CINE
“Un amor”, de Isabel Coixet
Texto: Jaime Fernández - 8 nov 2023 19:55 CET
La Facultad de Ciencias de la Información, dentro de las proyecciones cinematográficas de la Escuela de Producción UCM, que coordina el profesor Ildefonso Soriano, ha sido la sede elegida para el preestreno de “Un amor” la nueva película de Isabel Coixet, que se estrena en cines el 10 de noviembre de 2023.
Nat, agobiada por su trabajo como traductora simultánea de personas refugiadas, decide dejar su trabajo y mudarse a un pueblo, en busca de la tranquilidad. Pero el mundo rural no es como lo pintan las novelas pastoriles. Es peor. Mucho peor.
El guion del filme está firmado por la directora Isabel Coixet junto a Laura Ferrero, con quien ya coescribió el documental El techo amarillo (2022), y como es lógico es una adaptación de la novela homónima de Sara Mesa. Como ya hiciera con La librería, de la novelista Penelope Fitzgerald, Coixet elige un material con muchas posibilidades y lo mejora.
Si a su filme de 2017, le da un barniz bibliófilo y de amor por la literatura que el libro de Fitzgerald no tiene ni por asomo, aquí Coixet cambia el final de la historia y lo convierte en algo lógico. Cualquiera que haya leído la novela entiende que, o bien el final es arrebatado, o bien no encaja con lo que ocurre en el resto de la historia. Coixet lo ha entendido igual, porque si a una persona la martirizan en un pueblo, con las habladurías, los intentos de violación, los abandonos y el maltrato, lo lógico es lo que ocurre al final del filme y no lo que ocurre al final de la novela. De esa manera, Coixet y Ferrero aprovechan lo mejor de la novela de Sara Mesa, que es mucho, pero convierten a la protagonista en una mujer mucho más empoderada que se libera y pone en su sitio a vecinos como el vidriero petulante, lo que no ocurrirá en la novela.
Coixet ha conseguido, al rodar su filme, crear una historia con muchos aspectos tenebrosos, pero al mismo tiempo tan cotidianos que dan miedo. Centrada en un bello entorno, al igual que As bestas, de Sorogoyen, en ese paisaje se esconden las emociones más básicas del ser humano, y aunque aquí el drama es más interior que otra cosa, el espanto de lo rural acompaña a la protagonista y al espectador, que en su mayoría se identificará con ella.
La directora sabe rodar, desde hace muchos años, con una gran calidad visual, con algunos momentos que recuerdan al cine de autor (como los planos de manos acariciando objetos, o el baile de la protagonista en un alto cerro), pero sin dejar nunca de hacer un cine para cualquier espectador, por poca formación audiovisual que tenga.
Y si el entorno natural es importante, también lo es esa casa ruinosa en la que se va a vivir la protagonista, y que es un ejemplo de esa España merecidamente vaciada, tanto por la casa en sí como por su adusto casero. También introduce Coixet (siguiendo a Sara Mesa) la presencia de la pareja snob y urbanita que viene al pueblo los fines de semana a disfrutar de la naturaleza, con dos niñas como salidas de El Resplandor, a las que, por supuesto, hablan en inglés.
Como en gran parte de su filmografía, Coixet se apoya en un casting elegido con mucho mimo. Aquí acierta de lleno con Laia Costa, que borda el papel protagonista, así como con Hovik Keuchkerian, con esa pinta de bruto, casi sin querer, con la que ya le hemos visto en otros títulos como Antidisturbios o La casa de papel. Luis Bermejo asusta también como el casero maltratador y Hugo Silva encaja perfectamente en su papel de artista pijo que hace unas vidrieras bastante mediocres.