CURSOS DE VERANO
Marte, tan cerca y tan lejos
20 jul 2021 17:25 CET
La distancia entre la Tierra y Marte oscila entre los 56,8 y los 401 millones de kilómetros, pero en la última misión de la NASA, la que ha situado al rover Perseverance en el cráter Jazero, tuvo que recorrer, aproximaciones incluidas, cerca de 480 millones de kilómetros, en lo que empleó más de 6 meses. Sin embargo, la señal que envía el róver desde allí, transmitiendo a través de sus antenas datos de todo tipo, y posteriormente rebotada por los orbitadores que la agencia estadounidense tiene situados cerca del planeta, llega a la Tierra en unos 15 minutos, a veces incluso en 5. El mismo tiempo se emplea en hacer llegar las ordenes al róver desde el centro de operaciones de la misión.
La tecnología acerca la Tierra a Marte, pero ¿al ser humano? ¿Puede ir (y volver) algún ser humano a Marte? ¿Cuándo se producirá la primera misión tripulada? Estas fueron algunas de las preguntas planteadas en la segunda mesa de la jornada “¿Hay/hubo vida en Marte? ¿Es posible un viaje tripulado a Marte?”, celebrado, dentro de la programación de los Cursos de Verano de la UCM, bajo la dirección de Carlos César Álvarez, en Robledo de Chavela, muy cerca del Madrid Deep Space Communications Complex, una de las tres estaciones que integran la Deep Space Network (DSN), junto a las de Goldstone (California, Estados Unidos) y Canberra (Australia). Precisamente ellas son las encargadas de comunicarse con Perseverance (y con otras muchas misiones, 35 en el caso de Madrid).
La tecnología, por tanto, existe. Son muchas las misiones que ya han llegado a Marte, tanto de la NASA, como de otras agencias, como la Europea, Rusa, China o, ahora, Emiratos. La transmisión de datos cada vez es mejor. Como explica, Moises Fernández Álvaro, director del Madrid Deep Space Communications Complex (MDSCC), las antenas ya pueden recibir entre 1,2 y 1,5 Gb por segundo, y pronto duplicarán o triplicarán esas magnitudes. Además, nuevas antenas se van sumando a las existentes tanto en la estación de Robledo de Chavela, como en las otras dos de la DSN. En Madrid, ahora son cinco las que están en funcionamiento, y a comienzos del próximo año lo hará una nueva, lo que la convertirá en la estación con más antenas en funcionamiento. La tecnología de cada una de ellas también avanza y, además de recibir transmisiones en radiofrecuencia también pueden recibirlas ópticas. “No sé si habrá vida o no en Marte, pero de lo que haya o de lo que no, les aseguro, que vamos a recibir la información en la Tierra”, cerró su intervención Fernández Álvaro.
Sobre si hay, o más bien hubo, vida en Marte, se trató en la primera mesa de la jornada, en la que participaron el físico y el ingeniero informático, respectivamente, del Centro de Astrobiología del CSIC-INTA, Juan Ángel Vaquerizo y Jorge Pla-García, quienes a modo de resumen en el coloquio que cerró el curso, confirmaron la dificultad de encontrar una prueba clara de la existencia presente o pasada de vida en el planeta rojo. Para Pla-García prácticamente es imposible que en la superficie o inmediatamente debajo de ella haya rastro alguno de vida dado la radiación solar que recibe cada día. Para Vaquerizo, si la vida que se encuentre en Marte es diferente a la que consideramos como tal en la Tierra, también va a ser complicado que sepamos verlo. No obstante, hay posibilidades. Marte y la Tierra fueron muy parecidas en su estatus primitivo y si en nuestro planeta se dieron las condiciones para que la materia evolucionara hacia la complejidad química que posibilitó la vida, en Marte pudo suceder lo mismo y quizá en sus profundidades haya constancia de ello. Si no, como señaló el propio Vaquerizo, hay más de 4.000 exoplanetas conocidos y otros muchos miles por conocer, en los que seguro que en alguno o algunos de ellos se dieron esas condiciones que antecedieron a la vida, ya sea como la conocemos o de alguna otra manera.
En cuanto a la posibilidad de situar a algún ser humano en Marte, lo cierto es que, como afirma Carlos González Pintado, ex subdirector del MDSCC, poderse, se puede, “es más, estoy seguro de que pasará, pero también de que yo no lo veré”. González Pintado pone también en duda la década marcada por la NASA para hacer realidad ese viejo anhelo, la de los 30, y lo fía más largo. Son muchos los problemas que hay que solventar no solo para llevar un hombre o una mujer al planeta rojo, sino para que pueda vivir allí y pasado un tiempo también regresar. El ex subdirector de la estación de Robledo -por cierto, la primera persona que escuchó la voz de Buzz Aldrin diciendo que la Apolo XI se había posado en la Luna hace ahora 52 años- enumeró algunos de esos problemas: necesidad de una tripulación amplia (expertos en diferentes materias y médicos) y de consumibles, cómo producir energía suficiente allí, cómo resguardarse de la radiación, cómo realizar ejercicio físico (necesario para mantener la salud en estado de ingravidez), cómo construir los módulos habitables…
Como también fue comentando el propio González Pintado casi todos esos problemas tienen posibles soluciones, pero precisan de tiempo y, sobre todo, de misiones previas que preparen la llegada del ser humano a la superficie de Marte. “Yo creo que habrá que esperar unos cuantas décadas aún”. Sin embargo, como enfatizó Anthony Carro, representante de NASA en España, los planes de la agencia espacial de Estados Unidos continúan marcando la década de los años 30 de este siglo como el momento en el que se llevará a cabo la primera misión tripulada a Marte. Según explicó, los preparativos siguen el guion previsto. Es más, en 2024 “si no ocurre nada extraño”, es decir recortes presupuestarios, el Programa Artemisa (en la mitología griega, la hermana gemela de Apolo) hará que una mujer pise por primera vez la Luna. La misión situará a una astronauta, posiblemente junto al menos otros dos compañeros, en la Luna durante un periodo de tiempo aún por precisar que sirva de preparación para la futura estancia humana en Marte, que, según volvió a asegurar, se producirá en los años 30. Sí, en apenas entre 10 y 20 años.