EN VERDE

Mercedes Oliet Palá, catedrática del Departamento de Ingeniería Química y de Materiales de la UCM

La Complutense analiza el papel que pueden tener los bosques, las biorrefinerías y los plásticos en la consecución de los ODS

Texto: T. C. - 15 nov 2021 13:53 CET

El aula magna de la Facultad de Químicas ha acogido, el 10 de noviembre, la sexta jornada del ciclo de conferencias “Los ODS: desafíos medioambientales para un planeta con futuro”. En esta sesión se han tratado específicamente el ODS 15 “Vida de ecosistemas terrestres”, que implica el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, la lucha contra la desertificación, detener e invertir la degradación de la tierra, así como frenar la pérdida de la diversidad biológica; y el ODS 14 “Vida submarina”, que implica conservar y utilizar de forma sostenible los océanos, mares y recursos marinos, donde se trató de forma específica la problemática de contaminantes como los plásticos y los microplásticos.

 

Abrió la sesión Juan Oliet Palá, catedrático de Selvicultura y Repoblaciones Forestales de la UPM, que trató un tema de gran importancia medioambiental: la gestión sostenible de los bosques. Para iniciar su ponencia “Los bosques en el mundo”, Juan Oliet mostró datos proporcionados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en los que se refleja la evolución de la superficie forestal en el mundo. De acuerdo con estos datos, en 2020, aproximadamente, el 30% de la superficie terrestre estaba ocupada por bosques, lo cual supone 4.600 millones de hectáreas. Resulta curioso que tan solo 5 países a nivel mundial acaparen más del 50% de la superficie de los bosques: Rusia, Brasil, Canadá, Estados Unidos y China.

 

El ponente mostró que la evolución de la superficie ocupada por los bosques es desigual en los continentes. Por un lado, en Asia y Europa la tendencia entre 1990-2020 ha sido ascendente, ya que se han puesto en marcha programas de reforestación masiva; sin embargo, en África y América del Sur la tendencia ha sido contraria, disminuyendo la superficie ocupada por bosques. Sin embargo, Juan Oliet remarcó un dato muy positivo: “la caída de la superficie forestal se ralentiza”, es decir, con el paso de las décadas, afortunadamente, la tasa de reducción de bosques ha disminuido.

 

Desde un punto de vista puramente económico, la importancia de los bosques está en que que cada vez los productos que se comercializan derivados de ellos cuentan con una menor contribución al PIB, de aproximadamente un 1%. Aparte de los productos comercializables que ofrecen estos espacios naturales, también se encuentran los servicios ecosistémicos, entre los cuales se encuentran la biodiversidad, la protección de infraestructuras y el ciclo del carbono. Destacó Oliet que los bosques albergan el 80% de las especies animales del planeta y además, un 30% del CO2 emitido anualmente por las actividades humanas es absorbido por la vegetación y, específicamente, un 25%, por los bosques.

 

La principal ventaja de la captura de CO2 por parte de los bosques es que no presenta efectos secundarios, mientras que el acumulado en atmósfera y océanos implica contribución al cambio climático y acidificación de las aguas, respectivamente. Por lo tanto, los bosques pueden ser y son grandes aliados para amortiguar daños medioambientales provocados por el hombre. Además, el empleo de materiales derivados de los mismos, enfocados a ser duraderos (destinos “nobles” de la madera) tienen un elevado valor de sustitución, en términos de eliminar las emisiones de CO2 que se producen al fabricar productos con otros materiales.

 

Para terminar su ponencia, Oliet hizo una reflexión sobre los retos actuales de la gestión forestal sostenible, en cómo integrar el cambio global y fomentar el uso de biomasa, “y es que es imprescindible aprovechar y mantener el potencial de los bosques, ya que, entre otras muchas cosas, ofrecen la oportunidad para mitigar el cambio climático y conservar la biodiversidad”.

 

Mercedes Oliet Palá, catedrática del Departamento de Ingeniería Química y de Materiales de la UCM, abordó una de las grandes alternativas para una transición hacia una bioeconomía, las biorrefinerías, y específicamente, aquéllas que utilizan como materia prima la biomasa lignocelulósica. En su ponencia “La biorrefinería de biomasa lignocelulósica en el marco de los ODS” habló de la transversalidad de la biorrefinería en términos de los ODS, así como de la implicación de la misma en temas tan relevantes como la economía circular, bioeconomía sostenible, aprovechamiento sostenible de los bosques y, en definitiva, su papel en la consecución de los ODS.

 

La profesora Oliet expuso hitos científicos y sociales con el objetivo de concienciar acerca de la imperiosa necesidad de lograr una sociedad más sostenible, como por ejemplo, la publicación en 1962 del libro Silent Spring que inspiró la movilización ecologista, sentando las bases para la creación de la Environmental Protection Agency (EPA); el informe Brundlant, de 1987, en el que se definieron las dimensiones socioeconómica y medioambiental del desarrollo sostenible; la Cumbre de la Tierra, de 1992, en la que se sentaron las bases para la lucha contra el cambio climático, así como de otras cumbres a nivel mundial (Kioto, COP21, COP 25, COP26, Agenda 2030).

 

Mercedes Oliet trató uno de los grandes problemas a los que se enfrenta la sociedad del siglo XXI, el crecimiento de la población a nivel mundial, señalando, que para el año 2050 se estima que la población mundial ascienda a 9.700 millones y “eso implicaría que se necesitarían 3 planetas Tierra para mantener el nivel de vida actual”. Para que eso no ocurra, es imprescindible adoptar medidas urgentes para combatir problemas como el agotamiento de los recursos fósiles, la generación y acumulación de residuos y el cambio climático.

 

Entre las soluciones propuestas, Oliet hizo referencia a la economía circular, entendida como la reducción en el uso de los recursos naturales alargando el ciclo de vida de los productos, reutilizando y reciclando todos los materiales, y a la bioeconomía sostenible, es decir, el empleo de los recursos naturales renovables y de los residuos orgánicos como insumos para generar productos y energía para lograr un modelo de producción y consumo más sostenible.

 

Estos dos términos se pueden poner práctica en las biorrefinerías, ya que “son medios de producción de energía compatible con el modelo económico mencionado, ya que se basan en la utilización sostenible de la biomasa, incluidos residuos orgánicos como sustitutos de combustibles y recursos fósiles”. Tal y como apuntó Oliet, “la biorrefinería es una solución parcial para la bioeconomía circular”, porque permite el empleo de biomasa en todas sus formas, aprovecha los residuos y no emite gases de efecto invernadero. Por lo tanto, supone una alternativa interesante en vías de desarrollo en 2021 frente al uso masivo que todavía hoy en día se hace del petróleo, siendo un proceso industrial innovador, eficiente, seguro, limpio, competitivo y sostenible tanto medioambiental como económicamente.

 

La tendencia actual es diseñar biorrefinerías de 3ª generación, en las que no hay generación de residuos, sino que todo lo que se produce, se puede transformar y aprovechar. En cuanto a la biorrefinería de biomasa lignocelulósica, está basada en el empleo de la lignocelulosa, compuesta por celulosa, hemicelulosa y lignina.

 

El papel de los plásticos

Juan Ruiz, de Plastics Europe, abrió la temática de la sostenibilidad en el uso y conservación de los océanos en su ponencia “Los plásticos y la vida submarina. Retos y soluciones”. Recordó Ruiz que los plásticos son mucho más que envases, y por ejemplo, las mascarillas que se emplean para la prevención de la COVID19 tienen plástico en su composición, “todo lo que nos rodea contiene plástico”. De hecho, el 39,9% de la demanda de plástico en Europa está dedicada a envases, pero un 19,8% a construcción y edificación, un 9,9% a automoción, un 6,2% dedicado a uso eléctrico o electrónico...

 

Los plásticos han supuesto una mejora en el modo de vida a nivel de transporte, de comodidad, en el ámbito sanitario…, pero, de acuerdo Juan Ruiz, también suponen un problema relacionado con el final de su vida útil. Es cierto que los plásticos surgieron como solución al empelo de otros materiales, como el marfil y el carey, que estaban provocando la extinción de elefantes y tortugas, “pero hay que tener en cuenta los daños medioambientales que estos plásticos causan, porque el abandono de los residuos plásticos en el medio ambiente está ocultando los beneficios de nuestros productos”.

 

Uno de estos graves problemas medioambientes se encuentra en los mares y océanos, afectando de lleno sobre el ecosistema marino, y de forma indirecta, y aunque no está del todo demostrado científicamente, sobre la vida de las personas. Dentro de los daños generados sobre los animales marinos se encuentran el ahogamiento por quedar atrapados en redes perdidas de pesca (lo que se conoce como ghost fishing), la asfixia o el atragantamiento por bloqueo del tracto digestivo, así como que pueden actuar de vectores de sustancias químicas o especies invasoras. Según Ruiz, “entre 4,9 y 12,2 millones de toneladas de plástico entran al mar cada año”.

 

Otro grave problema de los plásticos es su degradación en microplásticos, los cuales suponen 0,95 millones de toneladas anuales en los océanos. Estos microplásticos se incorporan en las cadenas tróficas marinas, llegando en muchos casos a ser ingeridos por los humanos en la dieta. Sin embargo, tal y como apuntaba Juan Ruiz, a pesar del aparente problema medioambiental y de salud que pueden suponer los microplásticos, hoy en día faltan estudios crónicos y a largo plazo, ya que no hay evidencia de efectos nocivos científicamente demostrados; así como evaluar el riesgo ambiental que pueden suponer. “No es solo que nos falten muchas piezas del rompecabezas, es que también muchas de las que tenemos no encajan”, señaló el ponente. Sin embargo, sí que existen datos de estudios científicos en los que se ha demostrado que los microplásticos están presentes en alimentos y bebidas, por los que hay que prestarles una atención especial. Además, los estudios realizados hasta la fecha parecen apuntar a que algunas de las partículas son capaces de atravesar la barrera gastrointestinal, pudiendo por lo tanto presentar toxicidad celular.

 

Destacó Ruiz que los plásticos son uno de los materiales más regulados y seguros, tanto a nivel mundial como europeo y nacional, pero ahora falta que la industria implemente en sus procesos de producción la economía circular de los plásticos, de tal forma que “los plásticos se usen de forma responsable, se reutilicen, se reciclen y finalmente recuperen su valor energético”. En la tarea de pasar de residuo a recurso, España tiene una tarea pendiente, porque si se comparan los porcentajes de destino de plástico, a nivel europeo, un 32,5% se reciclan, un 42,6% va destinado a la recuperación energética y el 24,9% restante son llevados a vertederos mientras que, en España los valores cambian, porque aunque se recicla más que a nivel europeo, un 41,9%, todavía un 38.8% son depositados en vertederos. Estos datos deberían “hacer reflexionar sobre la necesidad de alianzas públicas y privadas y fomentar la investigación para evitar que el destino final de los plásticos sean los vertederos”.

 

Luis Revuelta Rueda, profesor contratado doctor del Departamento de Fisiología de la Facultad de Veterinaria de la UCM, cerró la jornada con su ponencia “Microplásticos y medio ambiente. Incorporación de microplásticos en la cadena alimentaria”. De acuerdo con sus datos, la producción de plástico desde 1950 se cifra en 8.300 millones de toneladas, de los que sólo hay un bajo porcentaje que se recicla, tan solo un 9% a nivel mundial, por lo que la mayor parte de los plásticos termina en vertederos.

 

Cuando los plásticos son abandonados en el medio ambiente, se empiezan a degradar, dando lugar a los microplásticos, que son toda aquella fracción plástica menor de 5 mm, los cuales pueden ser ingeridos por los animales e incorporarse, por tanto, a la cadena trófica, lo que puede producir efectos nocivos sobre la salud. Explicó Revuelta que la vía de entrada de los microplásticos en las cadenas tróficas es la ingesta de éstos por parte de los animales, ya bien sea porque se encuentran flotando en las aguas, abandonados en el suelo o acumulados en los vertederos. De hecho, tal y como apuntaba el profesor, “existen muchos estudios que han encontrado trozos de diferentes tipos de polímero en diversas especies”.

 

En función del tamaño de la especie, esta será capaz de ingerir plásticos de distinto tamaño, lo cual llevó al ponente a mostrar la clasificación actual de estos: macroplásticos (> 200 mm), mesoplásticos (5-200 mm), microplásticos (1 µm-5 mm) y nanoplásticos (< 1 µm). Centrándose en la fauna marina, Revuelta apuntó que los peces acumulan los trozos de plástico que ingieren en su sistema digestivo, lo que desde un punto de vista “práctico, a la vez que egoísta”, no debería suponer un problema, ya que las vísceras de los pescados no forman parte de la dieta omnívora de los humanos, pero sin embargo, la cosa cambia cuando se trata de crustáceo o moluscos, en los que la presencia de plásticos sí que supone un problema en término de que se ingiera la pieza entera, incluidos los aparatos digestivos en los que los plásticos se acumulan. Además también han aparecido microplásticos no sólo en fauna marina sino también en fauna terrestre y en las aguas de consumo y de esta manera se incorporan trozos de plástico en el organismo humano.

 

Con perspectiva mundial, otro problema adicional del vertido de plásticos al mar es la existencia de las corrientes marinas, que hacen que un plástico abandonado en China se pueda encontrar en España, por lo que “el reciclaje es tarea de todos”. Tiene claro Revuelta que es imposible eliminar el plástico del entorno, pero sí hay que prestar atención a las consecuencias medio ambientales, y de salud, que presentan los plásticos, porque “el problema no es la fabricación de plásticos, que son materiales de gran valor y muy difíciles de ser sustituidos, sino en hacer un uso racional de los mismos, y llevar a cabo una adecuada gestión cuando pasan a ser residuos”.

 

El miércoles 17 de noviembre, en la Facultad de Químicas, se celebrará una jornada dedicada a la gestión de residuos y economía circular. Para ello, se contará con las ponencias “La gestión de los residuos urbanos: retos y desafíos”, a cargo de Cristina Gómez López, técnico medioambiental del Consorcio Urbanístico de la Ciudad Universitaria de Madrid y secretaria de la Asociación Vertidos Cero; “El tratamiento de los residuos urbanos de la ciudad de Madrid: el Parque Tecnológico de Valdemingómez”, impartida por Alberto Orío Hernández, jefe de servicio de control del Parque Tecnológico de Valdemingómez, del Área de Gobierno de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid, y “La transformación de una economía lineal a una circular: retos, desafíos y oportunidades”, de la mano de Vicente Galván López, exdirector de Economía Circular de la Comunidad de Madrid y exdirector del Centro de Competencia de Medio Ambiente de Ferrovial Servicios.