CINE

Fotograma de El poder del perro

“El poder del perro”, de Jane Campion

Texto: Ángel Aranda - 17 dic 2021 10:22 CET

El cine de Jane Campion (El piano, Holy smoke) cuenta muchas cosas, pero sobre todo historias de amor. Y no solo aquéllas de las que pueden conjugarse con el verbo amar, también le gusta indagar en las del verbo desear en cualquiera de sus acepciones o en las de apego familiar. En El poder del perro, la cineasta neozelandesa lleva hasta el límite algunas de estas pasiones para derribar los obstáculos que separan a determinados personajes de la felicidad, siguiendo las pautas que marca la novela de Thomas Savage en que se basa el guion que ha escrito la propia directora, pero con el estilo propio que sin duda le caracteriza.

 

Montana, 1925. Los hermanos Burbank, Phil (Benedict Cumberbatch) y George (Jesse Plemons) poseen un próspero rancho dedicado a la crianza de ganado. Cuando George, que es amable y comprensivo, se casa con la viuda Rose (Kirsten Dunst), Phil, que es reservado y cruel, empieza a mostrarle una marcada hostilidad a su cuñada cuando esta se instala en el rancho con su hijo Peter, un joven estudiante de Medicina que desentona entre tanta testosterona vaquera.

 

Jesse Plemons (Breaking bad, El vicio del poder) y Kirsten Dunst (Spider-Man, María Antonieta), pareja también en la vida real y a quienes ya pudimos ver trabajando juntos en la segunda temporada de Fargo (la serie), se convierten en la película en un matrimonio de conveniencia, no tanto económica como emocional, en el que los dos encuentran refugio a su soledad y encajan como piezas de un puzle que puede llegar a completarse si los celos de Phil no lo impiden. Mientras George se siente realmente feliz y satisfecho con la llegada a su vida de Rose, esta intenta integrarse en la familia con todas sus fuerzas a pesar de su particular lado oscuro y la abierta beligerancia de su cuñado.

 

Y es que Phil ve derrumbarse con la llegada de Rose al rancho la particular relación que tiene con su hermano, unidos ambos a su manera durante toda la vida al cuidado de su próspero rancho. Cuando Peter, el hijo de Rose, interpretado por el joven actor australiano Kodi Smit-McPhee (La carretera, Déjame entrar) se une a la familia durante el periodo de vacaciones universitarias, se desencadena toda una catarsis en el particular mundo de algunos de los personajes, que transcurre a través de conflictos tan acompasados como implacables.

 

Dicen los teóricos que un personaje puede llegar a ser más atractivo cuanto más contradictorio se muestra. Y en El poder del perro, el británico Benedict Cumberbatch (The imitation game, Doctor Strange) compone uno hecho a su medida, aparentemente uniforme pero repleto de aristas y flecos que el espectador va descubriendo al mismo tiempo que se le revelan sus secretos.

 

Está claro que el personaje viene hecho de fábrica, en este caso de la novela que da pie a la película, pero también son evidentes las pinceladas que la directora le ha dado al lienzo para adquirir ese tono tan particularmente atormentado, que junto con la aportación de este sensacional actor hacen de Phil Burbank uno de los elementos más atractivos del film, tan devorado por sus propios tormentos que los casi inexistentes árboles del paisaje de Montana no le dejan ver el bosque.

 

El ritmo lento de la película hace que las dos horas de duración puedan hacerse excesivamente largas, pero al final el esfuerzo merece la pena si se analiza la obra en su conjunto y las pretensiones de Jane Campion, que no van mucho más allá de mostrarnos algunos de los entresijos más oscuros de la condición humana, a través de un western situado en la dura América del primer tercio del siglo XX.