ESTUDIANTES

Los participantes en el campamento Lamarr de Vacaciones, posan con el rector Joaquín Goyache en la sede de los Cursos de Verano de El Escorial

Lamarr de Vocaciones, el campamento de la UCM para promover vocaciones universitarias

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Jesús de Miguel - 14 jul 2022 08:28 CET

Por segundo año consecutivo, la Universidad Complutense, en colaboración con la Fundación Tomillo, la Fundación Dadoris y los servicios sociales del Ayuntamiento de Madrid, y con la cofinanciación del Consejo Social de la UCM, ha celebrado el campamento Lamarr de Vocaciones. Renombrado a partir del patronímico de la famosa actriz e inventora del wi-fi, Hedy Lamarr, el campamento reúne a una treintena de estudiantes de bachillerato, entre los que hay varios refugiados de la guerra de Ucrania, para que conozcan de primera mano la vida universitaria. La coordinadora del campamento, Mercedes Echaide, asesora del vicerrectorado de Estudiantes para la Orientación Universitaria y el Aprendizaje Colaborativo, informa de que el resultado de este campamento es totalmente exitoso, ya que todos los participantes en la primera edición están matriculados en alguna universidad.

 

De manera oficial, estas jornadas de encuentro universitario tienen un programa de actividades que “busca la exploración de vocaciones y la motivación de los estudiantes desde un planteamiento activo-participativo, acompañándolos en un acercamiento al mundo de la ciencia a través de distintas experiencias dentro del campus universitario durante dos semanas”.

 

Un planteamiento que, de acuerdo con Mercedes Echaide, este año se ha ampliado a las humanidades con talleres como uno de malos entendidos, impartido por una profesora de Semántica de la Facultad de Filología. La coordinadora reconoce que ha sido “muy divertido, porque tiene mucho que ver con las maneras que tenemos de responder cada uno a una pregunta, ya que se puede suscitar una discusión o no según interpreta cada uno una respuesta según su background cultural”.

 

Entre las novedades de esta segunda edición ha habido un taller de primeros auxilios en la Facultad de Enfermería y otro de reanimación, que fueron eminentemente prácticos; se ha hecho una visita al Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, acompañados y guiados por estudiantes del doble grado de Comercio y Turismo, que se ha aprovechado para visitar los Cursos de Verano de la UCM; se ha hecho un taller de Microbiología; un taller de fanzines con profesoras de Pedagogía; se ha visitado el CSIC, el Museo de Ciencias Naturales, la Residencia de Estudiantes

 

Las últimas actividades del campamento son un taller en la Facultad de Bellas Artes y una actividad de realidad virtual.

 

Explica Echaide que la inclusión de refugiados ucranianos ha supuesto un reto porque no hablan español, aunque se han manejado bastante bien en inglés y además han tenido la suerte de contar con “una estudiante ucraniana que habla muy bien español y ha ayudado en los casos que ha hecho falta”.

 

Reconoce Echaide que en cuanto a despertar vocaciones, “algunos ya las traen despertadas, pero otros tienen muchos intereses y les gusta todo lo que ven, así que van sumando” y todas esas visitas y talleres forman parte de la integración de los participantes en este campamento. Todos los participantes están dos semanas alojados en el Colegio Mayor Nebrija y aparte de disfrutar de las actividades de divulgación científicas y culturales tienen tiempo para el deporte que disfrutan en las instalaciones de la UCM, incluida la piscina olímpica.

 

La asesora del vicerrectorado de Estudiantes asegura que ya “la experiencia del año pasado fue maravillosa, funcionó muy bien y es enriquecedora tanto para los estudiantes como para los organizadores”. Mirándolo con perspectiva, además se ve que es algo que merece la pena, porque el año pasado “los chicos que vinieron, a excepción de dos que iban por Formación Profesional, han entrado a la universidad y todos están estudiando lo que querían hacer, así que ha funcionado”. Este año se ha adelantado un poco la edad de los participantes, y muchos de ellos son de primero de bachillerato para “darles un poco más de tiempo en ese fomento de vocaciones, para abrirles perspectivas y para que vean que la universidad cuenta con muchísimos recursos y es mucho más que ir a clase y hacer exámenes”.