CINE
“Mikaela”, de Daniel Calparsoro
Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Jesús de Miguel - 24 ene 2025 11:18 CET
El primero de los preestrenos de este año 2025, que organiza la Escuela de Producción UCM en la Facultad de Ciencias de la Información, bajo la dirección del profesor Ildefonso Soriano, ha vuelto a traer al campus al actor Antonio Resines. En esta ocasión para charlar tras la proyección de Mikaela, una película de acción de Daniel Calparsoro. Junto a él han estado la actriz Natalia Azahara, que comparte protagonismo con Resines en el filme, y Javier Albalá.
En un día de gran tormenta de nieve, parecida a Filomena, aunque esta vez denominada Mikaela, un policía se encuentra atascado en medio de la A6. La central le avisa de que cerca de allí, en un furgón, se está cometiendo un posible atraco. El policía, a punto de jubilarse, se unirá a una joven guardia civil, recién salida de la academia, para intentar detener a los atracadores.
El guion del filme lo firma Arturo Ruiz Serrano, quien ha trabajado en varias series de televisión, de corte policíaco, y películas un tanto desconocidas. Antonio Resines asegura que cuando le envían una historia se fía de su instinto para aceptar un trabajo o no, aunque a veces ese instinto le falla. El actor Javier Albalá también habla de ese instinto, aunque muchas veces no les gusta el resultado, porque no es lo que esperaba, y lo mismo le ocurre a Natalia Azahara, quien dice que a veces lo que ves en pantalla es frustrante y da un poco de vergüenza.
Ninguno de los tres actores se refirió directamente a que esto sea lo que les ha ocurrido con esta película, pero lo cierto es que el guion está un pelín por debajo de lo esperado. O, mejor dicho, la historia es entretenida y funciona a ratos, excepto cuando hablan, porque los diálogos son bastante mejorables. Arturo Ruiz Serrano y Daniel Calparsoro intentan escribir y dirigir una película al más puro estilo americano, pero la idiosincrasia yanqui no encaja con la española. Por ejemplo, aquí no habría guardias civiles disparando a mansalva en un túnel lleno de gente, trabajadores del control de tráfico que aplauden ante los éxitos policiales, una historia de amor que surge de manera incomprensible, o el típico policía a punto de jubilarse que se ve envuelto en una situación que le pondrá al límite y que descubrirá su tardía vocación gracias a una jovencita compañera llena de ganas e ilusión.
Daniel Calparsoro, a quien Natalia Azahara define como un “oso, pero amoroso”, es un director con una dilatada carrera, casi siempre contando historias relacionadas con malotes, robos, policías… Su cine puede gustar más o menos, y aunque no suele entusiasmar, ha conseguido mantenerse en la industria, lo que es todo un logro en los competitivos tiempos que corren. Si este filme funciona bien, es probable que haya una secuela, en la que Resines promete entregarse más a fondo todavía.
Lo que tiene mérito, ya que rodaron durante seis semanas, prácticamente todo en exteriores, en febrero de 2024, lloviendo, y de noche, “que es lo peor, porque te vence el cansancio”. La nieve de la película está creada con cañones de nieve, pero también hay mucha nieve falsa, algo que los espectadores del preestreno detectaron sin mayor dificultad.
Antonio Resines reconoce que le sorprendió que le llamasen para este filme, por su edad y porque hacía mucho tiempo que no rodaba una película de acción, mientras que Natalia Azahara y Javier Albalá tuvieron que pasar por un casting. Explican los actores que ahora los castings se hacen enviando un vídeo, con lo que no suele haber contacto real con el director y a Resines le indigna que muchas veces se contrate a alguien simplemente porque tiene más seguidores en redes sociales, “cuando en realidad eso no vale para nada, no va a ir más gente a ver la película por eso”.
El actor, que estudió en la Facultad de Ciencias de la Información, ha aconsejado a los estudiantes que no abandonen sus sueños y que hagan todo lo que puedan, sobre todo ahora que todos tienen un móvil y pueden rodar hasta hartarse. Así, con suerte, conseguirán entrar en una industria en la que se hacen “un 2% de películas que están muy bien, un 10% que están bien, otro 20% que se pueden ver, mientras que el resto no tienen ningún interés”.