MATILDE CARLÓN RUIZ: Reivindicamos y nos comprometemos con una Complutense despierta que reivindique lo esencial

13 mar 2023 11:41 CET

Nuestra Universidad se enfrenta a unos retos formidables que pueden convertirse en grandes oportunidades si los sabemos aprovechar. Para ello debemos estar despiertos, y bien despiertos, conscientes del aquí y ahora, reivindicando lo esencial de nuestra institución, Universidad pública presencial por excelencia, rica en prestigio y en compromiso de quienes pertenecemos a ella.

 

El momento presente coloca, en efecto, a nuestra Universidad Complutense ante retos muy exigentes. La necesaria adaptación a la LOSU, recién aprobada, determinará, en primer lugar, que el mandato que surja de las urnas sea de seis años. Un período crucial para nuestra Universidad, que marcará la diferencia entre que recupere el pulso perdido, haciéndose presente ante la sociedad y el mundo, o se mantenga en la situación de letargo y desilusión que se percibe en el día a día, marcado por tramitaciones frustrantes y dificultades sin número en las pequeñas y grandes cosas que condicionan nuestras labores docentes, investigadoras, de gestión o de estudio.

 

La imprescindible reforma estatutaria que habrá que abordar y completar en el plazo de dos años exigirá la toma de importantes decisiones sobre nuestra Universidad que marcarán su futuro, en un contexto en el que la cuestión de la garantía de una financiación pública suficiente –y deseablemente ambiciosa-, en un horizonte plurianual, exigirá una posición firme y clara ante la Comunidad de Madrid que ponga de manifiesto lo mucho y bueno que los complutenses sabemos hacer. La sostenida reducción de la población joven marcará también los próximos años, lo que, si tenemos en cuenta las variaciones del mercado laboral, permite abrir un campo insospechado a la formación a lo largo de la vida. Aquel fenómeno adquiere, con todo, una dimensión más intensa si tomamos consciencia de que las Universidades públicas madrileñas debemos convivir con un número abultado y creciente de Universidades privadas, lo que impone una reflexión interna profunda que reivindique nuestro papel como Universidad pública clave en el sistema universitario español.

 

Porque la Universidad Complutense es, sin discusión, la Universidad pública presencial por antonomasia. Así se le reconoce dentro y fuera de nuestras fronteras. Y no ya por su tamaño, sino por su dimensión, en términos de riqueza y pluralidad de saberes, su historia y su trayectoria. Su prestigio en España y en el extranjero es un valor a reivindicar y proteger, pero también es frágil, máxime en el escenario recién dibujado, en el que cada uno de nosotros, de forma aislada, poco podemos hacer, aun dando el máximo de lo que somos capaces, si la Universidad carece de rumbo, de visión y dirección. Si siempre se hace necesario, en el aquí y ahora se hace imprescindible un Rectorado consciente, presente y capaz. Que analice y comprenda –hacia dentro y hacia afuera- los retos del momento. Que se haga presente ante las distintas instancias interuniversitarias –CRUMA y CRUE- y ante la Comunidad de Madrid y el Estado, así como ante la sociedad y nuestros aliados internacionales. Y que sea capaz de definir prioridades y objetivos, y de llevarlos adelante de la forma más ágil y eficaz, con la debida coordinación con facultades, departamentos y demás estructuras, y  los órganos de gobierno y representación, lo que supone asumir la correspondiente responsabilidad. Un Rectorado que asuma la solución de problemas, y no la introducción de dificultades, como criterio de actuación. Que no incorpore trabas burocráticas e interpretaciones estrechas a las que una legislación, ya de por sí compleja, introduce. Un Rectorado que sepa, no solo facilitar y acompañar, sino también impulsar todas las iniciativas que la enorme riqueza y compromiso de los complutenses –PDI, PAS y estudiantes- están en disposición de llevar a cabo. Un Rectorado que apueste por una Complutense vital, ilusionada, igual, diversa, accesible, cuidada, abierta, libre y consciente. Que se preocupe y cuide de todos y cada uno de sus miembros y que, al hacerlo, sea ejemplo para la sociedad.

 

Porque creo firmemente en el papel insustituible de la Universidad pública presencial, en la que docencia e investigación van de la mano, como motor de progreso, libertad e igualdad. Desde un profundo sentimiento de pertenencia a esta Universidad que me abrió los brazos hace veinticinco años y consciente de la enorme responsabilidad que ello supone y de las dificultades que la acompañan, aspiro a ser Rectora de esta extraordinaria Universidad. Solo podré serlo si me otorgas tu confianza.