DEPORTE

Pablo Lavandeira

Pablo Lavandeira, estudiante de Ingeniería Informática, campeón de Europa de baloncesto en silla de ruedas

Texto: Raúl Belinchón, Fotografía: Steffie Wunderl @steffie_wunderl_fotografie - 14 nov 2025 09:32 CET

En el año 2021, Pablo Lavandeira Poyato, estudiante de Ingeniería Informática en la Universidad Complutense de Madrid,  se proclamaba campeón en el Europeo Sub-22 de Baloncesto en Silla de Ruedas. En este 2025, a sus 25 años, y tras cerrar un ciclo de seis temporadas en el CD Ilunion – que cerró con el triplete nacional (SuperLiga Fundación ONCE, Copa del Rey y Supercopa de España)–, Pablo puso el pasado 18 de octubre el broche de oro a la temporada, escribiendo su nombre en las páginas de historia del baloncesto español. La Selección Española de baloncesto en silla de ruedas (BSR) se proclamó por primera vez campeona de Europa tras vencer ante Gran Bretaña (72-69) en la final disputada en Sarajevo (Bosnia-Herzegovina).

 

- Pablo, enhorabuena por este nuevo hito conseguido. ¿Cómo te sientes tras cumplir un sueño de este calibre? No todo el mundo puede decir que es campeón de Europa con la selección española…

- Ahora mismo, unas semanas después de ese gran hito, creo que sigo sin asimilarlo. Es cierto que mi vida no ha cambiado ni ha habido un giro drástico, pero está claro que es algo grandioso que, a día de hoy, solo 12 jugadores de España de BSR podemos decir que lo hemos conseguido. Era un título ansiado por todos los jugadores que han ido pasando por la selección y este año, por fin, hemos podido lograrlo y alzarnos con él.

 

- Es además un logro histórico, pues es la primera vez que la selección se alza con el título de campeón europeo. Hasta el momento se había llegado a la final en tres ocasiones (París 1995, Walbrzych 2019 y Róterdam 2023) siendo subcampeones. ¿Tiene un sabor aún más especial por este motivo?

- Sí. La verdad que del último minuto del partido ni me acuerdo. En aquel momento no era consciente de que íbamos por delante ni de que ya se estaba acabando. Es un sueño conseguido después de un verano muy trabajado y largo, sacrificando muchas cosas, y tiene una recompensa mayor con un sabor diferente al resto.

 

- ¿Qué significa para ti este título?

- Pues personalmente tiene incluso un significado mayor por la forma en la que los hemos conseguido y por quiénes lo hemos logrado. Estamos hablando de una selección que ha hecho un relevo generacional, que llevaba llamando a las puertas desde hace años, y que por fin ha dado el salto. Además, esas nuevas incorporaciones son grandes amigos míos, con los que he llorado, reído y con los que he compartido muchos momentos especiales de mi vida, incluso vacaciones. Entonces, conseguirlo con “tu gente”, con tus amigos con los que te has criado, tiene un significado aún más especial.

 

- Completasteis un campeonato perfecto, con 8 victorias en 8 partidos. ¿Cuánto trabajo hubo detrás de ello?

- El verano ha sido muy largo: muchos torneos, muchas horas de entrenamiento y muchas horas fuera de casa… Desde que se acabó la temporada con el CD Ilunion y empezó la temporada de selección han pasado 130 días, de los cuales 90 los hemos pasado juntos entrenando. En cuatro meses y diez días he estado fuera de casa tres meses completos… Es una barbaridad. Para ser sinceros, cuando nos reuníamos y mirábamos el torneo no nos poníamos ni entre los 4 primeros. Nuestro objetivo era claro: clasificarnos para el Mundial de Canadá del año que viene. Solo se clasificaban los cinco primeros de manera directa, aunque luego puedes clasificarte a través de una repesca. Si te pones a pensarlo ese objetivo ya era complicado: 12 equipos, todos luchando por lo mismo, y en el partido de cuartos de final te la juegas a un único partido. Si lo ganasm puedes soñar; si no, tienes la obligación de ganar dos partidos más.
Finalmente el torneo nos salió redondo. Nos lo pasábamos super bien dentro de la pista y eso se notaba. Pero es que fuera de pista nos lo pasábamos aún mejor. Estábamos todo el rato como niños: jugando a juegos de mesa, yendo a la piscina, al spa… Es muy complicado que, después de tanto tiempo juntos entrenando a un altísimo nivel, no hubiera malos rollos ni nada, y eso lo hemos conseguido. Solo nos tocaba disfrutar y el deporte luego nos pondría en nuestro sitio.

 

- También a nivel clubes, este último año, ha sido espléndido: con el CD Ilunion conseguiste el triplete nacional y únicamente se os escapó la Champions Cup. Y, además, has logrado el subcampeonato con España en el Mundial de Sudáfrica BSR 3x3; el oro en la Universiada 2025 BSR 3x3; y el Campeonato de España BSR 3x3 con los Caimanes on Wheels – equipo que formas junto a otros internacionales como Ignacio “Pincho” Ortega, Adrián García Ingelmo y Paco García Quiles – donde fuiste elegido MVP del torneo… ¡Al año 2025 no le puedes pedir mucho más!

- La verdad es que le puedo pedir poco… Quizá, por poner la “puntillita” diría esa ansiada Champions Cup que se nos escapó y es una espina que llevo clavada. BSR Amiab Albacete demostró la razón de por qué a día de hoy son los “reyes de Europa” y justos ganadores.  A nivel personal habría cambiado algunas cosas, como haber disfrutado un poco más y no haber permitido que mi mente me jugara malas pasadas… pero forma parte del entrenamiento: la parte psicológica. Ahí entra mi psicólogo, Pablo Jiménez, al que estaré eternamente agradecido porque consiguió que cambiase la perspectiva y pudiera disfrutar más del deporte y de la temporada, que al final se me hizo complicada.

 

- Después de seis años en el CD Ilunion, comienzas una nueva etapa con el BBK BIDAIDEAK, que te ha llevado a trasladarte a Bilbao. ¿Qué esperas de esta nueva etapa?

- Salir de la zona de confort es algo que te hace crecer, siempre, aunque salga mal. Este año noté que mi etapa en CD Ilunion, en Madrid, había terminado o, al menos, que había llegado el momento de poner un punto y aparte. Nunca un punto final, porque la puerta siempre estará abierta.Era el momento de buscar nuevos retos, tener más responsabilidades dentro del equipo y seguir creciendo, y creo que Bilbao me lo puede ofrecer. Siempre estaré agradecido a CD Ilunion y a Madrid, porque llegué siendo un niño y me voy habiendo cambiado drásticamente mi forma de ser, habiendo madurado en todos los aspectos de la vida. Desde el primer momento que llegué me sentí como en “casa”, y eso es complicado, y más con 19 años.

 

- El pasado 22 de octubre remitiste una carta a la Universidad Complutense agradeciendo “a su profesorado, personal administrativo y a toda la comunidad universitaria” el apoyo, la compresión y el cariño mostrado durante estos años en tu formación en el Grado de Ingeniería Informática. En ella destacas que “gracias a la confianza, las facilidades y la sensibilidad” que te ha brindado esta Universidad, has podido compaginar tus estudios con tu carrera deportiva. ¿Qué importancia das a tu paso por la UCM?

- Siempre he creído y defendido el poder que tiene un docente, tanto para bien como para mal. Si lo piensas, pasamos casi más tiempo entre profesorado que con nuestra familia. Al final tener una familia docente como la de la Facultad de Informática UCM es un privilegio y una suerte, porque te hacen sentir arropado y que nunca estás solo. Siempre tienes una mano tendida para poder sostenerte si las cosas van mal.  Soy de agradecer y de hacer partícipes a la gente que realmente ha tenido un impacto en mí, tanto deportivamente como en la faceta estudiantil y la vida misma. Y si yo he llegado hasta aquí, hasta conseguir este campeonato de Europa, es por la suma de diferentes factores en los que yo soy el protagonista, pero hay multitud de actores secundarios que tienen su peso. Me gustaría hacer una mención especial a Raquel Hervás, profesora y vicedecana de Estudios y Calidad de la Facultad, pues, desde que llegué con 19 años, ha sido un apoyo en todo lo que he necesitado. Su función en el órgano de gobierno de la Facultad es fundamental. Siempre le estaré agradecido.

 

- En esa misma carta también señalas que este éxito “no es solo personal ni deportivo, sino también académico y humano”. ¿Por qué lo sientes así?

- Por lo comentado anteriormente. El resultado es la suma de diferentes factores. Es como un plato de comida: siempre hay un ingrediente principal, pero sin la suma del resto de especias no sabe igual. Si a mí no se me hubieran dado las facilidades para poder compaginar mi vida deportiva con la académica, no habría llegado hasta este punto. Es esa suma de muchas pequeñas cosas y muchos pequeños detalles.

 

- Al final de la carta, destacas que la UCM demuestra que “la educación inclusiva, el esfuerzo compartido y los valores humanos pueden convivir con la excelencia académica”.

- Si nos preguntas a los deportistas cómo nos imaginamos nuestra “universidad soñada” posiblemente se asemeje a alguna de EE.UU, dónde el deporte es un pilar fundamental de la vida académica. Creo que la UCM puede parecerse un poco a esas universidades estadounidenses. Si bien creo que seguimos lejos de esa forma de ver el deporte y la universidad, creo que la UCM puede estar orgullosa de su visión.

 

- ¿Qué más ha cambiado en ti desde que llegaste a la UCM?

- A nivel personal, yo llegué como un chico introvertido, que le tenía miedo casi a vivir, y me voy como una persona muy social que le gusta relacionarse con todo tipo de personas y que disfruta de las experiencias nuevas.

 

- En 2021, señalabas que en el ámbito universitario se fomentaba el deporte, pero no lo suficiente. ¿Ha cambiado algo desde entonces? ¿Y el fomento del deporte adaptado por parte de Federaciones e instituciones?

- Diría que estamos en el mismo punto. No es un punto malo, pero podría ser mejor y se debería fomentar más. Es lo que he dicho antes sobre el deporte en las universidades estadounidenses. En el caso del deporte adaptado, está creciendo y evolucionando a ser un producto que pueda vender y no ser el deporte que hacen “los pobrecitos para pasar el rato”. Vamos en buena dirección, pero seguimos necesitando a toda la sociedad para que siga creciendo. Sigo animando a todo el mundo a que vean deportes adaptados al más alto nivel y que disfruten sin ningún tipo de estigma: somos deportistas profesionales y solo queremos que nos traten como tal.

 

- ¿Esperas que este oro europeo sirva para aumentar la visibilidad del deporte adaptado?

- Espero que sí. Y que también sirva a las instituciones y a empresas privadas para que empiecen a apostar por el deporte adaptado, por equipos inferiores o escuelas. Que fomenten el deporte adaptado, sea cual sea.

 

- Y en cuanto al grado de Ingeniería Informática, ¿además de los conocimientos en la materia, qué ten llevas?

- Todo lo que he aprendido en la carrera y en el deporte se puede aplicar en uno u otro ámbito: el trabajo en equipo, el esfuerzo, el sacrificio… Son valores que aprendes en la universidad y en el deporte, y que los vas a tener latentes en muchos más ámbitos de tu vida diaria.

 

- ¿Para concluir, qué mensaje te gustaría transmitir a otros estudiantes y deportistas que luchan por compaginar sus sueños con la universidad?

- No quiero mandar un mensaje confuso de que va a ser fácil y que no va a haber días malos Sería mentirles y hay que venderles la realidad como es. Es difícil compaginar un deporte profesional, que es como un trabajo, con una carrera universitaria… Pero es posible. Con muchos, muchos sacrificios, pero es posible. Siempre te va a tocar poner el foco en lo que consideres más importante y, en base a eso, darle más prioridad a una cosa u otra. Lo que está claro es que una carrera universitaria nunca es una carrera de sprint: es una carrera de resistencia.