ESTUDIANTES
Las estudiantes Johanna Hurtado y Eva del Río, ganadoras de los Premios Universidad, Conocimiento y Agenda 2030
Texto: Jaime Fernández - 15 abr 2021 11:56 CET
La II edición de los Premios Universidad, Conocimiento y Agenda 2030, convocada por Crue Universidades Españolas, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la Fundación Carolina ha premiado el Trabajo Fin de Grado (TFG) de Eva del Río Tortosa, tutorizada por la profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, Kattya Cascante; y el Trabajo Fin de Máster (TFM) de Merlyn Johanna Hurtado, que ha cursado el máster interuniversitario UPM/UCM en Estrategias y Tecnología para el Desarrollo Humano, y que ha contado con la tutoría de la profesora Susana Muñoz Hernández.
Contactamos con Eva del Río en Londres donde está ahora está haciendo un máster en Desarrollo Internacional y Emergencias Humanitarias, en la London School of Economics tras haber cursado Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense.
El TFG por el que ha resultado premiada se titula “La Coherencia de Políticas para el Desarrollo Sostenible: Un elemento central para la sostenibilidad ambiental en la Agenda 2030”. Explica Del Río, que quería especializarse en Desarrollo, pero como esa asignatura no la pudo dar porque estaba de erasmus en París, el verano antes del TFG realizó un curso sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, también en Londres. A raíz de aquello empezó a investigar y le presentó a la profesora Kattya Cascante “una serie de temas e investigaciones que había estado haciendo sobre los límites planetarios medioambientales y cómo el desarrollo, tal y como está planteado actualmente, sobrepasa esos límites”.
Aunque Del Río había conocido a Cascante en un viaje al Sáhara que hicieron en el primero curso del grado no habían tenido más contacto que ese, pero la estudiante sabía que su tema de interés coincidía con la línea de trabajo principal de la profesora. Esta última considera que “su primer borrador en el mes de enero, uno de los diez que finalmente se trabajaron, estaba muy bien enfocado, incluso apuntaba ya unas lecturas de referencia muy acertadas, es decir, la materia prima era muy buena”. Por tanto, su trabajo consistió más en “abrir su interés hacia la Coherencia de Políticas para el Desarrollo Sostenible, para que manejara unos indicadores más amplios y así poder medir el desempeño de la implementación de la Agenda 2030, estructurar el contenido y la factura formal”.
Del Río aclara que lo primero que tuvo que hacer fue una revisión de toda la teoría del desarrollo desde la perspectiva sostenible, lo que la ha preparado para el máster que está haciendo ahora y para el trabajo que quiere hacer en el futuro. A raíz de aquello elaboró un TFG en el que “la principal conclusión es que el desarrollo es algo mucho más holístico e implica muchas más mediciones que simples indicadores como el PIB, el tamaño de las empresas o cuestiones que se usan habitualmente para ver el desarrollo de un país”. Reconoce, eso sí, que son medidas muy útiles para poder comparar cuestiones económicas, porque son fáciles de conseguir, pero en realidad “no sirven para medir el desarrollo desde una perspectiva sostenible o desde los objetivos de la Agenda 2030, que implican muchos más indicadores que no se ven reflejados”. Por tanto, “hay que seguir esforzándose en crear índices y estrategias de seguimiento y evaluación que realmente tengan todas las dimensiones en cuenta y sobre todo que pongan la sostenibilidad medioambiental en el centro, porque si algo es muy bueno a nivel económico y social, pero te estás cargando el planeta, te va a servir a corto plazo, pero poco más”.
El TFG defiende además que la mayoría de las iniciativas que se hacen con respecto al cambio climático y la sostenibilidad medioambiental “son añadidos al resto de las cuestiones, son unas metas que no se traducen en cosas concretas y que están a un lado, no son algo integral en las estrategias de políticas públicas o de políticas para el desarrollo. Son un añadido más, algo accesorio”.
Cascante define a la estudiante como “constante, minuciosa, crítica e inquieta durante los seis meses más o menos que ha llevado el trabajo, cualidades que son extraordinarias porque son las que incitan a un trabajo original y, lo más importante, del que se termina aprendiendo. Una guinda perfecta para un final de ciclo”.
Sobre todo, por ir acompañadas de un premio, que no tiene remuneración económica, pero sí le van a publicar el TFG en la publicación de la Fundación Carolina y de la AECID, además de que habrá una ceremonia de premios. Para Del Río este va a ser su primer trabajo publicado, al igual que también lo va a ser para Johanna Hurtado, en este caso por su TFM.
La aplicación de la tecnología
Si a Eva del Río la encontramos en Londres a Johanna Hurtado la contactamos en París, en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias, donde está cursando otro máster, de Ciencias Digitales. Antes de eso, obtuvo una ingeniería agrícola en la Universidad Nacional de Colombia, en concreto de la Facultad de Ciencias Agropecuarias. Después se especializó en sistemas de información geográfica, también en manejo de negocios y allí empezó a trabajar con asociaciones de pequeños productores de agricultura familiar, en temas de mercado, de conectar esas producciones con las ciudades, de los precios justos…
Mientras estaba trabajando en Colombia en un proyecto grande de la FAO, a través de la Fundación Carolina descubrió el máster interuniversitario de la Politécnica y la Complutense, que está enfocado a estrategias y tecnologías para el desarrollo, pidió la beca y en la selección se tuvieron en cuenta todos sus trabajos previos.
A la profesora Susana Muñoz la conoció en ese máster que “tiene dos componentes, el técnico y el de las ciencias sociales, y ese último es el fuerte de la Complutense. La profesora Muñoz es de la UPM y tiene un grupo de cooperación, que ha hecho varios proyectos utilizando la tecnología para ayudar o disminuir desigualdades y barreras que la gente tiene”. La propia profesora de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Informáticos de la UPM y del máster Tecnologías para el Desarrollo Humano, donde imparte un seminario sobre software libre enfocado a todos los que no son expertos en la materia, cuenta que allí se cuentan experiencias como la de su grupo TEDECO, y a raíz de eso Johanna la contactó porque tenía en mente una temática similar para su tesis de máster, y le dijo que le gustaría que ella se la dirigiera.
Lo curioso es que después de contactar por mail estuvieron bastante tiempo sin novedades, pero cuando la profesora fue a París a dar una charla en la UNESCO sobre alfabetización digital en zonas rurales, en la cafetería, en la cola, se encontró a Johanna Hurtado delante suyo. Allí estuvieron como dos horas hablando y desde entonces se puso en marcha su tutoría.
El título del TFM premiado es “Acceso a las tecnologías digitales para mujeres indígenas rurales. Barreras, catalizadores y sueños”. Explica Hurtado que esa última palabra se refiere al uso que dan las mujeres indígenas a la tecnología y “si al principio quería que se llamaran aspiraciones, al estar allí con las comunidades se vio que no utilizan esa palabra, sino que utilizan sueños”. De hecho, al principio no conseguía obtener respuesta, no porque ellas no supieran de que les estaba hablando, sino porque ella no estaba conectando, así que cambió la terminología y allí empezaron a hablar sobre lo que les gustaría hacer con la tecnología.
Las conclusiones del trabajo, de acuerdo con su autora, son que “el acceso a las tecnologías digitales de las mujeres indígenas es precario, inseguro y no las empodera, siendo la mayor barrera las violencias de género; y por ello se recomienda que la transformación digital en la ruralidad debe de abordarse desde el empoderamiento y requiere una agenda conjunta entre los gobiernos, la cooperación internacional y las organizaciones de mujeres indígenas”.
El sueño más destacado que comparten esas mujeres es que “las tecnologías les ayuden a sentir, a vivir y a pensar como pueblos originarios y eso tiene una trascendencia muy grande, porque su cosmovisión es diferente a la nuestra, tanto en su relación con la tierra, como con la comunidad y con sus ancestros”. Del trabajo se deduce que “las tecnologías deben ofrecer un contenido relevante, que sea coherente con lo que las mujeres quieren, pero además que utilice sus símbolos, sus códigos y sus colores, que no siempre coinciden con los que usamos nosotros”.
Destaca la profesora que “Johanna es una alumna con mucha alma. Tenía clarísimo el objetivo más humano dentro de la temática del proyecto, aunque le costaba centrarse en cómo conseguir plasmar algo de utilidad dentro de lo compleja y dura que es la temática social y humana que hay en ese contexto. Al estar muy implicada emocionalmente, al haber entendido la situación de las mujeres le costaba abstraerse en principio, habiendo tanta empatía y tantas emociones”.
Ya que la propia profesora de la Politécnica está muy vinculada en temas de acceso a las tecnologías, incluyendo alfabetización digital y la simplificación de las aplicaciones para que cualquiera pueda usarlas, tanto en países en desarrollo como en nuestro propio continente, es consciente de que “es muy fácil manejar números cuando te basas en documentación, pero cuando te acercas es mucho más difícil dar el paso de enfriamiento para hacer algo un poco aséptico, orientado a un análisis que sea de utilidad”.
Hurtado lo consiguió y se llevó el galardón de esta segunda edición de los Premios Universidad, Conocimiento y Agenda 2030, lo que le permitirá, gracias a la publicación del artículo, llegar a mucha más gente de lo que ha podido hasta ahora. Y mientras, su aspiración, o su sueño, es terminar su nuevo máster para trabajar en una organización, sin importar su tamaño, “donde primen los derechos humanos de las personas con las que uno trabaja, y que tenga un enfoque de género”.