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José Luis Martínez explica a los asistentes las dimensiones de la recta principal del hipódromo

Los Cursos de Verano ofrecen una “experiencia inmersiva” en el mundo de las carreras de caballos

Texto: Alberto Martín, Fotografía: Jesús de Miguel - 17 jul 2025 19:07 CET

“Una experiencia inmersiva”, no duda en calificar Paloma Forés Jackson, profesora de la Facultad de Veterinaria y directora, por segundo año consecutivo, del curso de verano que la UCM organiza en el Hipódromo de la Zarzuela. La segunda edición de “Purasangre inglés: un  atleta de elite” está haciendo las delicias de sus dieciocho matriculados y también del propio personal del Hipódromo, de personas como el jockey José Luis Martínez -Medalla de Bronce al Mérito Deportivo 2016 y ganador de más de 1.200 pruebas-, que ve en la presencia de la Complutense un reconocimiento a todo el ecosistema que existe alrededor de las carreras de caballos.

 

Como en la primera edición, el curso ha conjugado la teoría con la “inmersión” en el Hipódromo de la Zarzuela, el más prestigioso de España y el que más carreras alberga en toda Europa, como explica Laura Vaquero, subdirectora de su Departamento de Carreras, quien junto a José Luis Martínez va contando a los estudiantes, en la visita con la que comienzan la segunda jornada, los pormenores de estas instalaciones inauguradas en 1941, consideradas Bien de Interés Cultural. En la parte más teórica, como enumera Paloma Forés, se han explicado diversos aspectos sobre el purasangre inglés: “de dónde surge esta raza, su anatomía, biomecánica, por qué es tan bueno para la carrera. Hemos hablado del binomio jinete y caballo, de su parte emocional. Del bienestar de los caballos en el hipódromo, que creemos que es una parte importante de resaltar, porque hay gente que piensa que esto es explotación animal y nada más lejos; es un atleta de elite y se le cuida como un atleta de elite. Luego también hemos hablado de odontología equina y el herraje, que son muy importantes, y después, ya por la tarde el primer día, en la que se detalló cómo se lleva a cabo toda su cría, desde la selección de los padres, el nacimiento del potro, su desarrollo y entrenamiento hasta que llegan a las pistas del hipódromo. Y todo -concluye la directora de las jornadas- con unos ponentes excepcionales, con mucha experiencia y unos asistentes muy variados, que han venido desde diferentes puntos de España, estudiantes de distintas universidades, veterinarios y aficionados, que participan mucho en los debates”.

 

La parte “inmersiva”, junto a un recorrido por las extensas instalaciones del Hipódromo –“Tiene una extensión similar a la del Retiro, unas 110 hectáreas”, detalla Laura Vaquero-, incluirá una noche en las carreras, con visita al paddock y explicaciones del propio José Luis Martínez, toda una leyenda del turf español, que para hacerse una idea, es quien da nombre a la campana, “Campana José Luis Martínez”, con la que se llama a los jockeys para que suban a sus monturas antes de cada prueba. Una de esas carreras de este jueves 17 de julio, el Premio Tote, está patrocinado por los Cursos de Verano de la Universidad Complutense.

 

José Luis Martínez se retiró de las carreras hace apenas dos años y medio, pero en ningún momento se ha alejado del Hipódromo, de su vida. Recuerda que todo lo que sabe lo aprendió en él, en la escuela de aprendices de la que formó parte y que además de aprender a manejarse en los muchos oficios que se desempeñan en el hipódromo, hasta convertirse en jinete profesional, se hizo “una buena persona”. “Independientemente de la educación que me dieron mis padres y de la enseñanza que aprendí en el colegio, el mundo de las carreras me ha hecho persona, una buena persona. Pienso, y puede ser una cosa curiosa, que cualquier persona puede ser buen deportista, pero si eres buenas persona tienes un puntito más para ser mejor deportista”.

 

Durante la visita a las instalaciones, a sus tres pistas principales, la de hierba, la de arena con polipropileno y otros elementos textiles –“que le da dureza”- y la de tierra, y después a una de las zonas de cuadras -en el hipódromo habitan de manera regular más de 500 caballos y yegüas-, para terminar en el “prepaddock” y la sala de jockeys, José Luis Martínez y Laura Vaquero, no dejan sin responder ninguna pregunta ni curiosidad de los alumnos, y también de los profesores de la Facultad, que como Óscar Cortés, secretario del curso, son grandes aficionados a las carreras. Así, por ejemplo, explican cómo ha mejorado la alimentación de los animales, los materiales de los herrajes o los cuidados, que por ejemplo ya incluyen tratamiento fisioterapéutico regular. “En mi época -señala José Luis Martínez- era todo más error y acierto. Ahora es más científico. Se nota sobre todo en que ahora los caballos se lesionan mucho menos, no en su longevidad, que sigue siendo para las carreras más o  menos la misma [un caballo o yegua de carreras se retira a los cinco o seis años, y su esperanza de vida es de alrededor de 30]. Yo cuando entré no existían las herraduras de aluminio y ahora no hay ninguno que corra con hierro. Es velocidad, ligereza y seguridad para el jockey. En alimentación, gracias tanto en lo que se les da, como en la forma de dárselo, hay un 90% menos, diría yo, de cólicos. Hay también, por ejemplo, muchos adelantos diagnósticos. Una endoscopia ahora se les hace corriendo a pleno galope, antes metían una lampara por el hollar del caballo para mirarle la tráquea y los pulmones y se hacía en el box parado. Ahora hay un aparato que se lo pones en el box y el veterinario va viendo mientras corre cómo funciona todo, si hay algún problema con algún vaso sanguíneo o lo que sea”.

 

Quienes se sitúan cerca de José Luis Martínez durante la visita tienen oportunidad de conocer todo tipo de detalles no solo sobre los caballos, sino también sobre las profesiones que desempeñan las numerosas personas que trabajan en el Hipódromo. En la actualidad, el jockey entrena algunos caballos -durante la visita mostró a los espectaculares potros Toledano y Loba- y desempeña algunas otras tareas, pero su sueño, como confiesa, es poner en marcha una escuela. “Este mundo es lo que me llena y me motiva. Yo tuve la gran suerte de entrar en una escuela de aprendices y tuve mucha gente a mi alrededor que me ha enseñado, y me creo en la obligación, ahora que he dejado de competir y montar en carreras, de dar al mundo de las carreras y a su gente eso que he aprendido yo. Estoy de entrenador -continúa explicando-, pero no es realmente lo que más me llena. A mí lo que me llenaría realmente, y estoy peleando por ello, es abrir una “escuela de oficios”, como yo la denominaría, en Madrid, si es posible, o en cualquier otra parte de España, si me llaman. Creo que es algo fundamental. Sería una escuela no solo de jockeys, que llegan poquísimos a ser profesionales, sino de oficios. Aprende el oficio y luego tú decides qué posición quieres ser: entrenador, mozo de cuadra, mozo de galope, mozo de tierra, jockey, conductor de camiones de caballo, trabajar con los veterinarios, con los fisioterapeutas o incluso meterte en el mundo de la alimentación... Ojalá algún día pueda materializarse. Hay interés por parte del hipódromo, pero falta solucionar el tema económico, aunque lo importante, como son las instalaciones y los caballos, ya los tenemos”, concluye para volver a situarse entre los estudiantes. “Aquí en esta silla nos sentamos los jockeys para que nos pesen antes de cada carrera. Un vaso de agua de más son 250 gr. de peso extra”, les confía en la última parada de la visita, en la sala de jockeys, esa de la que salió para ganar en cientos de ocasiones.