CURSOS DE VERANO
La escritora Gioconda Belli clausura la trigésima octava edición de los Cursos de Verano
Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Francisco Rivas - 23 jul 2025 11:30 CET
Esperanza fue la palabra más repetida en la ceremonia de clausura de los Cursos de Verano de la UCM 2025. La dijo el rector Joaquín Goyache, en referencia a conseguir un mundo de paz y de escucha, en el que las universidades públicas tengan mucho que decir. La repitió Natalia Abuín, directora de los Cursos de Verano y vicerrectora de Comunicación, con la vista puesta en que en la próxima edición se sigan superando retos. Y la llevó la escritora Gioconda Belli incluso en el título de su ponencia: “La esperanza, una isla en la niebla”.
Antes de que Gioconda Belli impartiera su conferencia sobre esa esperanza que debe atravesar la niebla que se ha creado en nuestras sociedades, “que se han desorganizado, y enfrentan comportamientos que retan nuestros valores y nuestras concepciones de justicia, de respeto a los derechos humanos, de honestidad, dignidad y compasión”, los responsables complutenses y de China, el país invitado, hicieron la valoración de estos cursos de 2025.
Para el rector Joaquín Goyache es “imposible encontrar nada mejor” en toda la oferta de cursos estivales universitarios que se han ido creando por todo el país. No sólo por la amplia programación de la UCM que reúne “reflexión, cultura, conocimiento, diversión y compromiso con el saber”, sino porque además la Universidad Complutense, a través de estos cursos cumple con la función principal de una universidad pública. Una función que implica que “el conocimiento es un bien común, no elitista”, algo fundamental para construir sociedad.
La directora de los Cursos de Verano, Natalia Abuín, ha repasado las cifras de esta edición, en la que se han superado los 3.300 asistentes en 79 cursos, con el respaldo de más de cien entidades patrocinadoras, entre las que ha destacado CaixaBank, y que se han celebrado en una veintena de sedes, aunque siempre con el epicentro en San Lorenzo de El Escorial.
Ha destacado Abuín algunas de las más de veinte actividades culturales celebradas durante estas cuatro semanas de julio, haciendo especial hincapié en aquellas en las que ha participado China, el país invitado de esta edición. En respuesta a estas declaraciones, el embajador de China en España, Yao Jing, ha agradecido que se haya elegido a su país para esta edición y ha considerado que estos Cursos de Verano son un ejercicio muy noble de generosidad, por “expandir el conocimiento a la sociedad con tanto cuidado y amor”.
También Gioconda Belli ha hecho mención a estos Cursos de verano, a los que le gustaría venir como asistente, ya que la “labor de aprender y de educarse es una maravilla y uno nunca termina de hacerlo”, y además porque “la esperanza constructiva conduce a la innovación y a la creatividad, obliga a pensar fuera de la caja y a forzarnos a buscar soluciones diferentes y estos cursos son esa esperanza positiva, esa esperanza constructiva”.
Optimismo irreductible
Gioconda Belli, que ha sufrido un doble exilio de su país, Nicaragua, tanto en la época de Anastasio Somoza, como en la actualidad, con el gobierno de Daniel Ortega, reconoció ser una optimista más allá de cualquier problema. No obstante, ella imaginaba que con setenta años se quedaría en su terraza, tranquila, mirando el paisaje, y, por eso, “a estas alturas de la vida perder todas las seguridades que uno tenía para el futuro requiere de mucho optimismo y resistencia”.
En los tiempos de su lucha contra la dictadura de Somoza aprendió que “la esperanza no es un sentimiento abstracto, sino una fuerza, y lo que le da su fuerza es el convertirse en una emoción colectiva. La energía y voltaje lo adquiere cuando se contagia, cuando entra como fluido vital en los vasos comunicantes que desde el principio de los tiempos han constituido la fuerza creativa y transformadora de nuestra especie”.
Considera Belli que vivimos en un mundo lleno de mentiras, donde se actúa con impunidad, tanto en su país como en Gaza y en Ucrania, mientras se cierne sobre Europa y Estados Unidos “una ola de derechas recalcitrantes”. La escritora está preocupada porque esa extrema derecha se “atrinchere tras sus prédicas contra las migraciones”, o que “nieguen la responsabilidad humana en el cambio climático”, ya que “nuestra generación, tanto los mayores como los jóvenes, somos los primeros que enfrentamos la real posibilidad de que nuestro planeta se transforme en un mundo inhabitable para los humanos”.
De acuerdo con Belli, la esperanza en España está en cómo pudo recomponerse tras una dictadura y ser una democracia, y aunque no es una democracia perfecta, sí es una sociedad vital que ha logrado grandes avances. Sin embargo, “sigue corriendo riesgos, no de incurrir en otra guerra, pero sí de destruir lo que han logrado construir por situarse mentalmente en campos de batalla opuestos y dar la oportunidad a ideologías autoritarias”.
A pesar de que actualmente “lo colectivo nos ha desilusionado y renegamos a menudo de formas de organización que antes nos sirvieron para gestionar nuestras aspiraciones”, Belli cree firmemente, quizás por ser más epicúrea que estoica, en que no hay que aceptar la realidad como es, no hay que dejarse llevar por la resignación, sino que “con esfuerzo y trabajo las esperanzas pueden realizarse”.