EN VERDE

Uno de los conversatorios celebrados junto al pabellón efímero del proyecto QUIZ Cambio Climático #sinfiltro

El proyecto QUIZ monta un pabellón efímero que ofrece una visión multidimensional sobre la emergencia climática

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Jesús de Miguel - 15 jun 2023 12:56 CET

Los días 13 y 14 de junio el Parque de Ciencias de la Ciudad Universidad ha contado con un pabellón efímero en el que se ha montado una exposición sobre cambio climático y junto al que se han organizado dos conversatorios sobre el tema. La iniciativa ha surgido del proyecto “QUIZ Cambio Climático #sin filtro”, coorganizado entre el Vivero de Iniciativas Ciudadanas (VIC), el máster de Arquitecturas Efímeras (UPM) y la Universidad Complutense de Madrid, financiado a través del Programa de Ayudas a la Creación y la Movilidad del Ayuntamiento de Madrid 2023. En la actividad se ha involucrado también la Unidad de Campus y Medio Ambiente de la UCM, que ha instalado un pequeño puesto para informar sobre las actividades relacionadas con el medio ambiente y la sostenibilidad que se llevan a cabo en la UCM. Los mismos días se ha celebrado en la Facultad de Ciencias Químicas el II Simposio Universitario de Ciencias para el Desarrollo Sostenible, como una forma de promocionar el Año Internacional de las Ciencias Básicas para el Desarrollo Sostenible.

 

El pabellón efímero, que según informa Jesús Montero, de la Unidad de Campus y Medio Ambiente, se quedará en el campus de la UCM, en concreto, en Cantarranas, tiene forma de interrogante. En la parte curva de la instalación, hay información sobre el cambio climático desde diferentes perspectivas, mientras que, en lo que sería el punto, se ha ubicado un test para saber a qué ecotribu pertenece cada uno de los visitantes de la muestra.

 

Los responsables del proyecto han creado diecisiete categorías, que van desde el adaptacionista al tecnooptimista, sin olvidar por el camino a los negacionistas, ecofeministas, conspiranoicos, decrecentistas o simples escépticos. Entre los invitados a charlar en el segundo de los encuentros prácticamente todos se adscribieron a la etiqueta de ecologistas, mientras que uno de ellos fue catalogado como ecoterrorista, y reconoció que le “habría decepcionado otra opción”.

 

QUIZ se define como un proyecto de investigación, diseño y exposición pública que “plantea la problematización del cambio climático, a través de la aproximación colectiva a la encrucijada de las dimensiones científica, política, económica y cultural, con el propósito de refundamentar el pensamiento, discurso y la acción individual frente al reto climático”. Y como muestra de ese propósito han estado las charlas organizadas en el campus complutense donde han participado meteorólogos, periodistas, profesores universitarios, investigadores del CSIC, así como miembros de Fridays for Future, Extinction Rebellion, Futuro Vegetal, Hope! y Madres por el Clima.

 

Con la presencia, entre el público de Jorge Gómez, vicerrector de Tecnología y Sostenibilidad, y Mayte Villalba, decana de la Facultad de Ciencias Químicas, las opiniones de los diferentes participantes han ido desde la posibilidad científica de llegar al desastre hasta la utopía de conseguir una sociedad en la que todos los humanos podamos vivir mejor en comunión con el planeta.

 

En el lado más científico, Fidel González Rouco, del Instituto de Geociencias IGEO, y Fernando Valladares, del CSIC, expusieron los datos que avalan que ha habido un aumento de la temperatura en la Tierra durante el siglo XX y XXI, provocado por la acción humana, y los diferentes escenarios a los que nos enfrentamos. De los ocho que plantea el IPCC el más favorable sería quedarnos en un aumento de 1,5º de temperatura, mientras que el más desfavorable sería llevarnos al colapso total.

 

El profesor González Rouco cree que cualquiera de los dos extremos es muy improbable, y que la realidad estará entre medias de esos dos, aunque también es consciente de que para que sea así haría falta un acuerdo global rápidamente, lo que parece bastante lejos de ocurrir. Sobre todo, porque como considera Valladares, los datos, por muy fiables que sean, no cambian mentalidades, sólo las cambian las emociones.

 

En esa lucha por llegar a las emociones de las personas están las acciones a pie de colegio que se organizan desde Madres por el Clima, que intentan involucrar a los niños y niñas en actividades que conciencien sobre la realidad y sobre cómo minimizar el impacto. Mientras que desde otras perspectivas, como las de Futuro Vegetal, apuestan por acciones más directas como pegarse a los cuadros de los museos o cortar la M30 para intentar llamar la atención y llevar el foco mediático al tema de la emergencia climática.

 

La periodista Rosa María Tristán puso el acento en ese otro mundo que no vemos, ese mundo de países que ya están sufriendo en primera persona los efectos del cambio climático y que está provocando crímenes contra los derechos humanos como los matrimonios de niñas en Uganda para paliar deudas provocadas por las malas cosechas. Javier Peña, de Hope!, añadió que es un hecho que la catástrofe ya está aquí y eso se nota especialmente en los países en desarrollo, en los efectos de fenómenos climáticos extremos, las cosechas y los casos flagrantes de injusticia climática, que es una más de las formas de injusticia social.

 

La solución pasaría porque la humanidad se ponga de acuerdo para cambiar las reglas del juego, tanto económicas como sociales, con la vista puesta a treinta o cuarenta años, algo que de acuerdo con González Rouco parece ir en contra incluso de los intereses cortoplacistas de nuestra propia especie. César Maya, también de Hope!, confía en los humanos y cree que en momentos de crisis, como la reciente pandemia de COVID19, o los terremotos de Siria y Turquía, surge lo mejor de nuestra especie y somos capaces de trabajar juntos. Según él, lo que hace falta es conservar ese espíritu para convertir el futuro en una utopía de bienestar global en lugar de la distopía que nos presentan casi todos los modelos.

 

Sólo el tiempo dirá hacia donde se inclina la balanza, pero mientras tanto los participantes en las jornadas apuestan por pequeñas acciones cotidianas vitales, que deben ir acompañadas de acciones políticas a nivel nacional e internacional para conseguir frenar, mitigar o incluso revertir el cambio climático.