REPORTAJE

Irene Abril Cabezas, en los Lindau Nobel Laureate Meetings. Fotografía: Christian Flemming & Lindau Nobel

Irene Abril Cabezas, una complutense en los Lindau Nobel Laureate Meetings

Texto: Alberto Martín - 18 jul 2024 12:41 CET

Hace algo menos de dos años, Irene Abril Cabezas, una joven graduada en Física por la UCM, recibió el premio WONNOW a la mejor investigadora española en materias STEM. La localizamos entonces en la Universidad de Cambridge, donde comenzaba el Doctorado en el Departamento de Matemática Aplicada y Física Teórica. Nos contaba entonces que su despacho estaba situado justo al lado del que ocupó allí durante décadas Stephen Hawking. Este mes de julio es Irene quien se ha puesto en contacto con Tribuna Complutense para decirnos que está compartiendo unos días con treinta Premios Nobel de Física y Química. Ella ha sido una de los 635 jóvenes investigadores de todo el mundo seleccionados para participar en los prestigiosos Lindau Nobel Laureate Meetingsque este año han alcanzado su 73ª edición. “Os escribo para que otros investigadores complutenses puedan conocerlo. No es tan difícil poder venir y merece la pena”. Por supuesto, la volvimos a llamar.

 

Antes que nada, Irene nos cuenta que continúa en Cambridge haciendo su Doctorado. Acaba de terminar el segundo de sus cuatro años de estancia. Como nos explicó hace dos años sus investigaciones se centran en análisis de datos para encontrar ondas gravitacionales primordiales en el fondo cósmico de microondas, que vengan a confirmar la Teoría de la Inflación, el postulado de la física que defiende que tras el Big Bang se produjeron perturbaciones en el universo que explican su posterior evolución. “Ahora estoy esperando los datos de las observaciones del telescopio del Simons Observatory, que se llama así en honor a Jim Simons, cuya fundación financia esta línea de investigación. Mientras esperamos que el telescopio, que ya está observando, recoja todos los datos, yo estoy haciendo algo relacionado también con el fondo cósmico de microondas. Trato de descubrir un poco las propiedades de cómo se forman estructuras del universo. Es lo que se llama efecto de lente gravitacional en el fondo cósmico del universo. Los fotones cuando están en el fondo cósmico de microondas, lo que pasa es que sus trayectorias no van en línea recta, como aprendemos en el instituto, sino que cuando hay una masa, las líneas rectas se vuelven líneas curvas y con esto podemos ver las propiedades de la materia oscura, de la energía oscura, de los neutrinos. Mi análisis se está centrando más en el análisis del fondo cósmico de microondas, pero con efecto de lente gravitacional”, explica.

 

Irene nos cuenta que, además de investigar, estos años de Doctorado en Cambridge también le están brindando la oportunidad de viajar por el mundo asistiendo a congresos e incluso impartiendo conferencias. En uno de esos congresos, en esa ocasión celebrado en Madrid, en concreto en la Universidad Autónoma, Irene se interesó por el currícula de una de las ponentes, Cora Uhlemann. “Me interesa siempre mucho conocer a mujeres científicas, y me interesé por ella. Vi que había estado en Cambridge también, como yo, hace 10 años, y me llamó la atención que destacaba que había participado en el Encuentro con Premios Nobel de Lindau. Yo no sabía ni qué era eso, por lo que lo busqué por Internet y conocí que era un encuentro anual que se celebra cada año en la ciudad alemana de Lindau con Premios Nobel de distintas especialidades, y vi que justo este año se iba a dedicar a física”. Por supuesto, Irene decidió que tenía que estar este verano, del 30 de junio al 5 de julio, en Lindau.

 

Para participar en los Lindau Nobel Laureate Meetings hay que ser seleccionado por la organización. “Te tiene que proponer la sociedad de física del país en el que investigues, en mi caso la Real Sociedad de Física de Inglaterra. Lo comenté con Cambridge, y me nominaron para ello a la Real Sociedad y esta envió mi candidatura a la organización de Lindau, que me seleccionó junto a otros 635 investigadores de más de 90 países”.

 

Son muchos los aspectos de estos Meetings creados en 1951 que los hacen únicos. Uno de ellos es la implicación de los propios habitantes de esta pequeña localidad alemana del Estado de Baviera, situada junto al Lago Constanza, muy cerca de las fronteras con Austria y Suiza. Son ellos quienes se encargan de dar alojamiento gratuito a los investigadores invitados durante la semana del encuentro. Otro aspecto, por supuesto, es la posibilidad de compartir numerosos momentos con los Premios Nobel invitados al evento. Como explica Irene, cada investigador elige las conferencias a las que quiere asistir, así como entre el resto de los numerosos eventos que se organizan cada día, y que ya comienzan desde el propio desayuno, durante el que las organizaciones y empresas colaboradoras realizan presentaciones.  

 

“Luego ya ibas a la charla del Nobel que quisieras, en las que explicaban la investigación que les había valido el Nobel. Me maravilló su capacidad para divulgar. Yo sé de cosmología, pero de otras especialidades de la física no tengo ni idea, y ellos consiguen que lo entiendas con tus conocimientos del grado de física. Luego también les podías hacer preguntas y tenían una enorme paciencia. Por ejemplo, me encantó la conferencia del Nobel de 1997 William D. Phillips, que habló de cronometrología, en la que explicó que hasta hace poco la referencia de lo que es un  kilogramo era el peso concreto de un objeto físico guardado en Francia y ahora se ha redefinido con constantes de la naturaleza. Luego, por la tarde, formábamos grupos más pequeños alrededor de un Nobel para hacerles cientos de preguntas. Después había presentaciones de culturas diferentes. Estuve en una de Texas, con comida típica, sombreros de cowboy, y otra de Baviera, que fueron muy divertidas. El último día –concluye Irene su rápido repaso a su día a día en Lindau- nos llevaron a la isla de Mainau en un barco espectacular, y allí nos impartieron una charla de inteligencia artificial, que también fue muy interesante”. Como colofón a esta 73ª edición del Lindau Nobel Laureate Meeting, los 30 Nobel participantes firmaron en Mainau una Declaración por la eliminación de las armas nucleares.

 

El balance de su paso por Lindau lo resume Irene en una palabra: “Espectacular”. Se queda con todo, desde el programa “muy completo”, hasta la posibilidad de conocer investigadores de más de 90 países –“Conocí a otra investigadora complutense, que había hecho el doble grado en Matemáticas y Física, Helena García Escudero-, y por supuesto, la “increíble” oportunidad de estar todo el día rodeada de Premios Nobel. “Son grandes comunicadores e intentan hacer cambios a mejor en la sociedad. Parece que un Nobel de Física es alguien que está fuera de la sociedad… Y no, ellos intentan cambiar el sistema para mejor y hacen de la investigación científica un medio para ello”.

 

Irene, precisamente, se lleva como gran aprendizaje de su paso por Lindau la “importancia de divulgar”. “He aprendido que es esencial divulgar lo que es el método científico, que hay que explicar que siempre existe una probabilidad de error, un margen, que es algo puede pasar. Y que la ciencia es equivocarte y volverlo a intentar… Sí, como la vida. Fue todo súper inspirador y salgo súper motivada para seguir con mi Doctorado”. Irene anima a los investigadores tanto de Física, como de Química, Medicina u otras disciplinas que intenten en algún momento acudir a esta cita de Lindau. “No es tan complicado”. Eso sí, como explica, solo se puede ser invitado en una ocasión. “Si quieres volver, tienes que ganar el Nobel”.

 

Tras Lindau, Irene volvió unos días a Cambridge, antes de ir a San Sebastián, para participar en la Bienal de la Real Sociedad Española de Física, y ahora está en Chicago en una reunión de su investigación con el Simons Observatory. No obstante, el viaje que más ilusión le hace llegará como cada año en las primeras semanas de agosto, cuando volverá a España, en concreto a La Silva, un pueblo del Bierzo, en el que junto a su familia el 10 de agosto, como es tradición, mirará al cielo para ver “caer” las lágrimas de San Lorenzo, las perseidas. Allí, hace ya unos cuantos años, aprendió a mirar el universo, a hacerse las primeras preguntas sobre el origen de un espacio infinito, que a ella la está llevando muy lejos.