CINE
“As bestas”, de Rodrigo Sorogoyen
Texto: Jaime Fernández - 10 nov 2022 11:32 CET
La película As bestas, de Rodrigo Sorogoyen, era la última que quedaba por estrenarse de todas las que se postulan como posibles ganadoras de la próxima tanda de premios del cine español. La Facultad de Ciencias de la Información ha tenido la suerte de acoger el preestreno del filme, dentro de las actividades de la Escuela de Producción UCM, que coordina Ildefonso Soriano, y además lo ha hecho con un coloquio posterior a la proyección al que han asistido el propio director, la guionista Isabel Peña y el actor Diego Anido.
Una pareja de franceses decide mudarse a un pueblo de la Galicia rural para comenzar un nuevo proyecto de vida, lo que choca con los intereses de los aldeanos, que empiezan a mirarles con muy malos ojos.
Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña trabajan juntos una vez más a la hora de escribir un guion que nació de una historia real ocurrida en nuestro país y que se resolvió en 2014, que fue cuando los dos guionistas comenzaron a pergeñar el guion. A finales de los años noventa, una pareja de holandeses se había mudado a un pueblo gallego para comenzar una nueva vida, con la mala suerte de que surgió un conflicto con los ingresos por la madera y los aldeanos que quedaban decidieron asesinar al holandés y dejarlo tirado por el monte, hasta que en 2014 la guardia civil encontró sus restos calcinados.
Sorogoyen y Peña cambian la nacionalidad de los protagonistas, aquí son franceses, y también el motivo del conflicto, aquí la colocación de unos aerogeneradores en el pueblo. Sin buscarlo han construido así el negativo de la película Alcarrás, de Carla Simón, porque si en ese filme los vecinos luchan porque no les echen de sus tierras los de la industria de las placas solares, en el de Sorogoyen los vecinos acosan asesinan al que no quiere que coloquen los aerogeneradores en su tierra. Así Carla Simón da esa visión bucólica y de hermandad del pueblo, al estilo de Mario Camus, mientras que Sorogoyen ve esa ruralidad salvaje, al estilo de pequeñas mujeres rojas, de Marta Sanz. Además, frente al trabajo de Carlota Pereda, en Cerdita, donde esa violencia que hay en el pueblo no se analiza ni se entiende como detonante de la que hay detrás de toda la historia, aquí sí que lo hace y ya desde el título, donde “as bestas” dejan de ser los caballos y pasan a ser los humanos.
En el guion se pueden destacar, fundamentalmente, los diálogos, que están trazados con tiralíneas. Sobre todo esos que mantienen los dos hermanos con el francés en una taberna, y que son totalmente inquietantes, y que sin amenazar directamente lo hacen sin descanso. Además Sorogoyen consigue que sean escenas secas, duras, sin música de fondo, lo que las hace todavía más angustiosas.
También es importante en el guion la elipsis que hay entre el momento de la muerte del francés (en un asesinato brutal, con una cierta inspiración a lo Alfred Hitchock) y el momento en el que la mujer sigue buscando a su marido perdido un año después. Sorogoyen reconoce que tuvieron suerte con una gran nevada que le permitió grabar la escena post-elipsis con ese ambiente que evoca la tristeza y la soledad más absoluta.
En el guion se entreven también las reconocidas referencias a filmes como Perros de paja, Deliverance, Grizzly Man e incluso al libro La España vaciada, de Sergio del Molino.
La película dura 137 minutos y lo cierto es que se podría haber recortado de la parte final, de la relación de la protagonista con su hija, aunque ahí también surgen algunas de las escenas más inquietantes del filme, y que hacen pensar que todavía puede ir peor para las francesas de lo que ya ha sido hasta ese momento.
En esa desazón que consigue la película ya desde su primera escena, y que sólo deja algún momento de reposo al espectador, es fundamental el reparto elegido. Sobre todo, los dos hermanos chungos, muy chungos, de Galicia están interpretados por Luis Zahera, que casi siempre da miedo, y por un prácticamente desconocido Diego Anido, que es más actor y director de teatro que actor de cine. Él mismo reconoce que tras su primer casting sólo tenía un par de secuencias, pero dos días antes de comenzar el rodaje cambiaron el elenco y le pasaron a ser uno de los coprotagonistas. Y lo cierto es que el cambio fue totalmente acertado, porque interpreta a la perfección a un aldeano al que le falta un hervor y del que se puede esperar cualquier cosa.