IGUALES
El proyecto HumanIA avanza en la búsqueda de una interfaz más inclusiva para la IA generativa
Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Jesús de Miguel - 6 nov 2025 15:16 CET
Los dieciséis estudiantes del programa ACCEDE de la UCM de este curso 2025-2026 han participado el 5 de noviembre en una jornada en la que les han explicado cómo utilizar la IA generativa, y en concreto Chat GPT, de una manera inteligente, con preguntas y respuestas más sencillas, y sin fiarse totalmente de los resultados. La iniciativa forma parte del proyecto “IA Centrada en las Personas: Hacia Modelos del Lenguaje Accesibles y Personalizables (HumanIA)”, que en la Universidad Complutense lideran Raquel Hervás Ballesteros y Virginia Francisco Gilmartín, de la Facultad de Informática. El principal objetivo de HumanIA es avanzar de manera significativa en el ámbito de la accesibilidad en Inteligencia Artificial, especialmente para personas con discapacidad cognitiva.
Raquel Hervás Ballesteros, profesora del Departamento de Ingeniería del Software e Inteligencia y vicedecana de Estudios y Calidad de la Facultad de Informática, explica que en esta parte del proyecto HumanIA lo que están buscando es cómo diseñar interfaces mejores para que las personas con discapacidad intelectual puedan usar IA generativas como ChatGPT.
De ahí esta sesión con los estudiantes del título propio de ACCEDE a los que antes de acudir a la Facultad Informática ya se les ha hecho un cuestionario para ver qué es lo que conocen sobre la IA. Una vez reunidos en el aula, y antes de realizar unos ejercicios como saber de dónde sale el cisne del escudo de la UCM, se comienza con lo más básico, una definición sencilla sobre la propia IA: “Una tecnología que permite que los ordenadores hagan cosas que normalmente hacemos las personas, como entender un texto y tomar decisiones”.
Dentro de ese concepto esta la IA generativa, que es “un tipo de IA que crea cosas nuevas usando lo que ha aprendido antes”. Y entre esas cosas, algunas tan prácticas como redactar cartas, más o menos formales, traducir textos, buscar información, hacer resúmenes… La idea, de acuerdo con Hervás Ballesteros es enfrentarse directamente con una IA de este tipo y “ver cómo lo usan y qué problemas tienen”.
La profesora Virginia Francisco Gilmartín informa de que ya se hizo una experiencia similar el año pasado, y detectaron que los usuarios con discapacidad cognitiva tienen problemas con el formato actual del chat, que les cuesta formular la pregunta adecuada, y que no eran capaces de decirle a ChatGPT, en caso de no entender la respuesta, que la hiciese más sencilla.
Las dos profesoras coinciden en que “el lenguaje en el formato chat es una barrera, porque quien tiene dificultades de lenguaje como tienen estos estudiantes, no sabe formular correctamente la pregunta, y muchas veces la respuesta da un exceso de información que tampoco comprenden”. Otro problema que vieron en este tipo de usuarios, pero extensible a toda la sociedad, es que les cuesta contrastar información, porque la IA generativa “está creada para ser condescendiente y contestar siempre, aunque no sepa la respuesta correcta, con lo que a veces da muchos fallos”.
Aunque es cierto que en el último año, ChatGPT ha evolucionado y, en muchos casos, ofrece enlaces a las fuentes de las que obtiene su información, en la sesión se han puesto ejemplos como, por ejemplo, la incapacidad de ChatGPT para hacer una lista de diez países cuyo nombre empiece y termine con la misma letra, o la de poner en negrita todas las palabras de un texto que tengan más de dos sílabas.
El objetivo de este año del proyecto HumanIA es diseñar una interfaz más útil, que “es algo que está en el ambiente, no sólo para usuarios con discapacidad intelectual, porque el modelo de chat es muy limitado”. Opinan las profesoras complutenses que durante muchos años se ha estudiado, en diseño informático, cómo colocar los botones y los controles para que las personas tuvieran todo mucho más fácil, y “ahora se ha vuelto a lo más básico, que es simplemente el lenguaje, y no todo el mundo lo tiene fácil ni para escribir, ni luego para entender. Además, es todo muy lineal, así que hay mucha gente en la comunidad internacional del mundo del diseño de interfaces que ya está rediseñando y repensando cómo hacerlo”.
Confiesan las profesoras que “lo que no hay mucho son diseñadores que estén pensando en personas con discapacidad intelectual”, y eso es precisamente lo que están haciendo ellas con HumanIA. Eso sí, teniendo siempre en mente que lo que hagan “para personas con discapacidad intelectual va a beneficiar a todo el público en general, porque todo lo que sea más fácil y más sencillo lo va a hacer más usable para todo el mundo. Sobre todo para personas mayores, niños, o cualquiera que se enfrente por primera vez con este tipo de IA”.
Programa ACCEDE
Cristina Bel, del programa ACCEDE, explica que este es un título propio de la UCM, financiado por el Fondo Social Europeo, y cuya gestión de los fondos se hace desde la Fundación ONCE. ACCEDE forma parte de Unidiversidad, que son programas que duran un año para jóvenes de entre 18 y 30 años que tienen discapacidad intelectual o trastorno del espectro autista y que quieren formarse y estudiar en la universidad.
Diferentes universidades de España y algunas de Madrid forman parte de este programa y el de la Complutense está orientado a formar a los estudiantes para ser técnicos evaluadores de accesibilidad cognitiva, así que ellos mismos “se convierten en uno de los miembros de los equipos que hacen evaluación de accesibilidad o adaptación, algo que ya exige la ley”.
Los estudiantes del programa pasan un año en la Facultad de Educación, pero al ser una iniciativa inclusiva realizan muchas actividades en otras facultades como esta sesión en Informática, “creando sinergias entre los diferentes centros de la UCM”. Además, a partir de abril, los estudiantes de cada curso pasan a la parte de prácticas, que muchos hacen en servicios de la Complutense, como bibliotecas o conserjerías, mientras que otros van a empresas externas, dependiendo de los intereses de cada uno.
