DEPORTE

Saul Craviotto y Mireia Belmonte, abanderados de España en los Juegos Olímpicos de Tokio

La odisea de unos Juegos Olímpicos marcados por la COVID-19

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: COE - 14 jul 2021 16:55 CET

Los Juegos Olímpicos de Tokio van a ser los más peculiares de la Historia. El gobierno japonés ha decidido que se jueguen sin público, ni siquiera local, y además ha impuesto una serie de restricciones a los deportistas que convertirán lo que es habitualmente una fiesta del deporte en un mundo lleno de normas en el que será muy difícil moverse. Pilar Martín Escudero, de la Escuela de Especialización Profesional de Medicina de la Educación Física y el Deporte de la Universidad Complutense, y miembro de la Comisión Médica del Comité Olímpico Español, ha sido elegida para ir en el equipo médico del equipo olímpico y nos cuenta lo complejo que está siendo, y que va a ser, todo el protocolo.

 

Todos los que van a ir a los Juegos de Tokio, que en la delegación española son cerca de 500 personas, de las que un gran número son deportistas, han tenido que bajarse dos aplicaciones con anterioridad. Con una de ellas hay que tomarse la temperatura durante los catorce días previos al viaje y además rellenar un informe de que uno no tiene síntomas, ni tampoco su familia ni con las personas que ha estado. En el caso de los médicos están vacunados todos hace ya tiempo, pero por si acaso se han pasado todo este tiempo previo con la mascarilla puesta y guardando las distancias.

 

La otra de las aplicaciones detectará si se ha tenido algún tipo de contacto, aunque sea breve, con alguien con síntomas una vez estén en la Villa Olímpica, donde la mascarilla será imprescindible todo el tiempo, excepto para dormir y entrenar.

 

Mucho antes de llegar a Tokio, de todos modos, hay que pasar por una serie de tests, aunque todos los miembros de la delegación española ya estén vacunados. La semana previa a coger el vuelo burbuja, en el que volarán sólo miembros de la delegación española, hay que hacerse dos PCR, siguiendo el protocolo japonés. Además hay que alojarse un día antes del vuelo en un hotel y desde allí ir al aeropuerto.

 

Una vez en Japón les harán un nuevo test de antígeno de saliva, que tiene que ser negativo, porque si es positivo lo repiten, y si vuelve a ser positivo se hará una PCR y si esta vez es positiva ya no le dejarán al deportista entrar en el país. Los deportistas que vienen de la Eurocopa tienen que sumar otra PCR más.

 

Para coordinar toda la información, el Comité Olímpico Español ha creado un sistema para nuestra delegación, con un cuestionario epidemiológico, aprobado por el Comité de Ética del Hospital Clínico, que permite hacerlo todo on line, para llevar los dosieres de todos los que viajan a Tokio. Con ese cuestionario se puede conocer que todos están vacunados, que no tienen ninguna alteración, que no han tenido contactos y que si han pasado la COVID no les ha dejado secuelas. Esto no es sólo para los deportistas, también para los técnicos, oficiales, entrenadores… En definitiva, para todo el conjunto de gente que va alrededor de un deportista.

 

Al entrar finalmente en Japón, los deportistas y algunos miembros de la delegación, como los médicos, irán a la Villa Olímpica, aunque tienen prohibido coger el transporte público y lo harán en autobuses específicos que pone la organización.

 

Allí, todos los días se volverán a hacer tests de antígenos, controlados por un Delegado COVID, nombrado por el COE. Y aunque todos los españoles estén ya vacunados, de las 11.000 personas que se reunirán allí muchas van de cientos de países donde la vacuna no está tan extendida. A los que no lo están les van a vacunar allí, con las vacunas rusa y china, probablemente, pero no serán totalmente efectivas por los tiempos que requiere la vacuna para hacer inmunidad.

 

A los que den positivos dos veces a un test de antígeno y a una PCR se les trasladará a un hospital, ubicado en la Villa Olímpica, que llaman Hospital de la Fiebre, de donde no se podrán mover durante quince días, aunque no está claro si eso afectará a los que hayan tenido contacto con ellos. Habrá sitios donde los contactos serán inevitables, como el comedor o el gimnasio, donde entrenarán sin mascarillas.

 

A todo esto hay que sumar el gran esfuerzo que ha supuesto para algunos deportistas a los que estos Juegos, ya retrasados, les ha pillado al final de su carrera deportiva, como Jesús Ángel García Bragado, y además el calor que va a hacer en el país. Las pruebas de atletismo, por ejemplo, no se van a poder hacer en Tokio, sino en Osaka, porque en la capital hay un 86% de humedad. Se tenían previstas máquinas de hidroterapia para mantener el frío, pero con la COVID no se pueden utilizar, así que se va a intentar un sistema casero con toallas humedas, frías y refrigeradas.

 

Y, por supuesto, no hay que olvidar que entre medias se realizarán tests antidopaje a los deportistas, que entre unas cosas y otras tendrán poco tiempo para socializar, o al menos eso es lo que desearían las autoridades japonesas. Algo que no será fácil, más que nada porque las habitaciones son pequeñas, de 2x3, así que no se puede hacer mucha vida en ellas, y porque no se le puede decir a gente joven que no hable con los demás.

 

La cantidad de personas que se van a juntar allí hace prever que habrá positivos que quizás trastoquen todavía más la dinámica de estos Juegos. ¿Qué pasará si un deportista, o alguien de un equipo que está en una final, da positivo? ¿Se confinará a todo el equipo? ¿Sólo al afectado? ¿Qué ocurrirá con la prueba?

 

A la espera de ver qué nos deparan estos Juegos que comienzan el 23 de julio, deseamos que todos nuestros olímpicos regresen bien y, si puede ser y aunque en esta ocasión sea algo secundario, que se traigan un buen número de medallas.