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Rafael Matesanz, momentos antes de comenzar su conferencia extraordinaria en los Cursos de Verano de la UCM

Xenotrasplantes: el futurible, incierto y polémico porvenir de los trasplantes de órganos

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Bligthlight - 9 jul 2025 16:52 CET

Rafael Matesanz, quien fuera el creador de la exitosa Organización Nacional de Trasplantes, ha impartido la tercera de las conferencias extraordinarias de esta edición de los Cursos de Verano de la UCM. En ella ha hablado sobre los xenotrasplantes y las quimeras, como posibles alternativas de futuro ante la falta de órganos para trasplantar. Según sus propias palabras, la OMS calcula que en el mundo hay dos millones de enfermos anuales que se podrían beneficiar de un trasplante, pero los últimos datos, los de 2023, hablan de algo más de 172.000 personas que recibieron un órgano, lo que presenta una brecha entre oferta y demanda que se podría estrechar con los xenotrasplantes, es decir, órganos creados en animales mutados genéticamente a los que se les extraen para ponérselos a humanos.

 

Rafael Matesanz ha comenzado su conferencia reconociendo el papel que tiene España en la donación de órganos y en los trasplantes, tanto que hoy en día de 100 personas que necesitan un órgano en nuestro país se trasplanta a 90. Reconoce Matesanz que esta eficacia se debe a una buena gestión, que es envidia del resto del mundo, porque si en España hay 52,6 donantes por millón de habitantes, la media europea es de tan solo 22,9. E incluso hay comunidades autónomas como Cantabria donde esa cifra aumenta hasta 94,9.

 

Para otros países donde la gestión no es igual de exitosa que en España, o incluso en nuestro país para los casos que se quedan sin atender, una solución sería crear órganos dentro de animales mutados genéticamente, que luego se trasplantarían a humanos, en lo que se conoce como xenotrasplantes. En una evidente hipérbole, ya que implicaría el uso de millones de animales, lo que supondría un enorme coste y las protestas de los defensores de los derechos animales, Matesanz asegura que eso implicaría tener “una fábrica infinita de órganos”.

 

Ahora bien, Matesanz ha explicado que en la actualidad no existe ningún experimento que haya resultado satisfactorio con estos xenotrasplantes, y que el récord de un humano con un riñón trasplantado de un cerdo, con 69 genes modificados, realizado en el año 2024, fue una supervivencia de 130 días. Lejísimos de los 19 años que dura un riñón trasplantado de una persona viva, de los 11,7 años que dura trasplantado de un cadáver y de la supervivencia del paciente que está por encima de la década.

 

Los primeros experimentos, que comenzaron en los años noventa tuvieron todavía menos éxito que el de 2024 y además los estudios desvelaron la presencia de retrovirus porcinos que podrían pasar al humano trasplantado, lo que se verificó en cierta manera en algunas autopsias. Los experimentos se detuvieron, tras un artículo contundente de The Lancet, donde se hablaba de todos los problemas que podían acarrear esos xenotrasplantes.

 

A pesar de eso, y animados por la facilidad de modificar genéticamente a seres vivos gracias a las tecnologías CRISPR, a comienzos del siglo XXI, surgieron empresas en Estados Unidos, China e incluso unos investigadores de la Universidad de Murcia que apostaron por traer de vuelta los xenotrasplantes.

 

Una de las empresas estadounidenses es la que ha conseguido el máximo de supervivencia de 130 días, además con unos costes enormes. Informa Matesanz de que ese coste ha sido de 1,5 millones de euros, mientras que en España un trasplante de riñón está en torno a los 15.000 euros, así que o se consigue esa “fábrica infinita de órganos” o no habría un sistema de seguridad social que pudiera sustentar unos trasplantes a esos precios.

 

En China, utilizando simios, han optado por una nueva vía, que es la creación de quimeras, donde se mezclan las células madre del paciente en el embrión del cerdo para que desarrolle un órgano concreto con las características de ese humano específico. Con eso se supone que no habría rechazo en el trasplante, lo que todavía está por demostrar en algún experimento clínico, de los que ya tienen algunos en marcha, tanto en el país asiático como en Estados Unidos. Los investigadores de la Universidad de Murcia, con el cirujano Pablo Ramírez a la cabeza, consideran que ellos también podrían desarrollar este tipo de quimeras y creen que en unos años los xenotrasplantes serán una realidad.

 

Matesanz explica que si se llega a conseguir se reducirían las listas de espera, aunque crecería el número potencial de candidatos; habría que cambiar los criterios de distribución de los órganos para ver “a quien se le da uno de primero y otro de segunda”; probablemente repercutiría para mal en las donaciones altruistas, ya que al estar disponibles los órganos, menos gente querría donar, y, una buena noticia sería, en caso de que se consiguiera abaratar el proceso, que es probable que se acabase con el tráfico de órganos.

 

Por delante quedan años de desarrollo y de problemas de mucho tipo, entre ellos los técnicos, los económicos y los éticos, porque esta técnica implica modificar genéticamente a otros seres vivos para convertirlos en fábricas de órganos humanos. Asegura Matesanz que, ya para evitar las protestas en la actualidad, una de las empresas americanas inmersas en experimentos, Revivicor, no publicita donde crían a los animales a los que se les extirparán los órganos.