CV / SALUD
Víctor Carrión, psiquiatra infantil de la Universidad de Standford, presenta en los Cursos su Terapia de Claves Traumáticas para menores con estrés postraumático
Texto: Alberto Martín, Fotografía: Francisco Rivas - 9 jul 2024 18:39 CET
El 8 y 9 de julio se ha celebrado en los Cursos de Verano de la UCM en San Lorenzo de El Escorial el “Encuentro sobre Salud Mental y Adolescencia”, organizado en colaboración con la Fundación Alicia Koplowitz. Entre sus participantes ha estado Víctor G. Carrión, profesor y psiquiatra infantil y de la adolescencia y subdirector del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Facultad de Medicina de la Universidad de Standford. Carrión lleva 25 años investigando el estrés postraumático en niños, métodos de intervención y creación de mecanismos de resiliencia. Desde 2014 aplica con éxito la denominada “Terapia de Claves Traumáticas” (TCT), creada junto a su equipo de Standford.
Explica el doctor Carrión que ya desde hace tiempo ha quedado claro que es la combinación de genes y ambiente la que determina la vulnerabilidad al estrés. Sucede en adultos y sucede en niños. También es un hecho demostrado que el nivel de estrés cambia constantemente, y que, de hecho, el cuerpo humano necesita cierto nivel de estrés para funcionar correctamente. El problema está cuando el estrés supera ese nivel, pero también cuando no lo alcanza. Esto último sucede en la mayoría de las ocasiones cuando el menor está sobreprotegido y no genera los mecanismos de protección y defensa necesarios para afrontar las muchas situaciones estresantes que se producen en el día a día.
Explica también el doctor Carrión que el cuerpo, en concreto una glándula situada junto al riñón, segrega cortisol cada vez que se enfrenta a una situación de estrés. Este cortisol cuando es abundante, como sucede en las situaciones de estrés traumático, se convierte en neurotóxico. Esta toxicidad se refleja en diversas partes del cerebro, sobre todo corticales y límbicas, como el hipocampo, cuyo volumen disminuye y trabaja de forma menos activa, o la amígdala, que pasa a tener una activación temprana.
Carrión y su equipo de Standford ante esta situación se lanzaron a desarrollar un tratamiento que permitiera llevar a cabo el proceso contrario: generar un nuevo ambiente en torno al paciente que permitiera revertir esos efectos en su cerebro. El tratamiento, puesto en práctica a partir de 2014, se denominó “Terapia de claves traumáticas” y consiste en descubrir las claves, señales que perciben los sentidos, que hacen que quien sufre estrés traumático “reviva” esas situaciones una y otra vez segregando cortisol. El objetivo es que el paciente, menores siempre en los estudios de Carrión, sepan identificar esas claves y enfrentarse a ellas. Para ello, el tratamiento pasa por diferentes fases. Lo primero es conseguir que los niños se hagan con una caja de herramientas que luego utilizarán contra las claves. Esa caja se llenará a través de distintos mecanismos de mindfulness, relajación o técnicas cognitivas. Después, junto a sus terapeutas, repasan toda su vida, lo negativo, pero también lo positivo. Tras procesar esa información y dar entrada también a las familias en el tratamiento, llegará el momento de que ellos mismos identifiquen esas señales claves y que luego, acompañados, se vayan exponiendo a ellas de manera imaginaria y ya después en vivo. Acompañados por esa “caja de herramientas” con la que se equiparon al comienzo del tratamiento, los menores irán aprendiendo a gestionar y a enfrentarse a esas situaciones.
De acuerdo con el doctor Carrión, los niños y adolescentes que realizan el tratamiento rápidamente ven cómo su hipocampo recupera su tamaño y la reactividad de la amígdala se reduce, mejorando de manera casi instantánea su regulación emocional, su rendimiento académico (sobre todo en matemáticas) e incluso el tiempo y calidad de su sueño.
Pero como señaló al inicio de su intervención en la vulnerabilidad a estrés no solo influye el ambiente, cuya mejora es el objetivo de su Terapia de Claves Traumáticas, sino también los genes. Carrión está tratando de identificar cuáles son los genes concretos que participan en los procesos de estrés. Para ello se está valiendo de la epigenética, ciencia que estudia los cambios genéticos que causa el ambiente. A través de diversos estudios ha podido comprobar como los organoides corticales modifican su expresión en presencia del cortisol, pero puede haber muchos otros más. Por ello, ha puesto en marcha en su Puerto Rico natal un estudio en el que está previsto que participen niños de 300 escuelas. Primero se va a identificar a quienes sufran estrés traumático, y tanto a ellos como a los que no se le realizará distintas mediciones analíticas. Quienes lo necesiten tendrán la oportunidad de realizar la Terapia de Claves Traumáticas y tras ello, al igual que el resto de escolares, volverán a ser medidos.