EN VERDE

El 27 de octubre el aula magna de la Facultad de Ciencias Químicas, ha acogido la cuarta jornada del Ciclo de Conferencias “Los ODS: desafíos medioambientales para un planeta con futuro”

El papel de las ciudades en la lucha contra el cambio climático

Texto: T.C. - 3 nov 2021 10:01 CET

El 27 de octubre ha tenido lugar en el aula magna de la Facultad de Ciencias Químicas, la cuarta jornada del Ciclo de Conferencias “Los ODS: desafíos medioambientales para un planeta con futuro”, la segunda dedicada a la contaminación atmosférica y al cambio climático. Las ponencias se centraron en dos ODS: el ODS 11 “Ciudades y comunidades sostenibles” y el ODS 13 “Acción por el clima”.

 

La primera ponente de la sesión, Julia Moreno Rosino, de C40 Cities, puso en evidencia en su charla titulada “El papel de las grandes ciudades en el cambio climático”, que el modo de vida de los seres humanos, principalmente en las grandes ciudades, donde cada vez vive una mayor parte de la población, supone un gran impacto para el medioambiente.

 

Moreno hizo referencia al crecimiento sin precedentes de los niveles de CO2 desde la década de 1960, asociada claramente a un cambio en estilo de vida ligado al éxodo rural. Apuntó además que, teniendo en cuenta que para el año 2050 se estima que alrededor del 70% de la población mundial vivirá en ciudades, “es imprescindible que los gobiernos nacionales dejen su inacción actual y desigual, y apoyen a las ciudades”, que a pesar de ser parte del problema, están haciendo grandes esfuerzos para ser también parte de la solución.

 

La conferenciante añadió, que las ciudades son “pequeños laboratorios” en los que sus gobiernos municipales se ponen en marcha con el fin de mitigar los efectos sobre el clima o adaptarse a los daños irreversibles ya producidos mediante medidas de resiliencia, lo que demostró con varios ejemplos de ciudades adheridas a C40 Cities que han logrado grandes avances ligados a una mejora medioambiental como, por ejemplo, Shenzen (China), que se ha convertido en la primera ciudad del mundo con una flota de autobuses municipales 100% eléctrica, mejorando notablemente la calidad del aire en las ciudades y las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). También está en ese grupo la ciudad de Medellín (Colombia), que contaba con múltiples zonas abandonadas en el centro de la ciudad y con un grave problema de efecto “isla de calor”. Para luchar contra ello ha puesto en marcha la rehabilitación de estas zonas y las ha transformado en corredores verdes, mejorando la calidad del aire y de la vida de los ciudadanos, al tiempo que ha favorecido la biodiversidad.

 

La principal conclusión de Julia Moreno se puede resumir en las acertadas palabras del alcalde de Los Ángeles: “Cuando se trata de acción contra el cambio climático, nadie está haciendo más que las ciudades, pero nadie está haciendo lo suficiente”. Y es que la alternativa a nuestra inacción, son graves consecuencias económicas y sociales, que van a lastrar el desarrollo y la prosperidad de todo el mundo, pero especialmente a los vulnerables.

 

De la mano de Saúl García Dos Santos-Alves, jefe del área de Contaminación Atmosférica del Centro Nacional de Sanidad Ambiental del Instituto de Salud Carlos III, se ha podido conocer más sobre la contaminación atmosférica, sobre cuáles son los contaminantes principales y sobre cuáles son sus niveles con respecto a los valores permitidos, tanto a nivel nacional como europeo. En su ponencia “Calidad del aire en las ciudades” animó a hacer una reflexión: “Cuando se habla de la atmósfera y la calidad del aire, ¿tiene sentido obviar los ambientes interiores?, en los que por cierto, pasamos mucho más tiempo que al aire libre”, sobre todo teniendo en cuenta que la legislación es escasa en cuanto a interiores se refiere.

 

Por otro lado, destacó la importancia que tienen los medios de comunicación y la política en la difusión de la problemática que supone el cambio climático, y es que, en muchas ocasiones, los intereses políticos y económicos son los que priman: “si mi fábrica contamina, pero diferentes procesos atmosféricos (de dilución y transporte en la atmósfera) hacen que las emisiones tengan repercusión en otra zona, ¿es mi problema?”.

 

García Dos Santos-Alves centró su ponencia no únicamente en mostrar las diferentes contribuciones y principales contaminantes que influyen en la calidad del aire de las ciudades, sino además en dar unas nociones básicas para interpretar con criterio los valores límites establecidos por las guías de calidad de la OMS y la legislación de la Unión Europea. Dentro de estos contaminantes recogió: SO2, CO2, NO2, PM10, PM2.5 y O3.

 

Entre los contaminantes a los que hizo referencia está el que se encuentra actualmente en boca de todos por la erupción del volcán de Cumbre Vieja (La Palma): el SO2.  De acuerdo con el conferenciante es curioso es que, a la hora de recoger datos, aquellas emisiones “espontáneas” no generadas por acciones humanas, sino por fenómenos naturales, como es una erupción volcánica, no se tienen en cuenta para verificar el cumplimiento de los niveles legislados.

 

Expuso también García Dos Santos-Alves los niveles máximos recomendados de estos contaminantes según la OMS en 2021. Centrándose en uno de ellos, PM2.5, la OMS recoge un límite en 5 µg/m3 anuales, pero ¿qué hay detrás de este dato? El ponente recordó la importancia de expresar los datos con la incertidumbre de medida asociada, de tal manera que, de acuerdo con la forma de medida de las PM2.5 del ISCIII, una medida de 5 µg/m3 lleva asociada una incertidumbre de ±3.53 µg/m3. Por lo tanto, tal y como reflejó el experto, dar un valor límite de 5 µg/m3, no parece que sea muy significativo teniendo en cuenta el error experimental de la medida. Esto llevó a García Dos Santos-Alves a terminar su ponencia, tal y como ya ocurrió en la sesión anterior, animando a los asistentes, en su mayoría alumnos universitarios, a cuestionarse los datos reportados por las organizaciones, interpretándolos siempre bajo un criterio científico.

 

El subdirector de Energía y Cambio Climático, área de Medio Ambiente y Movilidad, del Ayuntamiento de Madrid, Juan Azcárate Luxan, presentó la hoja de ruta hacia la neutralidad climática de la capital española, centrándose en la movilidad urbana sostenible, con su ponencia titulada “Hoja de ruta hacia la neutralidad climática de la ciudad de Madrid”.

 

Azcárate revindicó la necesidad del trabajo conjunto del Ayuntamiento de Madrid-Gobierno Central-Unión Europea con el fin de llegar a acuerdos/pactos transversales combinando el compromiso político con asesoramiento científico, no solo para reducir las emisiones, sino para crear unas ciudades medioambientalmente amigables y neutras en términos de emisiones.

 

Pero cuando se habla de neutralidad climática ¿cuáles son los parámetros que se miden? Azcárate Luxan mostró la evolución de los niveles de emisiones de GEI en la ciudad de Madrid en los últimos 20 años y explicó que el objetivo de la Hoja de Ruta para 2030 sitúa los niveles de emisiones de GEI de Madrid en 4500 kt CO2 equivalente/año, lo cual supone una reducción del 65% de las emisiones respecto a 1990. De acuerdo con los datos reportados por el Ayuntamiento, el total de las emisiones de GEI (suma de las emisiones directas e indirectas) ha disminuido considerablemente: desde aproximadamente 16.000 kt CO2 en el año 1999 frente a 10.000 kt CO2 en 2019. Por lo tanto, las medidas tomadas en la Hoja de Ruta por el Ayuntamiento de Madrid parece que han contribuido a una significativa disminución en las emisiones de GEI; tanto es así que, con estos datos, se espera que Madrid logre en 2050 la neutralidad climática.

 

Analizó también Azcárate una de las principales fuentes de contaminación en la ciudad de Madrid, el tráfico rodado, que junto con el sector residencial y el servicios suponen aproximadamente el 90% de las emisiones de GEI de la ciudad. Para tratar la problemática del tráfico rodado, el Ayuntamiento establece una jerarquía de acciones. En primer lugar, Azcárate nos recuerda que es necesario evitar, por ejemplo, desplazamientos innecesarios; no restringir la movilidad, sino limitarla, fomentar los coches compartidos... El segundo paso es cambiar, es decir, en el caso de tener que desplazarnos, seleccionar la forma más sostenible. Y, por último, mejorar, por ejemplo, sustituyendo vehículos que usen combustibles fósiles por vehículos cero emisiones. Es la estrategia que se ha venido en llamar ASI (Avoid, Shift, Improve). No se trata sólo de cambiar la flota de vehículos por vehículos eléctricos, aunque esto reduce de forma rápida y significativa las emisiones de GEI, no es la solución al problema, sino que primero hay que pensar en evitar y cambiar, evitar desplazamientos innecesarios, quizás fomentando el teletrabajo cuando sea posible, o intentando que nuestra movilidad se haga fundamentalmente a pie o en bicicleta, lo que supone hacer una ciudad más agradable para andar y donde haya una mayor disponibilidad de carriles bici para circular con ellas de forma segura.  

 

El último ponente de la sesión fue Rubén Talavera García, profesor ayudante doctor en el Departamento de Geografía de la Universidad Complutense de Madrid, que tituló su ponencia “La contribución de las Smart Cities a los ODS”. Para comenzar su ponencia, Rubén Talavera hizo una breve introducción acerca de qué se entiende por “smart city”, ya que muchas veces se entiende como “ciudad inteligente”, pero ¿“inteligente” en cuanto a qué? Según nos mostró, el adjetivo “smart” se refiere a que son más eficientes que una ciudad “normal” y, al estar conectadas a internet, se pueden controlar remotamente. Dicho así puede parecer algo abstracto para alguien no experto en el tema, pero Talavera puso varios ejemplos muy ilustrativos de cómo las tecnologías de la información pueden ayudar a crear ciudades más eficientes.

 

Como bien indicó el ponente, vivimos en la sociedad de los datos y de la información, y sin que el ciudadano se dé cuenta, en todo momento está enviando datos, que, pueden utilizar diferentes tipos de organizaciones para tomar decisiones inteligentes en términos de eficiencia, equidad, sostenibilidad y calidad de vida de los ciudadanos. Estas decisiones inteligentes recogen los ámbitos de lograr una mejor y más útil gobernanza, economía, centrada en las personas, su forma de vivir, el medioambiente y movilidad.

 

Uno de los ejemplos de las aplicaciones que contribuyen a una “smart city” es la aplicación radar COVID que, accediendo a la ubicación de los dispositivos, ayuda a determinar zonas de máxima afluencia. Otra de las utilidades es conocer los sitios más frecuentados por los turistas con el fin de mejorar esos espacios y destinar más medios económicos y humanos, o conocer cuáles son los recorridos más utilizados por los usuarios de BiciMad (a diario o durante el fin de semana) para distribuir mejor sus bicicletas dentro de las estaciones. Cada vez más y más aplicaciones inteligentes basadas en el “big data” que van a contribuir sin duda a construir ciudades más eficaces y sostenibles.

 

Para concluir el acto, se recordó que el martes 2 de noviembre, la Facultad de Educación, acoge la tercera y última jornada dedicada al cambio climático y contaminación atmosférica. Durante esa sesión, expertos en el área, tratarán de forma específica la influencia de las migraciones y refugiados climáticos. Se trata de una jornada con tres ponencias: “Variabilidad climática, cambio climático y migraciones: el caso del Sahel y del Mediterráneo”, a cargo de Irene Polo Sánchez, profesora contratada doctora del Departamento de Física de la Tierra y Astrofísica de la UCM; “Vacío jurídico y avances en la protección de las personas migrantes forzadas por causas climáticas”, de Nuria Ferré Trad, del Comité Español de Ayuda al Refugiado (CEAR), y “Desplazamiento forzoso, cambio climático y derechos de la tierra, vivienda y propiedad”, por  José María Arraiza, asesor de ProCap (Naciones Unidas) y voluntario de Energía sin Fronteras.