ÁGORA
El Instituto Universitario de Desarrollo y Cooperación cumple 30 años asegurando su continuidad e iniciando nuevos proyectos
Fotografía: J. de Miguel - 4 abr 2022 11:55 CET
El Instituto Universitario de Desarrollo y Cooperación de la UCM cumple 30 años. Fue el primero creado en una universidad española sobre esta materia y también el primero en ofrecer formación del más alto nivel: su Máster en Cooperación Internacional, del que este año se oferta su trigésimo séptima edición, es referencia en España y Latinoamérica. Desde hace un año, el IUDC tiene nuevo director, el profesor de Sociología Esteban Sánchez Moreno, quien relevó en el cargo al profesor de Relaciones Internacionales José Ángel Sotillo. La llegada de Sánchez Moreno ha abierto una nueva etapa, “basada, por supuesto, en los logros de estos años previos”. Potenciar la actividad investigadora del centro, reforzar sus publicaciones, remarcar su carácter interdisciplinar o acercarse a los problemas sociales más próximos, son algunas de las líneas en las que ya se está trabajando.
Pero antes que todo esto, Sánchez Moreno se ha tenido que centrar en sus primeros meses al frente del IUDC en asegurar la continuidad del propio Instituto. Como cuenta, “el Instituto vivió un momento complicado, ya que estuvo en la lista de los institutos a suprimir. Fue un momento difícil, porque a pesar de los logros que se habían alcanzado, somos una entidad de investigación y una entidad universitaria y teníamos que cumplir con los indicadores necesarios. Entre ellos pasar una evaluación externa, que realiza la Agencia Estatal de Investigación. La continuidad del Instituto estuvo condicionada a superar esa evaluación, lo que felizmente hemos logrado hace apenas dos meses. El Instituto va a poder seguir siendo una referencia, pero ya con unas actividades y logros adaptados a los estándares de calidad que lógicamente tenemos que mantener como institución universitaria”.
- ¿Cómo fue su llegada a la dirección del Instituto?
- El Instituto lo conocía desde hace mucho. De hecho, el anterior director, José Ángel Sotillo, fue profesor mío. Me adscribí al Instituto en 2016 y durante estos años he colaborado en distintas actividades. Llegado un momento se plantea la posibilidad de presentarme a las elecciones del Instituto. Se trataba de tomar el testigo e iniciar una nueva etapa en una institución de mucha tradición y en un ámbito que a mí como Complutense me parece muy importante, el desarrollo. Me presenté a las elecciones y las gané justo hace un año, siendo el único candidato.
- ¿Más allá del tema de la evaluación externa, qué proyectos se han podido poner en marcha durante este primer año y qué otros se quieren emprender?
- En este año nos hemos centrado en captar fondos de investigación. Somos un instituto de investigación y tenemos que hacerlo así. Vivimos para eso, para generar conocimientos. También hemos buscado fondos de asistencia técnica, de consultoría, pero siempre desde el punto de vista de la transferencia de conocimiento. Hemos firmado 7 contratos artículo 83 y al próximo Consejo del instituto llevamos la firma de otros dos. Es decir, estamos hablando de 9 contratos de artículo 83. Tres de ellos son con la AECID [Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo]; uno para un proyecto de investigación, otro para formación en el Programa de jóvenes cooperantes, y un tercero en el que estamos colaborando en la transversalización de las desigualdades sociales como un marco fundamental para la cooperación española. También hemos firmado contratos con la Comunidad de Madrid, con la Dirección General de Asuntos Sociales, hemos evaluado sus campañas de inmigración, sinhogarismo, pobreza. Hemos firmado un contrato de investigación con el Observatorio de la Realidad Social de Navarra. Uno de los ámbitos en el que más estamos incidiendo es en el de la exclusión social. Ahí tenemos un proyecto con la red FACIAM para la lucha contra el sinhogarismo. Nos estamos convirtiendo, el Instituto y por tanto también la Complutense, en referencia en ese ámbito. Hemos publicado una investigación que está teniendo un eco notable sobre el impacto de la pandemia en el sinhogarismo. Ese contrato va a tener continuidad durante el próximo año. Y si todo va bien, vamos a firmar un contrato bastante importante para evaluar la puesta en marcha de un nuevo programa para combatir el sinhogarismo juvenil. De alguna manera, lo que queremos es afianzar y relanzar el papel central del instituto sobre investigación de problemas sociales y hacerlo a través de fondos de investigación.
Por otro lado, nos llegó una noticia estupenda hace una semana, y es que la revista que edita el Instituto, la Revista Española de Desarrollo y Cooperación se ha incorporado al catálogo de la Complutense. Este es un logro muy importante para nosotros. La revista va por el número 50, que publicando dos al año, quiere decir que tiene 25 años de existencia. Esta es otra de las líneas que también quiero potenciar. Queremos que la revista obtenga el sello de calidad de la FECYT, queremos indexarla, hacerla crecer y que tenga cada vez mayor impacto y visibilidad gracias, sobre todo, a su incorporación en el catálogo de su universidad. Por supuesto, me gustaría que el Instituto siguiera siendo, y lo fuera cada vez más, una entidad de transferencia del conocimiento. Queremos publicar libros en la colección de Desarrollo que tenemos en alianza con la editorial Catarata, que se ocupen de los problemas que preocupan, que están emergiendo como fundamentales en el desarrollo: cambio climático, refugio, diversidad sexo genérica, desigualdades sociales, trata de personas… Vamos a potenciar esa línea de publicaciones. Es difícil porque la financiación cuesta encontrarla, pero es una apuesta que tenemos que llevar adelante. El Instituto tiene que ser un agente clave en estos temas.
Por último, queremos continuar con la línea de formación. La idea es incorporar un programa de formación continua que vayamos ofertando año a año. En él se incluyen también los cursos que tenemos en la Escuela Complutense de Verano; en la que el año pasado pusimos en marcha un curso sobre migraciones que este año se va a reeditar. También estamos a punto de firmar una formación con el Ministerio de Educación de Argentina. Van a traer Madrid a formarse a sus funcionarios públicos en el ámbito de la cooperación, y lo van a hacer en la Complutense. El Instituto se ha encargado del diseño de esa formación y se va a encargar de su ejecución. Queremos ser referencia también en la formación para las instituciones. Lo hemos conseguido con la AECID y nos gustaría extenderlo a otras instituciones nacionales e internacionales. Y, por supuesto, continúa el Máster en Cooperación Internacional, que es una referencia sin la cual yo no concibo nuestra actividad. La pandemia nos puso ante una realidad que no conocíamos y que ha puesto en problemas a titulaciones como la nuestra que atrae a muchos estudiantes internacionales, sobre todo de Latinoamérica. Su director, José Ángel Sotillo, anterior director del Instituto, y su equipo han hecho un esfuerzo titánico y se ha conseguido salvar lo peor de la pandemia. Tenemos la esperanza de que a partir del próximo año se recupere el nivel de matrícula.
-Por lo que explica, quizá la línea más novedosa de esta nueva etapa es acercar el IUDC a la realidad social más próxima…
- Eso es. El Instituto tiene mucho hecho en cooperación, es una referencia. Hay que mantener eso, sí, pero el Instituto como entidad universitaria tiene que ser sensible a los problemas sociales que también en España están siendo cada vez más evidentes. Yo quiero acercar el Instituto a esos temas de investigación. No solo acercarlo, sino convertirlo referencia. Establecer alianzas para que el instituto complutense afiance aún más ese liderazgo en generación de conocimiento sobre los problemas sociales. Ese es seguramente el norte. También, porque yo soy sociólogo, entiendo que ahí tenemos mucho que aportar.
Un instituto muy interdisciplinar
El IUDC, según explica Esteban Sánchez, cuenta en la actualidad con unos 25 profesores adscritos. Se trata de docentes con dedicación compartida. “Tenemos nuestra docencia y parte de nuestra investigación en nuestra Facultad y otra parte de nuestra investigación y nuestra actividad académica en general, en el Instituto. La dedicación se estima entre 10 y 20 horas dependiendo de la voluntad del profesor o la profesora. El investigador adscrito dedica un tiempo al Instituto, participando en proyectos de investigación, en formación o en transferencia del conocimiento.
La procedencia de sus profesores adscritos remarca el carácter interdisciplinar del Instituto. “Tenemos profesores de ciencia política, de relaciones internacionales, sociología, trabajo social, psicología, comunicación, incluso un pequeño grupo de profesores de biología que se dedican a biodiversidad. Lo cierto es que me gustaría incorporar alguna persona más. Algunos actuales están próximos a la jubilación y hay que ocupar esos espacios de actividad, y, por otro lado, a mí me gustaría reforzar esa naturaleza multidisciplinar del Instituto. Creo que así seremos más fuertes. Por ejemplo, para desarrollar todos los temas vinculados con trata, refugio, protección internacional, me gustaría incorporar compañeras y compañeros del área de Derecho, que no tenemos y para trabajarlo adecuadamente sería muy bueno. Siempre voy a estar atento a la posibilidad de “fichar”, de incorporar a compañeras y compañeros que puedan ser un aporte en el marco de las líneas de investigación que queremos desarrollar”, concluye el director.