ÁGORA

Guillermo Owen, el rector Joaquín Goyache y Stephen Greenblatt

El historiador literario Stephen Greenblatt y el matemático Guillermo Owen, nuevos honoris causa por la Universidad Complutense

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Francisco Rivas - 13 mar 2024 13:29 CET

El miércoles 13 de marzo el Paraninfo de San Bernardo ha acogido la investidura de dos nuevos doctores honoris causa por la Universidad Complutense de Madrid, el profesor Stephen Greenblatt, a propuesta de la Facultad de Filología, y el profesor Guillermo Owen, a propuesta de la Facultad de Estudios Estadísticos. El rector Joaquín Goyache ha señalado que, gracias a estos nuevos compañeros, “la Universidad Complutense gana hoy en conocimiento, en saber”, al integrar a “dos personas a imitar, dos personas con valores, ejemplos de lo que se puede lograr con la dedicación, la pasión y la perseverancia”.

 

Stephen Jay Greenblatt es historiador de Literatura, titular de la cátedra John Cogan de la Facultad de Humanidades en la Universidad de Harvard y uno de los fundadores del Nuevo Historicismo. Greenblatt ha escrito y editado numerosos libros y artículos relacionados tanto con dicho New Historicism, como con el estudio de la cultura, el Renacimiento y William Shakespeare. Entre sus galardones se encuentran el Premio Pulitzer de No ficción general en 2012 y el Premio Nacional de Libros de No Ficción en 2011 por El Viraje: Cómo el mundo se hizo moderno.

 

Damaso López García, catedrático del Departamento de Estudios Ingleses: Lingüística y Literatura y padrino de Greenblatt, ha destacado del nuevo doctor honoris causa sus amplios conocimientos y la aportación de criterios novedosos para el estudio del Renacimiento y, especialmente, de la obra de William Shakespeare.

 

Su trabajo, según López García, es riguroso y académico, y el éxito de sus libros demuestra que “la divulgación y, la alta divulgación, es también un ejemplo de ciencia abierta en el terreno de las Humanidades”. La tarea de Greenblatt, de acuerdo con el catedrático complutense, nos ayuda a “entender el pasado de forma que nos permite entender mejor el presente”.

 

Stephen Jay Greenblatt ha querido agradecer esta investidura, no sólo a las autoridades complutenses, sino también al propio William Shakespeare, quien no sólo leyó la primera parte del Quijote, que se tradujo rápidamente al inglés, sino que murió el mismo día que Cervantes. Ha explicado Greenblatt que las semejanzas con Cervantes no terminan ahí, porque Shakespeare tuvo que luchar durante toda su vida con los límites de su medio, que eran las dos horas en el escenario, para lo que inventó una nueva manera de tratar el espacio, el tiempo y los personajes con los que intentar romper esos límites, al igual que hizo Cervantes en el Quijote.

 

Greenblatt centró su charla en el concepto que se deriva de La vida es sueño, de Calderón, que probablemente Shakespeare no llegó a conocer, y que para el conferenciante es “la más importante reflexión del Renacimiento sobre la posibilidad de tener una segunda oportunidad en la vida”.

 

En su discurso recordó su infancia y su juventud, así como los lazos familiares de los que uno no es consciente plenamente hasta que a veces es demasiado tarde, cuando se vuelve al hogar como si se tratase de una comedia shakesperiana. Al igual que muchos de los personajes del autor inglés, como Hamlet, Otelo o Macbeth, que están como hechizados por lo que perdieron, atormentados porque no hay una segunda oportunidad.

 

¿Qué pasaría si hubieran tenido esa segunda oportunidad? Shakespeare respondió a esa pregunta en su obra Cuento de invierno, que no salió de sus experiencias personales sino del romance pastoral Pandosto de Robert Greene, aunque "cambiando radicalmente el final para dar una segunda oportunidad a los personajes", con la estatua de Hermione, una de las protagonistas, que vuelve a la vida y abraza a su familia. Eso sí, es una segunda oportunidad por la que ha pasado el tiempo, dejando huellas en los rostros y las almas de los personajes.

 

Guillermo Owen

El doctor Guillermo Owen ha desarrollado su trayectoria científica en Teoría de Juegos, por lo que ha sido candidato al premio Nobel de Economía. Estudió Matemáticas en la Universidad de Fordham, se doctoró en Princeton y ha sido profesor en las universidades de Fordham, Rice y, durante los últimos 40 años, en la Naval Postgraduate School de Monterey, de California, en cuya Facultad de Ciencias ha sido decano y donde ha contribuido con sus análisis juego-teóricos a la toma de decisiones relevantes en la política americana.

 

Conrado Manuel García, director del Departamento de Estadística y Ciencia de los Datos y padrino del doctor Owen, le ha considerado “una de las leyendas vivas de la Teoría de Juegos” y ha afirmado que es la persona que más ha influido en su forma de apreciar dicha teoría, “razonar, abordar y resolver problemas abiertos”, que en la mayor parte de los casos ha propuesto el propio Owen.

 

Ha resaltado el padrino “la intensa vinculación científica del profesor Owen con la Universidad Complutense desde Madrid desde finales de los años noventa cuando se iniciaron colaboraciones con el grupo de la Teoría de Juegos, dirigido por el profesor Juan Tejada”. Y desde entonces no ha faltado su visita anual a la UCM, interrumpida sólo por la pandemia, “lo que ha permitido mantener la continuidad en el trabajo”.

 

Guillermo Owen ha explicado, de manera poética, en qué consiste el trabajo en el que lleva centrado desde hace sesenta años, “pensando en los juegos como en el efecto de algo que se ha hecho durante muchos siglos, efecto que dé placer a aquellas personas que estén en el juego que se estudia”. Según Owen, y de manera muy sencilla, “un juego de n personas estudia la manera en la que esas personas pueden colaborar o pueden pelear”.