ÁGORA

Los periodistas Yadiris Luis Fuentes, de Cuba; Alonso Moleiro, de Venezuela, y Gabriela Cáceres, de El Salvador

Las amenazas a periodistas siguen siendo una triste, pero constante, realidad

Texto: Jaime Fernández - 23 nov 2022 13:02 CET

De acuerdo con Reporteros Sin Fronteras (RSF) los peores países para ejercer el periodismo en este momento son Corea del Norte, Eritrea, Irán, Turkmenistán, Birmania y China, aunque también están en situación muy grave países como Cuba y Venezuela, y en una difícil situación los periodistas de El Salvador. Hace ya cinco años, RSF puso en marcha su Programa de Acogida Temporal de Periodistas Latinoamericanos, para traer a reporteros de esa zona del mundo a una estancia de tres meses en la capital española, financiada por el Ayuntamiento de Madrid. La Facultad de Ciencias de la Información aprovecha también ese programa para que el Departamento de Periodismo y Nuevos Medios organice la jornada “El periodismo amenazado”, que en su quinta edición ha contado con la presencia de los periodistas latinoamericanos acogidos por RSF.

 

A 23 de noviembre de 2022 todavía hay muchos periodismos en el mundo que sufren persecución por intentar hacer de manera digna su trabajo. Los tres que han acudido a la Universidad Complutense a contar su experiencia han sido Yadiris Luis Fuentes, de Cuba; Alonso Moleiro, de Venezuela, y Gabriela Cáceres, de El Salvador. Los tres coinciden en que en sus países no existe nada parecido a una democracia, en Cuba desde hace décadas, en Venezuela desde la llegada de Hugo Chávez y en El Salvador desde 2019, cuando Nayib Bukele llegó al poder.

 

Moleiro relata que en Venezuela hay detenciones selectivas de periodistas, algunos de los cuales se quedan en prisión, torturas a informadores y persecución a los que no cuentan la realidad tal y como le gusta a Nicolás Maduro. El reportero recuerda que él empezó su trabajo cuando todavía existía en su país una democracia, “quizás no perfecta”, pero con la llegada de Chávez se transformó en una autocracia en la que se cerraron medios, se asedió a la prensa escrita y se crearon nuevas cabeceras con “fondos de dudoso pelaje”.

 

Reconoce Moleiro que este último año ha sido “suave y tranquilo” y que todavía es posible hacer algo de periodismo crítico en Venezuela, siempre que “no llegue a las zonas que afectan al poder”.

 

La situación de Fuentes es diferente, porque ella ya nació mucho más tarde de 1959, cuando se nacionalizaron todos los medios de comunicación cubanos y se acabó con cualquier tipo de periodismo crítico. Asegura, por tanto, que hoy en día hacer periodismo independiente en Cuba es como hacer activismo político, y la presión del gobierno no lleva a las torturas o la prisión como en Venezuela, sino que “te matan en vida”.

 

Según Fuentes, una vez que te señalan “nadie quiere estar contigo y ni siquiera tu familia te entiende”. Ella, que trabaja en dos medios cubanos que están fuera de Cuba, ha conseguido salir de su país con una única condición: no volver jamás. Con lo que eso supone de coste emocional para una persona que no sabe cuándo podrá volver a ver a su familia, si es que algún día llega a hacerlo.

 

Cáceres expone una situación llena de espionaje a los periodistas en El Salvador, por orden del actual gobierno. La persecución y el acoso en redes se ha hecho todavía más intenso desde que publicaron en El Faro, donde ella trabaja, un reportaje sobre las relaciones del Estado con las pandillas a cambio del apoyo electoral. Esa historia de corrupción ha hecho que sean espiados con el programa Pegasus, poniendo así en riesgo su independencia y su capacidad de crítica.

 

El presidente de RSF España, Alfonso Bauluz, ha resaltado la importancia de estos testimonios, tanto para sensibilizar a la opinión pública, como para servir de ejemplo a los futuros periodistas. A estos últimos les ha pedido que intenten evitar la censura institucional o de los medios y, sobre todo, que huyan de la autocensura, especialmente en los casos donde no corra peligro su integridad física sino más bien su bienestar como periodistas.

 

Roberto Gamonal, director del Departamento de Periodismo y Nuevos Medios, ha recordado que la democracia, ahora más que nunca, necesita la labor de periodistas acreditados profesionalmente y con vocación. Para ello los profesionales deben apartarse del éxito fácil, de los discursos de odio y arrogancia, y de las mentiras y los bulos.

 

La jornada ha terminado con la presentación de la miniserie documental de tres capítulos Dos relámpagos al alba, en la que se narra el asesinato del periodista mexicano Francisco Pacheco en 2016, y de como hoy en día la familia, acosada, todavía no ha podido regresar a su hogar.