REPORTAJE

La ministra, durante la clase que compartió con los estudiantes del máster

La ministra Isabel Rodríguez, profesora por un día

11 nov 2021 14:47 CET

Los estudiantes del Máster de Estudios Avanzados en Comunicación Política, que se imparte en la Facultad de Ciencias de la Información, han tenido este 11 de noviembre una profesora de postín: la ministra de Política Territorial y portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez. Agradecida “por salir unas horas del despacho sin tener micrófonos delante”, la portavoz compartió con las alumnas y alumnos del Máster vivencias, impresiones y hasta preocupaciones. E incluso buscó su ayuda en un tema que a no pocos trae hoy de cabeza: cómo comunicarse desde las instituciones y organizaciones con los jóvenes, cómo hacerles llegar los mensajes.

Antes de dirigirse al aula, y tras ser recibida por la vicerrectora de Estudiantes, Rosa de la Fuente, y el decano de la Facultad, Jorge Clemente, la ministra tuvo la ocasión de poner una vez más en práctica lo que minutos después iba a explicar: cómo la presencia de los periodistas no solo no le intimida, sino que la vive, con una permanente sonrisa, como una oportunidad para hacer llegar a los ciudadanos sus mensajes. En esta ocasión, y al estar en la Universidad, el aumento de la partida de becas en el recién aprobado proyecto de Presupuestos del Estado. Después visitó la exposición sobre los 50 años de la creación de la Facultad de Ciencias de la Información y, por último, no olvidó visitar al librero de la Facultad y hojear junto a él un ejemplar sobre Federico García Lorca. Hoy, 11 de noviembre, es el Día de las Librerías. Como explicó después en la clase, hoy “cualquier acción es comunicación”.

 

Según contó la coordinadora del Máster, la profesora Lourdes Vinuesa, en la breve presentación que hizo de la ministra al llegar al aula, dos estudiantes, uno actual, Rubén Rubial, matriculado en el máster, y una que no hace mucho que dejó de serlo, Laura Sánchez, ahora en el equipo de comunicación de Moncloa, han sido los principales “culpables” de esta sesión. Relajada, sentada sobre la mesa situada en la tarima, la ministra contó a su audiencia sus orígenes y su relación con la comunicación. Confesó que quería haber sido periodista, pero que la economía familiar no le permitió salir de su ciudad y tuvo que estudiar, “muy feliz”, eso sí, Derecho en la Universidad de Castilla La Mancha. También que nunca sus padres imaginaron que su hija se iba a dedicar a la política y mucho menos que llegaría a ser alcaldesa de Puertollano, primero, y ahora ministra. Y que si la política la supo atraer fue por la costumbre de su abuelo de hacer a todos callar para escuchar el “parte” de TVE. “Ahí surgió mi inquietud por la política”, compartió.

 

La relación entre política y comunicación es obvia y, como señaló Rodriguez, es fundamental: si la política tiene la finalidad de mejorar las cosas, los ciudadanos tienen el derecho de conocer las decisiones que se van adoptando. Para llegar a la ciudadanía, para empatizar con ella, para que “te crean”, la mejor receta es mostrar “sentimiento y pasión”. “La parte más importante de la comunicación no es lo que contamos o decimos, sino lo que transpiramos”. Rodríguez aboga por la autenticidad, por “nunca dejar de ser la persona que se es”. Eso en política se traduce, o al menos debería hacerlo, en “vivir como se piensa”. Fingir ser quien no se es, cada vez es más complicado. “Hoy al responsable político se le vigila, lo que implica que tengamos que renunciar a parte de nuestra libertad”, confiesa, aunque recuerda que han sido los propios políticos los que han optado, en respuesta a los muchos casos de corrupción, a hacer de su vida un “striptease”, a que todo el mundo “sepa dónde vivimos, cuántas casa tenemos o de qué año es nuestro coche”.

 

La clase va acabando y la ministra además de contar, también quiere saber. Señala que a día de hoy, como portavoz del Gobierno, hay dos cosas que le preocupan sobre las demás. La primera es cómo lograr “que la verdad se crea”. Cuando surge un bulo cada vez es más complicado luchar contra él. Pone un ejemplo, todo el mundo cree que los diputados tienen pensión vitalicia, “y eso no es verdad, ni siquiera tienen derecho al paro”. La segunda es aún más compleja. Se trata de hacer llegar los mensajes, incluso solo la información, a los jóvenes. Explica que incluso ha encargado a varias consultoras que les asesoren. Los canales tradiciones, prensa, radio y televisión cada vez llegan menos a las nuevas generaciones, y el uso de las redes sociales tampoco garantiza el éxito. Los estudiantes le confirman su análisis: pocos se informan por los “viejos” medios y por los “nuevos” solo atienden a los titulares. Aún así, aconsejan utilizar Twitter para llegar a ellos, “es muy inmediato y permite contrastar”. La vicerrectora de Estudiantes, quien se ha sentado cual alumna a escuchar a la ministra, comparte también la preocupación: a veces hay ayudas que se quedan sin repartir porque los estudiantes no las conocen, a pesar de que se ha enviado la información a sus cuentas de correo…

 

Antes de irse, la ministra deja una última consideración, que bien pudiera tomarse como una confesión. Pese a que la autenticidad, el sentimiento o la pasión son su receta para comunicar con éxito, a veces no es posible utilizarla. Reconoce que como portavoz de un gobierno de coalición, a veces toca “hacer mi trabajo, sin mentir y siendo aséptica, aunque se note un poco”.