REPORTAJE

Guillermo Alonso en Tallín

Tras la pista Erasmus: una experiencia que cambia la vida

Texto: Jose Castillo - 13 oct 2023 10:53 CET

Del 9 al 14 de octubre, Europa vive la gran fiesta de la movilidad, los Erasmus Days. Durante una semana, una infinitud de instituciones participantes y beneficiarias organizan eventos de todo tipo, en todo el continente, para divulgar y celebrar una de las iniciativas que más éxito y consenso ha recabado en los 36 años de historia de este reconocido programa, que debe su nombre al filósofo y humanista del siglo XVI Erasmo de Rotterdam. A él se atribuye la frase “para el hombre dichoso todos los países son su patria”. Este es uno de los principales objetivos del programa Erasmus, que todos sus participantes se sientan en una patria común: Europa.

 

Y es que en la actualidad, la oportunidad de vivir una experiencia Erasmus no se restringe a los estudiantes, sino que está abierta también al personal investigador y administrativo. Desde que se creó en 1987 y hasta finales de 2021, 12,5 millones de personas han participado en alguno de sus programas. La mayor iniciativa de movilidad que ha existido nunca requiere de una enorme inversión anual por parte de la Comisión Europea: su presupuesto para el periodo 2021-2027 asciende a más de 26.000 millones de euros.

 

La Universidad Complutense de Madrid es parte activa de este programa y es, de hecho, la segunda universidad española preferida como destino por parte de los estudiantes extranjeros. En el curso 2021/22 la UCM posibilitó la salida de 1.804 estudiantes a universidades de toda Europa y recibió a 1.656 estudiantes, en su mayoría comunitarios. A día de hoy, la Complutense tiene firmados más de 2.400 acuerdos Erasmus+ con distintas universidades y centros de investigación del continente europeo.

 

Tribuna Complutense ha hablado con algunos de los estudiantes que han tenido oportunidad, en los últimos años, de realizar una estancia Erasmus. Nuestro objetivo es conocer varias experiencias vitales y académicas en primera persona: todos comparten que esta vivencia ha cambiado su forma de ver la vida, aunque también ponen el foco en aspectos a mejorar del programa, principalmente la cuantía de las becas.

 

Más que un intercambio académico

Lucía Infante, estudiante de Relaciones Internacionales, realizó su Erasmus en la Università di Catania (Sicilia, Italia), durante el curso 2022/23. En su caso, realizar una estancia Erasmus “no fue para nada una decisión académica, sino vital, aunque también iba a influir posteriormente en mi trayectoria universitaria”. Por su parte, Guillermo Alonso, estudiante de Sociología que realizó su movilidad en Tallín (Estonia) durante el curso 2021/22, también menciona que la vivencia personal es un aspecto fundamental: “Pese a tener en cuenta el peso académico, ya que también me interesaba conocer otros sistemas educativos, sin duda la faceta de abrirme a nuevos retos y aventuras primó por encima de los estudios”.

 

Pero las oportunidades Erasmus no se limitan a los estudiantes de grado, ya que la opción también está abierta para estancias investigadoras de programas doctorales. Es el caso de Maria do Socorro da Silva, ahora ya doctora por la Facultad de Trabajo Social y que realizó su estancia como investigadora en la Universidade do Porto (Portugal) en el curso 2021/22. Para ella, Erasmus fue una oportunidad para “aprender más de cerca sobre los planes de igualdad de género en la educación superior en las distintas universidades europeas —tema sobre el que versa su tesis—, contactar con expertos e investigadores en el área y conocer otras culturas y realidades del país de destino”.

 

Europa, pese a ser un continente relativamente pequeño, aúna en su seno distintas culturas y estilos de vida. El programa Erasmus + permite que los estudiantes de la UE acorten las distancias y se sientan cómodos en la diversidad. Noelia Matilla, estudiante de Ciencias Químicas, realizó su Erasmus en Helsingin yliopisto (Universidad de Helsinki, Finlandia) en el curso 2021/22. “Allí tenía un estilo de vida más relajado, porque la carga académica, en cuanto a clases, era menor y eso me permitía hacer muchas otras cosas. Además, convivir con gente extranjera también abre tu mente y te hace comprender mejor algunas situaciones que antes no llegabas a entender al cien por cien”, explica la estudiante.

 

De igual manera, el programa Erasmus también es una forma de conocer las diferencias socioeconómicas existentes entre las distintas regiones de la Unión. Es una de las cosas que destaca Lucía Infante de su estancia en Sicilia: “Al llegar allí, sentí que había retrocedido en el tiempo. Mi conclusión es que Sicilia, si realmente ‘forma parte de Europa’ es por el movimiento de estudiantes Erasmus que hay allí. Es complicado de entender, pero es como vivir en la España de los años 80-90. Todo es muy casero, muy cercano, muy natural, sin tapujos… Lo que más me impactó fue ver cómo el conserje de la universidad fumaba en la garita o cómo los conductores de autobús iban fumando y escuchando música mientras conducían”.

 

De manera distinta recuerda Matilla su experiencia finesa en Helsinki. “Son culturas totalmente diferentes. En cuanto a la vida cotidiana, en España tendemos a hacer mucha vida en la calle, dado que el tiempo también acompaña. En cambio, allí se hacen más planes en casa o en lugares cerrados. Por otra parte, los finlandeses también son más reservados y es bastante difícil entablar una buena amistad con ellos”, recuerda la estudiante de química.

 

Un próspero camino por delante

Sin duda, el programa Erasmus es uno de los principales retos y motivaciones académicas que todo estudiante tiene al iniciar su formación universitaria. Por ello, nuestros entrevistados mencionan algunos retos para que el programa mejore de cara a las experiencias de los futuros participantes. Sobre todo, destacan la necesidad de agilizar y simplificar los trámites administrativos y mejorar la cuantía de la beca que, aunque ayuda, no cubre nunca en su totalidad los gastos de una estancia en el extranjero.

 

“La beca no es suficiente para pagar los gastos del viaje y el alojamiento. Además a veces ocurre que no recibes el dinero hasta que ya estás en tu destino o, si la estancia es breve, incluso tras el regreso. Esto dificulta mucho participar en el programa a quienes no dispongan de los medios económicos con anterioridad”, menciona Maria do Socorro desde su experiencia.

 

Pese a que las cuantías de la beca varían, los gastos también son mayores según el nivel del coste de vida del país receptor. “Lo ideal sería que todas las universidades proporcionaran alojamiento gratuito a los estudiantes Erasmus que reciben. De este modo, con la cuantía de la beca sería suficiente para la manutención”, propone Noelia Matilla, que vivió en un país con un coste de vida mucho más alto que el de España. “Y es que —continúa— se entiende que viajar por el país y hacer actividades adicionales al estudio y las clases es una parte muy importante de la experiencia Erasmus.Y claro, eso requiere tener algo de dinero, y los estudiantes solemos andar escasos”.

 

Pese a las dificultades y retos que supone el alejarse de la cotidianidad y de los seres queridos, en la actualidad, y tras la paralización parcial obligada por la pandemia de Covid-19, el programa Erasmus+ moviliza anualmente a unos 700.000 estudiantes de toda Europa. Números y experiencias personales que muestran la gran oportunidad que brinda este programa de movilidad, que para muchos jóvenes estudiantes es la primera gran estancia fuera de su país natal. Una experiencia que marca de por vida.