CINE

Fotograma de "El buen patrón"

"El buen patrón", de Fernando León de Aranoa

Texto: Ángel Aranda - 14 ene 2022 09:35 CET

Desde sus primeros trabajos, Fernando León de Aranoa (Barrio, Los lunes al sol) ha tenido que escuchar y leer en muchas ocasiones que su cine tiene una referencia clara en la obra de otro de los grandes directores de nuestro tiempo, el británico Ken Loach. Y no les falta razón a quienes lo argumentan, al menos en las películas que, como El buen patrón, se sumergen en el drama social como denuncia aderezándolo con un poco de humor cargado de sátira y acidez.

 

Julio Blanco (Javier Bardem), es el dueño de una empresa dedicada a la fabricación de balanzas en una ciudad de provincias. Su vida personal y la factoría parecen ir sobre ruedas, pero cuando más orden y tranquilidad necesita para que la fábrica sea evaluada por una comisión de cara a obtener un importante premio empresarial, todos los necios se conjuran contra él como en la desternillante novela de John Kennedy Toole. Blanco tiene que lidiar con la grave crisis matrimonial de su hombre de confianza, Miralles (Manolo Solo); las protestas ante la puerta de la empresa de José (Óscar de la Fuente), tras ser despedido con un ERE o su propia infidelidad matrimonial con la becaria Liliana, interpretada por la joven actriz Almudena Amor.

 

Fernando León de Aranoa, otro de los ilustres cineastas españoles que pasaron por la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM antes de convertirse en estrellas del celuloide, ha construido una historia transparente a través de un guion magnífico, que logra disimular algunas de sus pequeñas grietas gracias a la interpretación sobresaliente del elenco principal de la película.

 

Javier Bardem está sublime desnudando al magnate de las balanzas, aunque en contadas ocasiones, como le ocurre también a algunos de sus compañeros de reparto, se deja llevar por ese vicio que viene seduciendo durante los últimos años a muchos actores de nuestro audiovisual (que no del teatro), y que consiste en no esmerarse todo lo debido en la vocalización de los textos. El personaje escrito por León de Aranoa es una joya para cualquier actor, y Bardem ha sabido hacer valer su enorme experiencia para dotarle de un empaque que muy pocos como él habrían sabido alcanzar.  

 

A través de Javier Bardem y de la composición de su personaje, Blanco,  vemos sin cortapisas evidencias tan reales y vigentes a día de hoy como el abuso de poder, la tiranía jerárquica, las carencias del panorama laboral, el paternalismo (empresarial y personal) o las servidumbres que ya se plasmaban hace muchos años en los libros de Émile Zola o de Miguel Delibes, entre otros muchos, aunque evidentemente a otra escala. Para ello, el resto de personajes que ha dibujado el director madrileño, ejerce un complemento eficaz que logra cumplir con el objetivo de hacerle llegar el mensaje al espectador, que se enfrenta a su vez a una historia completamente reconocible para la mayoría, por mucho que se quiera mirar en algunas ocasiones para otro lado.

 

Se abusa un poco, eso sí, de cierto populismo, si por ello se entiende el darle o decirle a la gente lo que precisamente quiere ver u oír, seguramente para situar al público de lado de la propuesta o simplemente por fidelidad a los propios principios del autor. Pero eso, al igual que el resto de pequeñas costuras que pueden divisarse en el conjunto final, no le quita ni un ápice de mérito ni a Fernando León de Aranoa ni a El buen patrón,  que se ha ganado a pulso ser la película elegida para representar a España en la 94ª edición de los Oscar de Hollywood, en la categoría Mejor Película Internacional, cuya gala se celebrarán el próximo 27 de marzo.