ÁGORA

En el centro de la imagen, Dánae Sanz, codirectora de la excavación en los yacimientos paleontológicos de Somosaguas

Los yacimientos paleontológicos del campus de Somosaguas celebran sus primeros 25 años de excavaciones

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Jesús de Miguel - 19 sep 2023 17:50 CET

En 1989, Francisco Hernández Arteaga, estudiante de la Facultad de Geología de la UCM, fue a buscar a su novia al campus de Somosaguas. Allí, una de las zonas le llamó la atención porque parecía contener fósiles, a simple vista, pero, de todos modos, y para no errar en su diagnóstico, no comunicó su descubrimiento hasta algunos años después, según fue avanzando en sus estudios y sus conocimientos le confirmaron que allí había un yacimiento. Así, contactó con la paleontóloga Nieves López Martínez, quien fue la impulsora, en 1998, del Proyecto Somosaguas de Paleontología, unas excavaciones que 25 años después han resultado ser fructíferas tanto en investigación, con más de 60 artículos científicos publicados, como en docencia y divulgación. En los yacimientos de Somosaguas se han encontrado restos de 32 especies de animales diferentes e incluso de dos que no se habían descrito con anterioridad, una especie de hámster y un tipo de suido, al que se ha denominado Retroporcus complutensis.

 

Para celebrar estos primeros 25 años del yacimiento, dos de sus directoras actuales, las hermanas Domingo Martínez, Soledad y Laura, profesoras del Departamento de Geodinámica, Estratigrafía y Paleontología, han realizado una visita guiada para autoridades de la Universidad Complutense, en la que han explicado tanto la historia del yacimiento como la metodología utilizada en su estudio, así como el aspecto que tenía Madrid hace 14 millones de años.

 

Laura Domingo ha recordado que también en esto la Universidad Complutense puede considerarse una universidad excepcional, porque es la única del mundo que cuenta en su propio campus con un yacimiento paleontológico de esa antigüedad, lo que ha servido para la formación de más de mil estudiantes de múltiples disciplinas, desde la Geología a la Paleontología.

 

Como se ha podido comprobar en la visita, y como han destacado las hermanas Domingo, el trabajo de un paleontólogo es minucioso y requiere mucha paciencia. Frente a eso, lo que no hace falta para el trabajo de campo es material muy sofisticado, ya que en este suelo arcilloso se puede trabajar con un destornillador para ir quitando la tierra poco a poco y de manera horizontal, una brocha para ir apartando esa tierra o un cepillo si son más grandes cantidades, un recogedor y un capazo para retirar la tierra sobrante. Tampoco viene mal un cojín para sentarse cómodo a realizar el trabajo.

 

De entre toda esa tierra retirada pueden aparecer esquirlas de fósiles, de los que por la conformación geográfica de la cuenca de Madrid, aparecen enormes cantidades en el yacimiento de Somosaguas, pero también otros mucho más grandes. En este último caso, para poder extraerlos se les hace un pedestal alrededor que minimice los posibles daños. Todos los fondos van al Museo Arqueológico y Paleontológico de la Comunidad de Madrid y para divulgación se hacen réplicas en resina o escayola como las que se mostraron en la visita de una mandíbula de rinoceronte, la muela de un mastodonte, la pata de un equido, el molar del Retroporcus complutensis o la mandíbula de un antílope con caries.

 

En la visita se ha podido ver el yacimiento norte, que sigue en explotación activa, campaña tras campaña, una serie de catas que se han ido abriendo para ver hasta donde se extiende el yacimiento, y el yacimiento sur, de donde se han sacado toneladas de bolsas de tierra para cribarlas y encontrar allí restos de micromamíferos. Las hermanas Domingo confiesan que la excavación en esta parte de los yacimientos está parada, porque todavía hay muchísimas bolsas con tierra sin estudiar, y que nunca se sabe si podrían deparar sorpresas como fue el descubrimiento de Cricetodon soriae, una especie de hámster, que se encontró en Somosaguas por primera vez y que es la especie más antigua del género Cricetodon encontrado en la Península Ibérica.

 

Además, los microfósiles, de acuerdo con las directoras de la excavación, sirven para datar con precisión los yacimientos, ya que se corresponden con animales que han vivido durante cortos espacios de tiempo (cortos en tiempo geológico, por supuesto), y al tener muchas especies con las que comparar se ha podido precisar que la edad de este yacimiento de Somosaguas está en torno a los 14 millones de años.

 

En aquella época, Madrid era una zona de sabana seca, con sequías duraderas y lluvias esporádicas pero torrenciales. De hecho, los estudios tafonómicos, que estudian la formación de los yacimientos, señalan que los fósiles encontrados en Somosaguas se depositaron en las cercanías de un cercano largo que ocupaba el centro de la cuenca de Madrid, al que llegaban los sedimentos de zonas como el Sistema Central o la Cordillera Ibérica. Y fueron las lluvias torrenciales las que desencadenaron flujos de derrubios que enterraron los restos en unas condiciones idóneas para la fosilización.

 

Una idea de cómo era Madrid en aquella época está reflejada en un mural, cuya primera fase (y última hasta la fecha) se realizó en el año 2008 por Cristina Díaz de Rada, con la supervisión científica de Nieves López Martínez y la reconstrucción faunística de Sergio Pérez González.

 

En la actualidad Laura Domingo y Soledad Domingo comparten la dirección de la excavación con la paleontóloga Dánae Sanz Pérez, y confían en que el yacimiento siga dando mucho juego a la comunidad científica complutense, pero también a la ciudadanía que lo visita de manera guiada. Allí incluso los niños disfrutan de la experiencia de poder excavar en una zona habilitada para ello, en este emplazamiento que desde 2016 está considerado Lugar de Interés Geológico.