EN VERDE

El decano de Biológicas, Benito Muñoz Araujo; el vicerrector de Tecnología y Sostenibilidad, Jorge Gómez Sanz, y el profesor Alejandro Rescia, en la jornada "Mañana verde complutense"

Mañana Verde Complutense, una jornada para presentar los proyectos que harán de la UCM una universidad cada vez más sostenible

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Jesús de Miguel - 18 nov 2022 10:26 CET

El 17 de noviembre el salón de actos Profesor Benjamín Fernández de la Facultad de Ciencias Biológica ha acogido la jornada “Mañana Verde Complutense”, organizada por el vicerrectorado de Tecnología y Sostenibilidad. Coincidiendo con la COP 27, la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático, celebrada en Sharm el Sheij (Egipto), se ha presentado la orientación y el esfuerzo institucional que ya está realizando y va a seguir haciendo la Complutense para contribuir a la mitigación del cambio climático y progresar en alcanzar la meta de cero emisiones de carbono.

 

A lo largo de la sesión, Jorge Gómez Sanz, vicerrector de Tecnología y Sostenibilidad, ha ido dando paso a “resultados que se han venido trabajando desde la Unidad de Campus y Medioambiente de la UCM desde hace años”, aunque es ahora, como ha asegurado el decano de Biológicas, Benito Muñoz Araujo, “cuando la sostenibilidad se ha puesto de moda”. Ha recordado el decano que el día 16 de noviembre se ha celebrado en el Congreso de los Diputados una jornada sobre One Health, en la que se llegó a la conclusión de que esta lucha “es cuestión de todos los sectores, no sólo el universitario o el investigador, sino que hay que implicar a la sociedad para construir y dejar un mundo mejor que el que nos hemos encontrado. Hay que empezar a actuar, ya no vale hablar”.

 

La primera de las presentaciones de la jornada se ha centrado en “El valor del Bosque Urbano Complutense” y ha estado a cargo del profesor Alejandro Rescia Perazzo, del Departamento de Biodiversidad, Ecología y Evolución de la Facultad de Ciencias Biológicas y asesor del vicerrector de Tecnología y Sostenibilidad. Ha recordado Rescia que las líneas estratégicas de la UCM están alienadas con la Agenda 2030 y aunque ya se sabía que esta es una universidad sostenible hacían falta números que lo corroborasen. Para conocer esos datos se centraron en el estudio de tres conceptos clave: visibilidad de la sostenibilidad, conectividad en el sentido más social y humano, y un diagnóstico basado en datos, “porque sin medición es difícil tomar medidas sensatas”. Con toda esa información acumulada optaron a un indicador que aglutinara esa información y el que más se ajustaba a la sostenibilidad ambiental es el Greenmetric, que ha colocado a la UCM en la 38 del mundo y la más sostenible de España.

 

18.138 árboles

Uno de los trabajos realizados ha sido un análisis para conocer en qué situación está el capital natural de los campus, aunque sin empezar de cero, apoyándose en el trabajo de años del Grupo de Seguimiento de Biodiversidad de la Facultad de Biológicas. En concreto, se quería saber en qué estado de conservación estaban los espacios verdes y de ahí surgió la posibilidad de los estudios del arbolado, que ha catalogado 18.138 árboles, una cifra similar a los que hay en el Parque del Retiro, con 152 especies diferentes. Se ha cartografiado ese informe en un visor georreferenciado, donde cada uno de los árboles está asociado a una ficha con muchos datos.

 

Para hacer dicho recuento se ha contado con la asistencia técnica de la consultora Tecnigral, que de acuerdo con su responsable Laura Mendiburu-Eliçabe, ha utilizado la herramienta i-Tree, revisada y actualizada regularmente por expertos del Servicio Forestal del USDA, lo que permite tanto conocer los servicios ecosistémicos del Bosque Urbano Complutense como su monetización económica.

 

Con respecto a los servicios que presta ese Bosque se han analizado tanto la captación de contaminantes, como el almacenamiento y secuestro de carbono, la escorrentía evitada, el  ahorro energético en edificios y la emisión de carbono evitada por ahorro energético. En lo que respecta a la monetización,  Mendiburu-Eliçabe opina que “poner un precio permite comparar para decidir, y permite hablar con las personas que toman las decisiones. En términos económicos el valor de estos servicios ecosistémicos supone anualmente 426.852 euros, y si se eliminasen todos los árboles de la Complutense, costaría tener una tecnología capaz de prestar los mismos servicios ecosistémicos 18 millones de euros".

 

Asegura la responsable de Tecnigral que, más allá de esa monetización, los estudios demuestran que la gente que vive en ambientes con mayor densidad de espacios verdes tiene una mejor percepción de su salud general, disfruta de una mayor longevidad, de una mejor salud física, salud social y salud mental.

 

Huella de carbono UCM

Alejandro Rescia reitera que estamos en una etapa de transición ecológica que podría ser la herramienta clave para plantear la descarbonización de la sociedad, necesaria en épocas de cambio climático. Es consciente de que este es un problema con soluciones complicadas, pero “se puede abordar la mitigación, que tiene que ver con algo tan difícil como es el cambio de nuestra forma de vida”.

 

Para llevar a cabo esa descarbonización, lo fundamental es conocer cuáles son las emisiones reales, que en el caso de la UCM, la consultora energética SinCeO2 ha valorado en torno a las 12.000 toneladas de gases de efecto invernadero, aunque si se les suma la movilidad de toda la comunidad complutense esa cifra se eleva hasta las 23.000 toneladas.

 

María Cubillo, directora general de SinCeO2, informa de que se ha medido la huella de carbono UCM de alcance 1 y 2, para los años 2018, 2019, 2020, y que este curso académico se va a presentar el cálculo completo, correspondiente al año 2021, incluyendo también el alcance número tres. Aclara que esos tres alcances establecidos para medir las emisiones de gases de efecto invernadero se refieren a los directos, derivados del uso de combustibles fósiles; los indirectos, debidos a la electricidad empleada en las actividad, y, por último, a otros indirectos que son propios de la actividad universitaria como viajes, fungibles, residuos…

 

El vicerrector Gómez Sanz afirma que “no hay ninguna universidad española que haya registrado su huella de alcance 3, así que la UCM puede ser la primera y eso marcará la hoja de ruta de lo que hay que hacer, conociendo la magnitud del trabajo que nos espera para reducir esa huella de carbono”. De momento ya se trabaja con algunas iniciativas como la instalación de 3.000 placas solares en la UCM, en lo que” será el principio de unos grandes números porque la emergencia no espera a nadie”.

 

Otra medida es la puesta en marcha de la nueva central térmica, que va a reducir su consumo un 30% y ya se valora la geotermia para reducir el uso de esa central térmica.

 

Residuos

Jesús Montero Delgado, técnico de gestión, responsable de la Unidad de Campus y Medioambiente, recuerda que “la universidad es un gran productor de todo tipo de residuos y también un contenedor de residuos abandonados en plazas y jardines durante las fiestas informales de los jóvenes. Para contribuir a la mitigación del cambio climático hay que reducir los residuos, y los que no se puedan reducir habrá que recogerlos, reutilizarlos y reciclarlos”.

 

Dentro de esta línea se presentaron tres proyectos: Reciclos, Complucirculab y Labdoo. El primero de ellos ya está implantado en diez facultades (Biología, Ciencias de la Información, Medicina, Informática, Derecho, Educación, Económicas, Físicas, Comercio y Turismo, y Estadística), en el Hospital Clínico Veterinario y en la Biblioteca María Zambrano en colaboración con Ecoembes.

 

José Luis Ayala Rodrigo, del Departamento de Arquitectura de Computadores y Automática, y asesor del vicerrector de Tecnología y Sostenibilidad, informa de que Reciclos consta de una serie de máquinas que permiten hacer el reciclaje y el trazado del residuo. Para fomentar su uso utiliza el refuerzo positivo mediante premios que tienen cabida en un escenario social y medioambiental, o material, pero relacionado con la economía circular.

 

Hasta ahora, desde antes del verano cuando se puso en marcha, se han reciclado cerca de 9.000 envases y los incentivos, que se dan en forma de moneda virtual, se están invirtiendo en causas sociales. El 69% se ha invertido en proyectos colectivos como la Asociación Española contra el Cáncer, la Cruz Roja, el Banco de Alimentos o Retree, y el 31% restante a sorteos individuales como entradas a las Noches del Botánico.

 

Complucirculab tiene una doble misión, por un lado el reciclaje del aceite usado en las cerca de 30 cafeterías del campus, para producir biofuel,y por otro reciclar el plástico para producir fibra para impresoras 3D y mobiliario urbano para el campus. La profesora Cristina Rincón Cañibano, del Departamento de Estructura de la Materia, Física Térmica y Electrónica de la Facultad de Ciencias Físicas, y colaboradora de la Unidad de Campus y Medioambiente, asegura que la idea es convertir el aceite en biofuel, porque “la sostenibilidad empieza por producir en el lugar donde consumimos”. Según ella, la tecnología para hacerlo es muy sencilla y ya está madura, así que la idea es contar con los departamentos de las facultades que puedan integrarse y al mismo tiempo contar con asociaciones vulnerables para que participen y ayuden a gestionar la parte que no se pueda hacer en la propia UCM.

 

Confiesa que la tecnología para reciclar los plásticos para usarlos en impresoras 3D no está tan avanzada, aunque desde hace quince años existe una plataforma que ha creado una maquinaria semi industrial y más operativa para usuarios menos especializados, aunque todavía hay que seguir optimizándola. La idea es montar talleres de investigación y experimentación para desarrollar técnicas que optimicen esas técnicas de reciclado, incluyendo una parte de creación artística.

 

Por último, el propio vicerrector Gómez Sanz presentó el proyecto Labdoo, de reutilización de equipos informáticos. De acuerdo con sus palabras los ordenadores, tablets y portátiles son “algunos de los residuos más contaminantes que ahí”, y eso motivó a la creación de Labdoo, una red de voluntarios que permite gestionar la recogida y reutilización de equipos informáticos en todo el mundo. Los equipos  además viajan de forma sostenible, aprovechando viajes que ya se realizan, así que no genera una huella adicional.

 

En la UCM hay ya tres hub, o puntos de recogida de este material, uno en la oficina de Somosaguas de los Servicios Informáticos, otro en la Facultad de Informática y un tercero en el Centro de Proceso de Datos. Allí se reciben los ordenadores que no se usan en casa, se limpian, se formatean y se preparan para alargar su vida.

 

Opina el vicerrector que todos estos proyectos, y más como la renaturalización de partes de la UCM que están más abandonadas, permitirán que la Complutense marque tendencia en sostenibilidad universitaria, y confía en que las presentaciones de esta jornada “sean el inicio de grandes líneas de trabajo, tanto de investigación como de gestión de todo lo que tenemos”.