IGUALES

Los participantes en la jornada

Nace Dislexiun, la primera asociación de estudiantes con dislexia de la UCM

Fotografía: Alfredo Matilla - 11 oct 2021 11:54 CET

Dice no con la cabeza / Pero dice sí con el corazón / Dice sí a lo que le gusta / Dice no al profesor / Está parado / Se le pregunta / Y se le plantean todos los problemas / De repente, la risa loca lo invade / Y en la pizarra borra todo / Las cifras y las palabras / Las fechas y los nombres / Las frases y las trampas / Y a pesar de las amenazas del maestro / Y con los alaridos de los niños prodigio / Con las tizas de todos los colores / En la pizarra negra de la desdicha / Dibuja la cara de la felicidad 

 

El poema se titula “El mal estudiante” y es obra de Jacques Prévert, “quien posiblemente tenía dislexia autodisnosticada”, explica la profesora de la Facultad de Educación Bienvenida Sánchez, quien ha pronunciado cada uno de esos versos como resumen de su vida. Sí, ella es disléxica. Le costó decirlo en público, pero ahora cada vez que inicia un curso es lo primero que cuenta a sus estudiantes, con la esperanza de que si alguien no se atreve a compartirlo, lo haga. Que sepa que la dislexia no tiene porque ser un obstáculo. A ella, incluso, sufrirla la ha hecho mejor. Su tesón, su capacidad inagotable de trabajo, su afán de superación, ella misma lo atribuye a ese trastorno que durante años trató de ocultar. 

 

La profesora Bienvenida Sánchez -en la actualidad directora de la Oficina de ApS de la UCM- es la última persona en intervenir en el acto que la Facultad de Educación y la Delegación del Rector para la Diversidad e Inclusión han organizado para celebrar este 8 de octubre el Día Internacional de la Dislexia y, a la vez, presentar Dislexiun, la primera asociación de estudiantes con dislexia de la UCMAitana García Campo, su primera presidenta, es también un ejemplo de que este trastorno del aprendizaje no tiene porque ser una limitación, aunque, por desgracia, suele serla. A Aitana, estudiante de Educación, sus profesores la llamaban la “niña maravilla”, porque nunca tuvo que repetir curso, algo muy poco común entre quienes sufren el trastorno. Bárbara Menor, otra de las fundadoras de la asociación, no tuvo tanta suerte y un diagnóstico tardío retrasó su evolución escolar y la  llevó incluso a ingresar en un centro para estudiantes con necesidades especiales. Hoy, con 28 años, es graduada en Trabajo Social. 

 

Bienvenida Sánchez, Aitana García Campo o Bárbara Menor son casos de éxito, ejemplos de superación. Pero no siempre es así. Como presentan las estudiantes de Psicología Belén Arrogante y Lucía Santiago, en este mismo acto, la ausencia de pequeñas adaptaciones en la manera de enseñar y aprender de los estudiantes con este trastorno les condenan al fracaso escolar y al pozo de la baja autoestima. Desde hace años, la Oficina para la Inclusión de las Personas con Diversidad (OIPD) de la UCM trata de concienciar a los profesores de la existencia de estudiantes con dislexia en sus aulas y de la necesidad de hacer pequeñas adaptaciones para permitirles cursar con éxito las asignaturas. 

 

Hilaria Carmona, de la OIPD, informa de que de los 527 estudiantes complutenses con diversidad funcional o discapacidad física inscritos en la Oficina el pasado curso, el 9 por ciento sufría dislexia, es decir alrededor de 50 personas. Para ellos, pequeñas adaptaciones significan mucho. Basta con permitirles grabar las clases, darles más tiempo para realizar ejercicios, lecturas, tareas o trabajo, verbalizar en voz alta lo que se escribe en la pizarra o mostrando en un PowerPoint o permitirles utilizar ordenadores con software específico en el aula y durante los exámenes. Poco más... Eso y no hacerles sentir diferentes o raros. 

 

El asesor del Vicerrectorado de Estudiantes David Berna, el decano de la Facultad de Educación, Gonzalo Jover, y la coordinadora de Diversidad e Inclusión de la Facultad, Susana Valverde, aseguran la total colaboración de la Universidad y de la propia Facultad con la nueva asociación. El objetivo, como explica su presidenta –quien destaca la indispensable labor de Susana Valverde en la creación de la asociación-  no es otro que enseñar a la comunidad universitaria lo que es la dislexia y cómo pueden ayudar a quienes la sufren. Pero sobre todo, insisten una vez más, lo que pretenden es animar, como hace la profesora Sánchez cada día, a hacerlo público a quienes lo sufren en silencio. “Ser disléxico no es nada malo”, concluye la presidenta.