CULTURA
Luis Mateo Díez, Premio Cervantes 2023, echa el “cierre de lujo” a la Semana de las Letras UCM
Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Jesús de Miguel - 29 abr 2024 10:01 CET
Cinco vitrinas de la biblioteca de la Facultad de Filología acogen la obra completa de Luis Mateo Díez, una cincuentena de obras que convierten al último Premio Cervantes en un autor realmente prolífico. Por la muestra pasea el escritor, acompañado de autoridades académicas de la UCM, justo antes de pasar al paraninfo de las Facultades de Filosofía y Filología para, en palabras de la decana Isabel Durán, poner el “cierre de lujo” a esta edición de 2024 de la Semana de las Letras.
En una conversación con el profesor José Ignacio Díez, del Departamento de Literaturas Hispánicas y Bibliografía, Luis Mateo Díez se sinceró sobre muchos de los aspectos de su vida y su obra. Para el Premio Cervantes, “lo que define a un escritor es la escritura, que condensa y explicita todo lo demás: ideas, personajes, desarrollo de la trama…”.
Cree Mateo Díez que “escribir es descubrir”, y eso es algo que él supo desde su niñez, cuando ya tenía vocación de escritor, una vocación que encontró a Valle Inclán en un gran acicate para descubrir “el brillo de la lengua y de la palabra, y para saber qué es el estilo literario”.
Reconoce que vivió una extraña dicotomía, que le paralizó durante un tiempo, entre dos pensamientos opuestos de dos de sus escritores preferidos. Por un lado, Joseph Conrad decía que no había que pasar hasta la frase siguiente hasta estar convencido de la que se acababa de escribir, mientras que Valle Inclán afirmaba que el auténtico artista es el que une, por primera vez, dos palabras. Esas dos ideas contrapuestas le produjeron a Mateo Díez, “una cierta desesperanza y ansiedad”, e incluso una obsesión que sólo rompían los amigos que le sacaban de su estupor y que han sido fundamentales durante toda su vida.
Explicó el autor que para él es imposible ponerse a escribir sin tener antes el título de la novela, y habló también de Celama ese terreno inventado por él, al que llegó “por necesidad” de tener un territorio, un mundo y unas ciudades propias, que han convertido a su literatura en un “conglomerado armónico”.
Admira Mateo Díez las atmósferas creadas por Simenon, “que tienen una condición moral” y que le han servido de inspiración para sus propios ambientes novelescos. En sus libros le gusta indagar en “la conducta del mal, que es como se escriben las novelas más hermosas”, aunque sin caer en el gore de algunas novelas actuales.
Concluyó el Premio Cervantes su charla con una reflexión sobre la vejez, a la que considera “una estafa, porque el cuerpo pesa y la vida es incómoda”, lo que lleva a confesar, de manera humorística: “Todos los días me duele algo y nunca es la mismo”. Por eso quizás tiene la convicción de que “la felicidad como conquista total no existe, aunque sí hay momentos de felicidad, cuyo mejor trasunto es la tranquilidad”.