ÁGORA

Un formador de la Fundación ONCE del perro guía; la decana de Veterinaria, Consuelo Serres, y la perra guía Zambia

Veterinaria acoge una exhibición canina de la Fundación ONCE del perro guía

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Jesús de Miguel - 18 jun 2024 14:40 CET

El objetivo que buscan en la Fundación ONCE del perro guía (FOPG) es que estos animales alcancen el nivel de “desobediencia inteligente”, es decir, que sean capaces de desobedecer a su compañero humano en caso de que este tome una decisión errónea, creada, por ejemplo, por un nuevo obstáculo en su camino. Antes de eso, de todas maneras, hay un gran trayecto por recorrer que va desde una selección genética inicial, pasa por un proceso de socialización con familias educadoras, continúa con el entrenamiento y, por último, la adaptación entre perro y persona. Así lo ha explicado Eloy Aranda, formador de FOPG en la exhibición canina celebrada el 18 de junio en la Facultad de Veterinaria.

 

Eloy Aranda, acompañado por otro compañero de la Fundación ONCE del perro guía, y por los labradores Zambia y Bobby, han hecho una demostración de diversos ejercicios de obediencia y concentración. Para ello los responsables de la ONCE han montado un circuito con diferentes obstáculos, que simula cualquier calle por la que deambulan los perros y los humanos que van con ellos.

 

Es consciente Aranda de que este es un entorno controlado, menos peligroso que la vida real, pero es una buena manera de explicar cómo forman a los perros para que lleven a cabo su cometido de la mejor manera posible, siempre con una educación en positivo y siendo conscientes de que “los perros, al igual que los humanos, no son perfectos y pueden cometer errores”.

 

Una de las tareas más difíciles es conseguir que los perros controlen sus instintos, como, por ejemplo, comer todo aquello que se les ponga por delante, pero como han demostrado en la exhibición es posible hacerlo y conseguir que el perro sólo coma aquello que le da la persona que está a su cargo.

 

Aranda ha explicado además que es fundamental que la persona ciega, o alguna otra con discapacidad que también utiliza perros guía, sea capaz de llegar, con la ayuda de un bastón de un punto inicial a otro lugar. Hasta que eso no ocurre, esa persona no está preparada para tener un perro, y aunque siempre se consigue que estos perros tengan un control sobre sus propios impulsos, cada uno tiene su personalidad y es esencial encontrar el equilibrio perfecto con la persona para que “el reparto de roles produzca la movilidad compartida e idónea”.

 

La decana de Veterinaria, Consuelo Serres, ha probado, con una venda en los ojos, cómo es ser llevada por un perro guía y ha reconocido que “estar a oscuras es totalmente desconcertante”. Aranda reconoce que ir a ciegas “nos cambia el mundo, porque el 90% de la información la recibimos normalmente por la vista, así que cambia la percepción del espacio y el tiempo, incluso yendo muy despacio en un espacio controlado como puede ser el de esta demostración”.

 

La exhibición se ha aprovechado para celebrar en la Facultad una reunión del Patronato de la FOPG, de la que la decana Consuelo Serres es una de las vocales.