REPORTAJE

Diego Rodríguez, maestro soplador de la Real Fábrica de Cristales de la Granja de San Ildefonso, y Emilio Elvira, que dirige el Taller de Vidrio Científico de la UCM

Cuando el soplado de vidrio adquiere la categoría de arte

Texto: Elena Espada y Rubén Miranda, Fotografía: Rubén Miranda y Mª Belén Yélamos - 21 nov 2022 09:21 CET

Como una de las actividades de la Semana de la Ciencia y de la Innovación de Madrid 2022 y para conmemorar la celebración del 2022 Año Internacional del Vidrio, el pasado día 17 de noviembre, la Facultad de Ciencias Químicas organizó una demostración de soplado de vidrio a cargo de Diego Rodríguez, maestro soplador de la Real Fábrica de Cristales de la Granja de San Ildefonso. Diego estuvo acompañado en todo momento por su amigo y compañero en la Asociación Española de Sopladores de Vidrio, Emilio Elvira, que dirige el Taller de Vidrio Científico de la UCM, con sede en la Facultad de Ciencias Químicas.  

 

La actividad comenzó a las 16:30 h y se prolongó hasta ya anochecido, a las 19 h. Fue muy bien recibida por la comunidad universitaria, asistiendo estudiantes, personal de administración y servicios y profesores, así como un buen número de familiares de todos ellos. A pesar de que, a medida que iba entrando la noche, el frio empezaba a notarse, el número de asistentes seguía aumentando ante la expectativa de la apoteosis final que se nos había prometido. En todo momento el número de las personas presentes en la actividad no bajó de cien aunque se renovaban continuamente, unos se marchaban cansados, demasiado tiempo de pie, pero muchos seguían llegando, estando presentes más de 100 personas en todo momento. El espectáculo lo merecía, de hecho, recientemente, el Consejo de Ministros aprobó el Real Decreto 506/2021, de 6 de julio, por el que se declara la Técnica del Vidrio Soplado en España como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial. Y es que no se puede olvidar que este oficio se implantó en la Península Ibérica a mediados del siglo I d.C., proveniente del Mediterráneo Oriental. Hoy en día podemos continuar disfrutando de su arte en la Real Fábrica de Vidrios de La Granja de Segovia.

 

Los hados estuvieron con nosotros porque el día se planteaba meteorológicamente complicado. Las previsiones del tiempo pronosticaban lluvia para la tarde, pero al final acabó quedándose una tarde despejada, con un entorno otoñal ideal para la actividad. La mezcla de los colores amarillos y rojizos de los árboles en la plaza de las Ciencias combinaba a la perfección con el hipnotizante color del vidrio al rojo. Así que casi ni nos enteramos de que ya habían pasado las dos horas y media de la actividad. Seguro que el espectáculo, con el que muchos se encontraron al salir de clase, hizo que modificaran sus planes de la tarde del jueves para disfrutar de esta singular ocasión.

 

El maestro soplador empezó su demostración con algunas figuras que dejaron impresionados a todos los asistentes. Hizo un precioso caballo de vidrio en cuestión de minutos. Pero la cosa no se quedó ahí. Diego Rodríguez realizó una gran cantidad de figuras con formas originales (botellas de diferentes formas y tamaños, un porrón de vino, un pez, etc.), e incluso demostró cómo utilizando polvos de diferentes minerales el vidrio podía adquirir la tonalidad deseada.

 

Diego y Emilio fueron maestros sopladores porque soplaban el vidrio y porque invitaron y enseñaron como hacerlo a muchos de los asistentes, que recibieron su “bautizo de soplado de vidrio”. ¿Miedo a quemarse?, de ninguna manera, mientras Emilio se encargaba de dar unas nociones teóricas a los valientes, Diego ponía en práctica la imaginación de los que iban a ser iniciados en este arte. Y es que para “sentir lo invisible y ser capaz de crearlo, eso es arte” (Hans Hofmann), contábamos con dos grandes maestros para ayudarnos a sacar la vena artística en el soplado del vidrio. Primero, Diego sacaba del horno, con ayuda de la caña, una masa compacta de vidrio fundido y él o la valiente de turno, entraba en acción. Parecía increíble que entre nuestra mano y el vidrio al rojo vivo hubiera únicamente una gruesa capa de papel de periódico mojado con agua. De esta manera, se empezaba a moldear el vidrio. Diego realizaba un primer soplado para meter una burbuja de aire en el vidrio a través de la caña. Después tocaba coger algo más de masa de vidrio del horno (a más de 1200 °C) y ahora sí, a darle forma. Para ello, el aspirante a soplador de vidrio se ponía a una altura suficiente como para mantener en vertical la caña con la masa de vidrio. Por gravedad esta comenzaba a caer y… ¡¡a soplar y darle forma!!. Alguno con pulmones de acero se pasó de fuerza y estalló la burbuja que se iba formando… y el vidrio se convirtió en papel de vidrio…

 

Para recibir el “bautismo de soplado de vidrio” pasaron profesores de la Facultad de Químicas, el anterior decano, Francisco Ortega, Álvaro Martínez del Pozo, Sara García Linares, etc. hasta la actual decana, Mayte Villalba, a la que no se le dio nada mal. Muchos asistentes, de todas las edades, niños y adultos, pusieron a prueba su destreza artística, en algo que visto hacer a Diego Rodríguez parecía mucho más fácil de lo que en realidad era. Algunos dirán que era porque había mucho público y se ponían nerviosos…. Pero claro, todo tiene su arte.

 

Era doloroso ver cómo las maravillosas figuras de vidrio eran devueltas al horno, pero no hay que olvidar que el vidrio es un material perfectamente reciclable de manera infinita sin perder sus propiedades. Así que, aunque se “destruía el arte”, una nueva obra podría crearse de nuevo.

 

Pero nuestros artistas, Diego y Emilio, todavía nos tenían preparada una sorpresa más. Ya en la oscuridad de la noche y para poner fin a la jornada, hicieron un espectáculo con el vidrio bajo la luz de los focos y con el sonido de la música para animar el ambiente, que no dejó indiferente a nadie.  

 

Ojalá que esta fantástica actividad sirva para dar visibilidad a un sector tan olvidado como es el arte del soplado de vidrio… y en especial el del vidrio científico, muy bien representado en este caso por nuestro querido Emilio Elvira.

 

Por último, la Facultad de Ciencias Químicas quiere agradecer la financiación recibida por el Vicerrectorado de Investigación y Transferencia, así como el apoyo de la Unidad de Cultura Científica de la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación, sin la cual habría sido muy difícil haber podido disfrutar de este espectáculo al aire libre, en un entorno tan coqueto como el Parque de Ciencias. Esperamos que los asistentes guarden un bonito recuerdo de esta actividad. 

 

Elena Espada es profesora del Departamento de Química Analítica. Rubén Miranda es vicedecano de Asuntos Económicos, Infraestructuras y Sostenibilidad y profesor del Departamento de Ingeniería Química y de Materiales de la Facultad de Ciencias Químicas