CURSOS DE VERANO

El escritor Jorge Volpi, en los Cursos de Verano de la UCM

La historia de la ficción, según el escritor Jorge Volpi

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Jesús de Miguel - 19 jul 2023 13:58 CET

¿Qué es una mentira? Y ¿qué es exactamente una ficción? ¿Hay una relación intrínseca? Esas preguntas han estado en el centro de la conferencia extraordinaria que ha impartido Jorge Volpi, en los Cursos de Verano de la UCM, bajo el título “Aquí hay dragones. Una breve historia de la ficción”. El escritor ha realizado un largo viaje desde la evolución de nuestro cerebro hasta las 30.000 mentiras de Donald Trump durante su mandato, los ‘datos diferentes’ del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador y las ‘inexactitudes’ de Alberto Núñez Feijóo. Reconoce Volpi que vivimos en una época extraña, donde “hay una enorme cantidad de hombres políticos que o mienten descaradamente o tienen hechos alternativos sin que a nadie les parezca importar demasiado, porque los votan”.

 

De acuerdo con Jorge Volpi vivimos en una época de prevalencia de la mentira, llamada posverdad, pero estamos, por otro lado, ahítos de realidad todo el tiempo. Según sus datos, en México los libros más vendidos son de no ficción y, “vivimos en una época marcada por el predominio de redes sociales que nos obliga a convertirnos en exhibicionistas o en voyeurs que espiamos la vida de los demás. En esas redes presentamos nuestra mejor cara visible, teñida constantemente de ficciones”.

 

Más allá de discusiones filosóficas sobre la dificultad de distinguir la ficción de la realidad, Volpi centró gran parte de su charla en el funcionamiento del cerebro humano y de cómo produce ficciones, ideas de verdad e ideas sobre la mentira. Explicó el conferenciante que el cerebro está construido por unos 80.000 millones de neuronas que actúan en paralelo. “Tenemos una corteza cerebral enorme y ese peso tiene alguna ganancia evolutiva con respuestas variadas, pero para ser lo más preciso posibles, más que para pensar y tener emociones, los expertos evolutivos piensan que este cerebro tan grande sirve para predecir el futuro, lo que hacemos mejor que cualquier otra especie”.

 

Aclara Volpi que almacenamos patrones de la realidad, lo procesamos en el presente y con ello construimos escenarios del futuro, y esa proyección de futuros caracteriza al ser humano. “Todo el tiempo estamos tratando de predecir lo que va a pasar, para poder reaccionar, sobrevivir y cumplir con los dictados de la vida”, imaginando escenarios posibles con imágenes percibidas por los sentidos sumadas a otras que aparecen directamente en el cerebro. Y la ciencia ha demostrado que esas dos imágenes son equivalentes y “el ser humano no tiene ninguna capacidad de diferenciar lo imaginado de lo vivido, salvo por el contexto en el que aparecen y por la relación con otras imágenes”.

 

Opina el conferenciante que “la ficción y la realidad se nos confunden todo el tiempo en el cerebro, porque probablemente evolutivamente no era demasiado útil diferenciarlas, así que lo que realmente hace el cerebro es producir alucinaciones controladas, los neurotransmisores crean nuestra relación con el mundo para poder estar en él, servirnos de él y sobrevivir en él”.

 

A esas alucinaciones se suma el fenómeno de la conciencia que no se sabe de dónde viene, pero que “nos convierte en seres narrativos”, y las emociones, con científicos que incluso piensan que la propia conciencia surge de las emociones que guían la mayor parte de nuestras emociones, porque “la gente vota, no con el cerebro, sino con el hígado”.

 

Las grandes ficciones

El surgimiento del lenguaje articulado permitió la aparición de ficciones significativas, entre las que Volpi imagina una primera con un grupo de homínidos reunidos en una caverna frente al fuego, en el norte de la Península Ibérica, donde un cazador cuenta cómo fue cazar él solo un mamut. La mayor parte de los presentes no le creen, pero no dejan de escucharlo, y lo hacen porque atrapa su atención y al hacerlo construye una mentira significativa, que probablemente sería artística. Cree el escritor que se parecería a una performance, con ruidos, movimientos rítmicos… que producía algo que no existía antes, la primera ficción de la que derivarían todas las demás, “primero probablemente la poesía cantada, y luego todas las variedades como las ficciones literarias, las ficciones escénicas y las derivaciones en nuestra época tecnológica”.

 

De allí, y de la aparición de los políticos y los chamanes, aparecerían los relatos míticos como el de Gilgamesh, el poema babilónico de la creación y el código de Hammurabi. De acuerdo con Volpi, “cada uno de esos relatos míticos llegará a la idea de que hay un dios que protege a un pueblo, y de ahí derivará el monoteísmo. Una de las grandes ficciones es la idea de dios, de que alguien tiene que tener toda la verdad, la verdad absoluta”.

 

Las ficciones seguirán evolucionando hasta la tragedia griega, y “la democracia ateniense, otra ficción en la que seguimos, de creer que es la mejor forma de gobierno, y además que todos nos gobernamos a todos”. En el Renacimiento surgirá la filosofía natural, que luego llamaremos ciencia, que es otra forma de ficción, porque propone hipótesis, aunque “son ficciones parciales hasta que son contrastadas o desmentidas”.

 

La Ilustración pondrá énfasis en que la razón es capaz de conocerlo todo, lo que también será otra gran ficción, a la que se enfrentará el romanticismo, que producirá “otro de los grandes monstruos, que es el nacionalismo, que propone que la verdad está en su entorno, y que terminará derivando en la exclusión de los otros y en pensar que hay ciertas razones mejor que otras. Sumada a otra gran ficción decimonónica, la que tiene que ver con la teoría de la evolución, dará lugar a prácticas de eugenesia, discriminación y exclusión que dominaron todo el siglo XX”.

 

Hoy, en época de verdades absolutas enfrentadas en redes cada vez “con más ira y más rabia”, la ficción más necesaria es la que empieza a aparecer con los griegos, que está en el humanismo renacentista, con “una vertiente en la imaginación ilustrada, en la declaración de los derechos del hombre, y que llega hasta nuestros días con el horror frente a las barbaries de las ideologías totalitarias. La mejor de todas las ficciones es que todos los seres humanos valemos exactamente lo mismo, es la ficción más útil, la de la Humanidad, de que todos deberíamos tener los mismos derechos y oportunidades, y abría que borrar las que nos hacen ver las pequeñas diferencias”. Concluye Volpi que “la gran ficción es que podemos ser autocríticos y que los otros valen lo mismo que nosotros mismos”.