REPORTAJE

El director artístico y musical de la OSUCM, en el anfiteatro Ramón y Cajal el pasado 10 de diciembre antes de un ensayo

La Orquesta Sinfónica de la UCM dedica, en primera persona, sus conciertos de Navidad a los afectados por la DANA

Texto: Alberto Martín, Fotografía: Francisco Rivas - 13 dic 2024 10:18 CET

El 17 y el 18 de diciembre la Orquesta Sinfónica de la Universidad Complutense ofrecerá sus tradicionales conciertos de Navidad. Será como siempre en el Anfiteatro Ramón y Cajal de la Facultad de Medicina, a las 7 de la tarde. Sin embargo, en esta ocasión todo será muy diferente. El Vicerrectorado de Cultura, Deporte y Extensión Universitaria ha dado a ambas actuaciones carácter solidario, destinando su recaudación a los afectados por la DANA. En concreto, se entregará al Ayuntamiento de Paiporta. Precisamente allí vive desde hace más de una década el director artístico y musical de la Orquesta, José Sanchís. Él, en primera persona, conoce los efectos de lo vivido aquel martes 29 de octubre. “Mi casa se ha destruido totalmente, mis coches, mis pertenencias, mis recuerdos, mi vida…”, acierta a resumir.

 

Ha pasado ya un mes y medio desde aquella tarde, pero la vida de José Sanchís sigue patas arriba. Su casa -nos enseña unas fotos- continúa llena de barro, los tabiques están destruidos, sus enseres inservibles. Su coche, aún ni lo ha localizado. Aquella tarde ha cambiado su vida. Cada día se viste con ropa de faena y acude allí a limpiar y rescatar lo que puede, a tratar, como explica, al menos de poder cerrarla, de volver a levantar la pared que le separaba de su vecino, instalar una nueva puerta… De las pocas cosas que le vuelven a conectar con la que era su vida, es su viaje semanal a Madrid para dirigir los ensayos de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Complutense, ahora más que nunca su orquesta, casi su familia.

 

Quedamos con el director en la Ramón y Cajal el martes 10 de noviembre por la tarde, un rato antes de comenzar el ensayo. Por la pequeña claraboya de la puerta, se le ve al fondo, solo, colocando las partituras en el atril de director. Entramos y le escuchamos:

- Vivo en Paiporta desde hace 11 o 12 años. Yo soy de Picassent, que está a nada, a 15 minutos, pero Carmen, mi mujer, es de Paiporta y yo desde que estamos juntos voy viviendo allí. Justamente nos acabábamos de reformar esta casa, una casa antigua, valenciana, de agricultores, de estas chulas. Terminamos hace algunos meses y nos pusimos a vivir. Y nada, ahora ha ocurrido esto. Estaba yo allí. Menos mal que Carmen se había marchado...

 

-¿Te cogió todo dentro de la casa?

- Yo había regresado de Madrid, de los ensayos con la Orquesta. El barranco de Paiporta es muy amplio y muy fondo. El problema viene de la parte de arriba. No había nada de agua. Eran las 2:30 o una cosa así. Ya me metí en casa. Mi mujer se fue. Me llama a las 6:15, yo estaba haciendo deporte, y me dice: “Oye, que se ha desbordado el barranco”. “¡Qué me dices!” Ya abrí la puerta y ya todo lo que veía era todo marrón, bajando el agua con una violencia espectacular. Cerré y pensé, bueno, se inundará algo y tal, y puse algo de ropa en la puerta. Todo lo que estoy contando pasó en muy poco minutos pero muy intensos. La verdad es que llega ya un momento en el que el agua silenciosamente entró hasta el final. Mi casa es mi casa, el patio y luego la parte de atrás, que era un establo donde ponían los animales, es mi estudio. El agua llegó hasta allí. Veía que el agua iba subiendo de nivel y haciendo olas. Ya llegó un momento en el que empecé a ver que el agua entraba por las juntas de la ventana, por las juntas de la puerta y me di cuenta de que eso iba a reventar de un momento a otro. Ya me salí al patio. Menos mal que tenía patio porque mucha de la gente que ha muerto ha sido porque no tenían salida, y el agua al final llegó hasta 3 metros en algunos sitios. Yo me salí al patio, me cogí una mochila que tenía, no sé por qué, porque tampoco era consciente de la magnitud, y me subí encima de una barbacoa, a la que nosotros llamamos paellero, que tengo de obra. Ya entonces reventó la puerta y el nivel subió de manera exponencial; en mi casa a más de 1,80. Y claro, ya me di cuenta de que aquello era más que una inundación, aunque yo seguía pensando que era algo perimetral, que solo nos estaba afectando a los que estamos al lado del barranco, pero no, ha sido una destrucción de todo el pueblo. Mis hijas viven en la otra parte del pueblo y aquello era una montaña de coches, de lodo… Todo destrozado. Cogí una botella de butano que venía con el agua, me la puse en la barbacoa con un cojín y ya subí a pulso a una pared, una mediana que tengo, y de ahí me subí como pude al piso de arriba y de ahí al tejado y a un balcón de la parte de atrás. O sea, una odisea...

 

-¿Estuviste mucho tiempo en aquel balcón?

- Yo me quedé incomunicado. Intentando subir me caí dos o tres veces al agua. Yo pensando en no clavarme nada, porque el agua venía… No me quedaba nada de móvil, pero conseguí hablar con Carmen y pudo contactar con la gente del balcón en el que estaba, que los conocemos, y me abrieron. Luego a la madrugada volví a bajar para ver un poco cómo estaba todo. Y al día siguiente cuando ya pudimos salir a la calle pudiste darte cuenta de la magnitud de todo aquello. No sé… He perdido todo: la casa, el coche, que aún no sé ni dónde está, y prácticamente mi vida. Ya no es lo material, que también, sino es que nosotros teníamos todo dentro de la casa, todos los recuerdos… He estado tratando de recuperar ropa del lodo. He ido con ropa que no era mía muchos días. Muy complicado. Es un escenario de guerra, como si estuvieras en Gaza, pero sin bombas. Por mucho que te explique no te voy a dar una imagen de lo que ha sido y está siendo todavía… Seguimos llenos de militares, con la UME, con lodo en garajes… Todavía estamos en un punto demasiado retrasado para el tiempo que ha transcurrido. Estamos hablando ya de más de un mes.

 

- ¿Dónde estáis viviendo ahora?

- Estamos en casa de nuestras hijas. Vamos a ver ahora qué es lo que sucede. Ahora empieza un calvario bastante importante. Entran ya por medio otro tipo de cuestiones. Físicamente estoy destrozado, psicológicamente estás derrotado y emocionalmente, también. Intentar gestionarlo todo de la manera más neutral posible, pero a veces no es fácil. Es algo que hay que digerirlo, que hay que aceptarlo. Tú lo puedes ver por televisión, pero no te imaginas aquello… Que en la Europa del siglo XXI estemos como estamos, en las circunstancias que estamos… Y es una pena porque la gente necesita ver avances. Si no los ves, tu motivación… No hay luz. Estoy cada día yendo a la casa, limpiando, desmontando el pladur, haciendo alguna acometida porque, por ejemplo, la medianera con mi vecino se ha ido; entraron dos troncos y se cargaron todo. Lo tenemos apuntalado con una vigueta, pero hay que hacer una pared, la puerta la arrancó… Estamos haciendo cuestiones de ese tipo para al menos poder cerrar y ya veremos qué hacer después.

 

- ¿Vuestra idea es arreglar la casa y volver?

- En un principio queremos volver, sí, pero estoy en un momento en el que no voy a tomar ningún tipo de decisión hasta que se resuelva todo. Después entre los cuatro veremos hacia dónde queremos ir y qué queremos hacer. La idea sería por lo menos reformarlo, pero… Yo ahora en este momento vivo al minuto. Somos muy vulnerables… Nos puede pasar a cualquiera. Puede ser esto o cualquier otra cosa y se acaban todas las tonterías. Tú puedes planificar lo que tú quieras, pero luego el destino y la vida no se casa con nadie. Tú tienes tus horizontes, tus ideas, pero de repente esto o peor, una enfermedad, y tu vida da un giro de 180 grados y tus prioridades cambian. A mí no me hacía falta que me ocurriera esto para tener mis prioridades en la vida, ni a Carmen tampoco. Nosotros teníamos una forma de vida muy clara y sabíamos dónde estábamos y hacia donde vamos. Te ha pasado esto y tratas de buscar la parte positiva, si la hay. Volveremos a escribir nuestra historia. Volveremos a empezar el libro y podemos decidir hacia dónde queremos ir y qué queremos hacer, pero lo cierto es que lo haces muy condicionado por una circunstancia, una situación. Ojalá todos pudieran sacar algún tipo de conclusión, pero va a ser, está siendo, muy duro. Porque todos los días es lo mismo. Yo me vengo algún día a Madrid porque tengo ensayos, pero mañana vuelvo, me pongo la ropa de trabajo y es todos los días solucionar problemas.

 

-¿Por qué decidiste volver a los ensayos tan pronto como pudiste?

- Necesitaba venir. Los chavales de la orquesta han estado sensacionales conmigo. Vino una violinista de la orquesta, que es de allí, y me trajo cosas de comida y una fotografía de la orquesta con una frase de soporte… Y luego, el primer ensayo que tuve aquí el día 11… Vino toda la orquesta. ¡Todos! Fue algo muy emocionante. Artísticamente seguramente no fue el mejor ensayo, pero para mí, ha sido el mejor ensayo de mi vida. Y estoy muy orgulloso porque al final lo que tratamos en la universidad, y en concreto en el proyecto de la orquesta, es transmitir este tipo de valores, de empatía, de tratar de no pasar de puntillas por las cosas, de afrontar las cosas de una manera directa, clara, y en este caso, la orquesta, como muchos voluntarios jóvenes que han estado allí, la verdad es que chapeau. Estoy muy contento. Aquel ensayo para mí era complicado porque era la primera vez que salía de allí y estaba en shock. Paré a tomarme un café y veía la normalidad de la vida y me quedé en off. Me pasé media hora llorando. No entendía… Sí que lo entendía, pero no lo podía entender. Para mí era todo nuevo, aunque era lo que siempre había hecho.

 

- Me dicen que la Complutense, desde el Vicerrectorado de Cultura, se han volcado contigo…

La universidad se prestó enseguida a ayudarme. Me ha facilitado enseres y cosas. Y el otro día me comunicaron lo de los conciertos solidarios y me dio mucha alegría. Yo me considero un complutense más, llevo aquí 12 o 13 años, y me hizo mucha ilusión que pensaran esto. Creo que el rector también me mencionó en Consejo de Gobierno… Son detalles que, oye, a mí me emocionan. Para mí la Universidad Complutense es… Yo siempre la llevo con orgullo por ahí. Aparte de nuestros dos conciertos solidarios van a hacer algunas actividades más con la idea de recaudar algo. La idea me la comunicó Isabel, la vicerrectora, y me emocioné bastante porque me pareció un gesto muy bonito e imagínate cómo afronto yo esos dos conciertos. Va a venir mucha gente, mucha gente cercana a mí, que no me ha visto todavía. Gente que durante días no supo nada de mí, porque me quedé sin móvil. Hasta mi familia, mi hermano, no sabía si estaba vivo o muerto… Vendrá mucha gente que quiere verme. Van a ser conciertos muy especiales.

 

- Y la recaudación va a ir integra a Paiporta…

Sí, toda la recaudación va a ir para Paiporta. La alcaldesa estaba muy contenta. Ha sido mi primer contacto con ella, aunque vivo a dos calles y ella también ha perdido todo. Me presenté, le dije que cuando quisiera podía mantener una reunión con el Vicerrectorado para ver cómo canalizar la ayuda. Que la Complutense haga esto, allí es muy relevante. Va a dar visibilidad porque la situación es muy grave todavía y cuando pase la Navidad seguro que ya deja de interesar en los medios… Bueno, ya sabemos cómo son estas cosas…

 

Paramos la grabación y nos quedamos charlando un rato con José. Nos pide que no le demos mucha importancia a su relato. “Historias de estas hay muchas allí”. Y lejos de cargar contra un color político u otro, solo reclama coordinación, que se pongan más medios para al menos terminar de limpiar cuanto antes todas las localidades afectadas, para que las ayudas se hagan efectivas cuanto antes, para que los seguros actúen de manera diligente… Tras unas pocas fotografías, dejamos al director con los primeros integrantes de la Orquesta que comienzan a llegar al ensayo. El gesto de tristeza que acompaña su mirada poco a poco comienza a virar. La música, su orquesta, le da esa luz que necesita.

 

Desde el 5 de diciembre está abierta a través del siguiente enlace la compra de localidades para los conciertos  a un precio de 5€ y se ha habilitado una Fila 0 (sin derecho a butaca) a un precio de 10€.