso dándolas la posibilidad de modificar los planos que considerasen. En principio solo pensaron en dar la oportunidad a los familiares de Gregorio Ordóñez –cuyo asesinato reproduce de manera magistral la película-, pero finalmente se vio la conveniencia de hacerlo a todas las víctimas a través de la AVT. Esa proyección en Vitoria, recuerda la productora que le dio a ella la oportunidad de conocer lo que sienten las víctimas y sus familiares, de descubrir su soledad. “Es algo que en lo que nunca había pensado, ni siquiera cuando hacíamos la película”. Fue por ello por lo que en sus palabras de agradecimiento al Goya, la propia María Luisa Gutiérrez pronunció una frase que fue muy comentada. “Dije que la memoria histórica reciente también es memoria histórica. No lo dije con ningún matiz político, sino por mero sentido común”, afirmó.
La acogida de la película tanto por la AVT como por la Policía Nacional fue muy positiva. “Cuando la vimos, le dimos un 11 sobre 10”, afirmó Sebastián, policía ya retirado y víctima del terrorismo, presente en el curso. No tanto en algunos círculos, “ya sabemos próximos a qué”, que pidieron a gente que no participara porque “la historia de los vascos la cuentan los vascos”. Sin embargo, “la película –valora Gutiérrez- ha funcionado muy bien en el País Vasco, lo que me resulta muy sanador. Que hubiera colas en los cines de muchos pueblos el primer fin de semana… Fue muy bonito”.
La productora insiste en que su mayor orgullo es que la película haya enseñado a generaciones, como a la que pertenecen sus hijos –de padre vasco-, que pasó aquellos años y que haya vuelto a poner el tema en los medios de comunicación e incluso haya animado a poner en marcha nuevos proyectos cinematográficos sobre ese mismo tema. A Gutiérrez le parece que más allá de intentar o no aprovechar el éxito comercial de La infiltrada, es normal que se quieran hacer películas sobre unos hechos que se sucedieron durante 40 años y de los que se han contado insuficientes historias. Como reconoció, su propia productora –Bowfinger, creada junto a Santiago Segura- “estemos desarrollando varias historias que pretenden seguir haciendo foco en aquellos años”.